Tensión en el inicio de las vacaciones en Italia con playas llenas y denuncias de rechazo a los turistas del norte del país
La primera temporada de vacaciones de verano tras el brote de coronavirus en Italia ha arrancado con momentos de tensión que se multiplican en las playas y turistas procedentes de la Lombardía –la región más golpeada por la pandemia– que denuncian casos de discriminación.
Vecinos de Codogno, en la provincia de Lodi, la primera localidad en ser confinada en la Lombardía, han afirmado que les han rechazado reservas de vacaciones en otras regiones de Italia cuando contaron que viajarían desde la que fue una “zona roja” del país.
Entre ellos está Davide Passerini, que vive en Codogno pero es alcalde del pequeño pueblo de Fombio, otra zona que fue confinada pronto. Passerini había reservado alojamiento para pasar el fin de semana en la Toscana, pero finalmente el propietario le canceló la reserva al descubrir que provenía de Codogno.
“Aunque sean episodios aislados, el prejuicio te deja con muy mal sabor de boca”, afirma Passerini. “Es resultado de la ignorancia de aquellos que no comprenden que la gente que viaja desde una de las primeras zonas rojas ahora tiene probablemente menos posibilidades de llevar el virus consigo, ya que el nivel de contagio en esos sitios hoy es prácticamente nulo y lo ha sido durante bastante tiempo. Pero en la mente de algunas personas, Codogno sigue siendo sinónimo de coronavirus”.
La semana pasada, entrevistada en un programa de radio italiano, una pareja de otra zona golpeada fuertemente por el virus aseguró que fue rechazada en la recepción de un hotel con la excusa de que el establecimiento estaba completo.
Playas abarrotadas sin cumplir las reglas
Al mismo tiempo, los ánimos se caldean en las playas públicas abarrotadas, donde surgen peleas por el espacio y las reglas de seguridad casi no se cumplen. El pasado fin de semana, en una playa de Ostia, cerca de Roma, una mujer de 20 años fue abofeteada tras pedirle a otra persona que moviera su toalla para poder respetar el distanciamiento social.
Marina Marzari, una psicóloga del Véneto, relata que su experiencia en una playa de la región de Las Marcas pasó en cuestión de horas “del cielo al infierno” a medida que una multitud fue ocupando la playa. “Nunca en mi vida me había encontrado en medio de semejante multitud de gente”, afirma. “Nadie llevaba mascarilla y no se respetaba el más mínimo distanciamiento social. Era realmente peligroso”.
Marzari cuenta que llamó varias veces a la policía local, pero dice que ninguna patrulla acudió a la playa. “Todos hemos hecho sacrificios en los últimos meses, pero –después de haber estado confinados durante tanto tiempo– es una tomadura de pelo tener que pasar por este tipo de situaciones de riesgo. Si llego a infectarme por algo como esto, denunciaré al Estado”.
En establecimientos privados, donde la gente alquila tumbonas y sombrillas, ha sido más fácil mantener las normativas de seguridad. Aunque las reglas son similares a las de las playas públicas –no puede haber reuniones de más de cuatro personas, hay que mantener una distancia de un metro y medio, y están prohibidos los juegos de playa–, en las últimas es más difícil hacerlas cumplir.
Algunas localidades están comenzando a tomar medidas. Las autoridades de Isquia, una isla cercana a Nápoles, aprobaron la semana pasada una ley, conocida en Italia como DASPO, que prohibirá el acceso a las playas por el resto de la temporada a aquellos que incumplan las normas de seguridad.
“Debemos defender el derecho de ir a la playa sin correr riesgos. Se lo debemos a aquellas personas que merecen un poco más de respeto en una isla que a veces se deja llevar por el egoísmo”, dijo Enzo Ferrandino, alcalde de Isquia, a la prensa local.
En Bordighera, una ciudad costera en Liguria, han contratado vigilantes para patrullar las playas públicas, y las autoridades de Salerno, Campania, piensan poner en práctica una medida similar.
La tasa de contagio de coronavirus en Italia ha disminuido considerablemente desde que comenzó a flexibilizarse el confinamiento durante el mes de mayo, a pesar de la aparición de grupos de casos en diferentes sitios del país, debidos principalmente a infecciones de origen importado. Desde principios de junio está permitido el desplazamiento entre regiones del país.
Pero mientras los italianos se acostumbran a convivir con el virus, los prejuicios han polarizado el comportamiento y la actitud de los ciudadanos.
“Esto es típico en situaciones de fuerte ansiedad social”, explica Giuseppe Pantaleo, psicólogo social de la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán. “O tratamos a todo el mundo como una potencial fuente de contagio, lo cual tiene cierto sentido ya que los datos todavía son espantosos en otros países, o nos vamos al extremo opuesto y negamos completamente el riesgo”.
Traducido por Lucía Balducci
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