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Opinión - Ni liderazgo ni autoridad. Por Esther Palomera

Las propuestas para el muro de Trump: un monorraíl, una nueva nación o un basurero nuclear

Oliver Wainwright

Monorraíles, contenedores metálicos destinados al transporte marítimo o vertederos de residuos nucleares son solo algunas de las propuestas que las constructoras estadounidenses han ideado interpretando la petición de Donald Trump de hacer un “impenetrable, físico, alto, poderoso y bonito muro” que cubra los más de 3.000 kilómetros de frontera con México.

Se espera que hasta 400 empresas presenten sus propuestas esta semana a la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU, en lo que será una especie de concurso de belleza militar digno de uno de los reality shows del propio Donald Trump.

Los parámetros especificados para las propuestas fueron tan surrealistas como la idea del muro en sí. La noticia de este anuncio se tiñó del característico cóctel Trump: fanfarronería, confusión y retroceso.

Las reglas determinan que el muro debe ser lo bastante resistente como para “resistir los ataques de un martillo, el choque con un coche, un hacha, un cincel, herramientas de impacto que se accionen con baterías... propano o butano, u otras herramientas manuales similares” durante cuatro horas, pero también tiene que ser “estéticamente bonito”, obviamente solo por la cara norte, el lado estadounidense. Debe ser “físicamente imponente en altura”, la medida ideal sería de 10 metros pero las reglas estipulan que opciones más reducidas, como de seis “pueden ser aceptables”.

Después del primer anuncio, se publicó una segunda solicitud de presentación de propuestas con una opción para que los diseños incorporasen un “elemento transparente”. Como muchos predijeron, el gran muro impenetrable quizá simplemente termine siendo una verja metálica (en el caso de que llegue a construirse).

Echando un vistazo a algunas de las propuestas, es difícil adivinar cuáles son parodias. Resulta inquietantemente que cuando miras con más detalle, te das cuenta de que muy pocas son una broma. En lugar de eso, te topas de frente con los sueños febriles a gran escala de pequeños contratistas estadounidenses. Todo esto se convierte en una ventana fascinante a las espeluznantes inquietudes del americano de a pie.

Algunas de las propuestas

Desde Pittsburg, Pennsylvania, Clayton Industries (que asegura estar “modernizando el sector energético a través de la manipulación de la materia”), han propuesto excavar una zanja de 30 metros a lo largo de toda la frontera y llenarla de vertidos nucleares. Añaden a su diseño una delgada valla en el lado mexicano seguida de un campo de sensores de movimiento.

Si algún valiente salta-fronteras consigue traspasar la barrera tóxica, se encontrará con un muro de 10 metros al otro lado. El propietario de esta empresa, Christian Clayton, prefiere describir su arma nuclear como un “conducto” puesto que, según explica, la basura nuclear también se puede utilizar para generar electricidad.

Otra de las candidatas, la compañía siniestramente bautizada como DarkPulse Technologies –“líder en la distribución de soluciones con sensores de fibra”– propone un enorme muro de hormigón a prueba de balas con sensores especiales incrustados para poder notificar a los agentes fronterizos la localización exacta de cualquier interferencia a tiempo real. Al estilo de su identidad -digna de un cómic de Marvel-, su muro sería revestido para prevenir el uso de ganchos de escalada.

En el otro lado del espectro hay una serie de propuestas tecnológicamente desfasadas que recuerdan a las fortificaciones de otra época. Incluso llegan a concebir sus grandiosas infraestructuras fronterizas como potenciales atracciones turísticas. Algo así como el Monte Rushmore de nuestro tiempo.

Desde Clarence, Illinois, la empresa Crisis Resolution Security Services se ha inspirado claramente en la Gran Muralla China con su propuesta para construir una robusta mezcla de almenas, completada con parapetos decorativos, contrafuertes y torres vigía cuadradas propias de castillos. Todo esto quedaría aposentado sobre un amplio terraplén. Se trata del trabajo de Michael Hari, un antiguo ayudante del sheriff que recientemente dirigió una empresa de certificaciones alimenticias antes de intentar hacer realidad su prototipo de seguridad, que, según cuenta, sería “más bonito que el Partenón”.

“Este muro está destinado a defender lo que es verdaderamente estadounidense”, añade Hari, “y puede empezar por ser bonito de la manera en la que los estadounidenses de a pie consideran bonito, más allá que ser rigurosamente institucional o que sirva para atender a los controvertidos y perversos gustos de las élites”.

Un colectivo crítico, formado por arquitectos e ingenieros mexicanos y estadounidenses (entre los que se encuentra Cameron Sinclair, cofundador del grupo sin ánimo de lucro Architecture for Humanity) se ha unido para hacer probablemente la propuesta más radical de todas: un territorio binacional a lo largo de la frontera, construido conjuntamente por México y EEUU, conectado por un sistema supersónico de transito Hyperloop.

“Lo que nosotros proponemos es eliminar toda la frontera entre EEUU y México a través de un 'New Deal' transnacional”, escriben, “para crear una nación compartida llamada Otra Nación, basada en el empoderamiento económico local, la energía independiente y el tránsito y la infraestructura revolucionaria.

Traducido por Cristina Armunia Berges