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Por qué la radicalidad de Bernie Sanders sí puede vencer a Trump

Nathan Robinson

Ahora que Bernie Sanders ha oficializado su candidatura para las elecciones presidenciales de 2020, es momento de hablar de una verdad evidente: no sólo puede derrotar a Donald Trump, sino que es mejor candidato que ningún otro aspirante del Partido Demócrata.

En un momento crítico en el que la izquierda debe estar unida para acabar con la era de la crueldad y la ineptitud de Trump, Sanders es el mejor líder posible. Nadie le llega siquiera a los talones.

Durante los últimos dos años, Sanders ha marcado la agenda política del Partido Demócrata. En 2016, su candidatura cambió completamente el panorama político, hasta el punto de que la mayoría de los demócratas ahora ven con buenos ojos el socialismo democrático. Los proyectos de sanidad pública universal y universidades gratuitas son tan populares que se han convertido en la prueba de fuego para todos los posibles candidatos. En los sondeos, Sanders está muy por delante de los otros candidatos declarados y en este momento se le debería considerar el favorito.

Teniendo en cuenta su edad, resulta irónico que Sanders se haya convertido en el preferido de los millenials. Incluso las mujeres más jóvenes prefieren a Sanders antes que a Clinton. El rostro de la izquierda joven, Alexandria Ocasio-Cortez, es una veterana de la primera campaña de Sanders. Y tiene sentido. La gente joven siente cierta urgencia sobre cómo puede ser el futuro: no queremos vivir en un mundo “neo-feudal” en el que las corporaciones dicen a las ciudades qué hacer, ni tampoco queremos vivir en un planeta destruido. Queremos que nuestros hijos y nietos no tengan que preocuparse por si pueden o no pagar el seguro médico. Queremos que las escuelas públicas estén en buen estado y que las ciudades no se inunden. También queremos poder permitirnos tener hijos, en primer lugar.

Las razones por las que la izquierda debe apoyar a Sanders son obvias. Desde sus comienzos, cuando fue arrestado por manifestarse en contra de la segregación racial, Sanders ha demostrado un fuerte compromiso con desarrollar una agenda progresista. Es alguien en quien podemos confiar: hace cuatro décadas que transmite el mismo mensaje. Sus discursos casi no han cambiado. No es una persona que pareciera haber adoptado ciertos ideales por conveniencia justo a tiempo para presentar su campaña presidencial.

Pero, incluso aquellos que no comparten los ideales del socialismo democrático, deben apoyar a Sanders. Él es la opción más pragmática. Nadie está en mejor posición para derrotar a Donald Trump. Sanders es una persona conocida en todo el país y su popularidad no ha parado de crecer; sabe bien cómo hacer campaña, tiene una buena red de organizadores y puede llenar un estadio. Le va bien tanto en reuniones de autoridades de ayuntamientos con ciudadanos como en los debates contra los republicanos.

Desde 2016, los sondeos han demostrado constantemente que puede vencer a Trump. Al principio, algunas personas dudaban de estos números, argumentando que cuando los votantes conocieran más a Sanders, se alejarían de su radicalidad. Resultó siendo una falacia. Los votantes le han conocido mejor y les gusta. Sus propuestas insignia han logrado una inmensa popularidad, tanto entre votantes demócratas como republicanos. Y a pesar del mito de que Sanders sólo atrae a votantes blancos, cada vez más afroamericanos miran con buenos ojos a Sanders, en parte por las razones que dio la fallecida Erica Garner en un potente anuncio en la campaña de 2016.

Sanders cuenta con una ventaja inusual respecto a Trump: es capaz de combatir efectivamente el tipo de populismo nacionalista que le llevó a la Casa Blanca, ofreciendo una propuesta popular más esperanzadora y genuina. Es capaz de acercarse a las comunidades trabajadoras y hablar a la gente sin parecer condescendiente ni hipócrita. Y lo hace especialmente bien en la región centro-oeste, que fue crucial para el triunfo de Trump. Su mensaje llega no sólo a la población rural blanca, sino también a la afroamericana que vive en Milwaukee y que no vio mucho progreso durante los años del gobierno demócrata de centro.

En febrero de 2016, yo escribí que, a menos que los demócratas eligieran a Sanders como candidato, Donald Trump se convertiría en presidente de Estados Unidos. Los demócratas no eligieron a Sanders y ya sabemos lo que pasó después. En aquel momento, yo dije que si bien Sanders era una opción arriesgada contra un candidato republicano moderado, tenía una ventaja singular ante Trump: podía “neutralizar” el atractivo de Trump de formas importantísimas. Sanders no lleva la pesada mochila de la actuación del partido demócrata en el Congreso, porque ha mantenido su independencia. Puede clamar contra la hipocresía de un multimillonario que dice defender a los trabajadores, cuando siempre ha explotado a los suyos. Sanders se mantiene firme en las cuestiones importantes y no se deja arrastrar al lodo. Y es gracioso que alguien se preocupe de que Sanders no proviene de la “política tradicional” cuando el propio Trump se jacta de lo mismo.

Desde 2016, Sanders no ha parado de fortalecerse. Ha aprendido de los errores que cometió en aquella campaña. Ha aprendido a hablar mejor sobre las cuestiones de injusticia racial y, tanto en los libros como en las entrevistas, se manifiesta potentemente sobre la forma en que el sistema perjudica singularmente a la población afroamericana. Se ha transformado en un líder en cuestiones internas e internacionales, logrando que Amazon aumente su salario mínimo y presionando con éxito al Senado para que corte las ayudas a Arabia Saudí en la atroz guerra en Yemen (uno de los aspectos de Sanders de los que se habla poco es que es un negociador y legislador muy eficaz, y por eso ha logrado hacer que se aprueben en el Congreso más enmiendas que ningún otro).

Sanders ha dicho y hecho muchas cosas con las que no estoy de acuerdo y todos deberíamos tener la mente abierta para cambiar de opinión. Todavía queda mucho hasta noviembre de 2020, y pueden suceder muchas cosas. Pero Sanders es el arma perfecta contra el “populismo” plutocrático de Trump. Tiene experiencia, habilidad y principios. La gente le quiere y confía en él, incluso cuando no están completamente de acuerdo con sus propuestas.

Y lo que es más: este momento de la historia demanda radicalidad. Cuestiones como el cambio climático, el poder corporativo fuera de control y la desigualdad racial no se solucionarán con un compromiso débil con el cambio político. Este es el momento de Bernie, y todos -progresistas y moderados- debemos apoyar su candidatura.