La contaminación de los océanos por el vertido de residuos vuelve a estar sobre la mesa después de que un buque de pesca canadiense encontrara una langosta con el logo de Pepsi grabado en una de sus pinzas.
Capturada en las aguas cercanas a Grand Manan, New Brunswick, la langosta había sido encerrada en una jaula para atarle las pinzas cuando Karissa Lindstrand descubrió el logo azul y rojo en el animal.
Lindstrand, que casualmente bebe hasta 12 latas de Pepsi al día, se dio cuenta de la semejanza rápidamente. “Estaba en plan 'oh, eso es una lata de Pepsi'”, dice Lindstand. Mirando de cerca, parecía más como un tatuaje en la pinza. “Parecía una impresión puesta directamente en la pinza de la langosta”.
Ni ella, ni nadie de la tripulación habían visto nunca algo así. Más de una semana después del hallazgo, el debate gira en torno a cómo podría haber ocurrido: algunos creen que la langosta podría haber crecido en una lata que hubiese acabado en el fondo del océano. Otros especulan que parte de una caja de Pepsi podría haber acabado pegada a la langosta de alguna manera.
Lindstrand discrepa con estas teorías. Dice que la imagen en la pinza está pixelada, lo que sugiere que no podría venir de una lata. Y la imagen en las cajas de Pepsi es demasiado grande para ser lo que vio en la pinza.
El logo parece venir de una foto impresa, pero el papel se habría deteriorado en el océano. “Sigo intentando entender qué era exactamente”, dice Lindstrand.
El hallazgo ha tenido lugar al mismo tiempo que crece la preocupación sobre la cantidad de residuos que se están acumulando en los océanos. Entre cinco y 13 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos cada año, que acaban siendo ingeridos por aves marinas, peces y otros organismos, lo que ha llevado a la navegante con récords mundiales Ellen MacArthur a advertir de que para 2050 el mar podría tener más plástico en él que peces, en términos de peso.
Los investigadores han documentado casi 38 millones de piezas de plástico -con un peso total de casi 18 toneladas- que llegaron a la deriva hasta uno de los sitios más remotos del mundo: un atolón de coral inhabitado al este del Pacífico Sur. Los científicos se encontraron con cientos de cangrejos moviéndose en hogares improvisados a partir de tapones de botella y botes cosméticos, e incluso uno de los cangrejos convirtió la cabeza de una muñeca en su casa.
Poco después, una expedición señaló que playas árticas remotas están muy contaminadas por plástico, relacionando el descubrimiento a que los desechos están yendo a la deriva a través del Atlántico Norte desde Europa y Norteamérica.
Para Lindstrand, la langosta con la estampa de Pepsi indica la magnitud de la cantidad de residuos que acaba en los océanos. “No los vemos flotando a nuestro alrededor cuando estamos fuera”, dice la pescadora. “Sí que veo cosas próximas a la costa que son arrastradas a las playas y a los extremos de los acantilados”.
Después de encontrarse con la langosta, Lindstrand le hizo una foto y la puso -con la imagen de Pepsi y todo- en una jaula junto al resto de langostas destinadas a la venta.
La capitana, con la esperanza de exponerla en un restaurante local junto a una extraña langosta translúcida que pescó hace poco, contactó con el comprador en un intento en vano de encontrar la langosta.
“Ahora desearía habérmela quedado”, dice Lindstrand. “Es la primera vez que veo algo así y fue bastante guay. Algo malo, pero bastante guay”.
Traducido por Marina Leiva