“Estaba en todas partes”: cómo el plomo está envenenando a los niños más pobres de Estados Unidos
Shanaya Ball intentó hacerlo todo correctamente durante su embarazo: asistió a todas las visitas y controles médicos, comió sano y preparó la habitación para su hijo Amari, que nació en marzo de 2017.
Cuando Amari cumplió un año, prácticamente no había alcanzado ningún hito de desarrollo y no podía jugar, comunicarse o moverse como los demás bebés.
El pasado mes de agosto, con dos años y medio, se le diagnosticó un trastorno del espectro autista, un complejo conjunto de síntomas neurológicos y de desarrollo para los que necesitará apoyo especializado a largo plazo.
Ball, de 27 años, todavía estaba intentando procesar el diagnóstico, cuando el pediatra la llamó para darle otra mala noticia: Amari tenía niveles peligrosos de plomo en su sangre. Había sido envenenado en su casa de Filadelfia. La pintura de plomo que se desprende de las viejas ventanas, marcos de las puertas y zócalos creaba un polvo tóxico que había sido ingerido e inhalado durante todo este tiempo por la madre y el niño.
La madre ignoraba que Filadelfia tiene un gran problema con el plomo, especialmente en las viviendas más viejas, que a menudo son habitadas por las comunidades más pobres. Tampoco sabía que detrás de la laxitud de la normativa sanitaria para las viviendas y de la negativa a abordar este problema de salud pública se esconden poderosos intereses económicos.
“No sabía nada sobre el plomo, pero lo cierto es que en mi casa esta toxina estaba en todas partes y mi bebé entraba en contacto con esta sustancia cada vez que gateaba”, explica. “Tenía un gran sentimiento de culpa: ¿Soy la culpable?, ¿debería haberlo sabido?”
Los peligros del plomo, un metal inodoro e invisible
El plomo, un metal pesado que es inodoro e invisible, podría ser cancerígeno y es muy tóxico para el cerebro y el sistema nervioso, así como para la mayoría de los demás órganos. Incluso cuando está presente en niveles bajos, se ha relacionado con la reducción del coeficiente intelectual, el ADHD, el fracaso escolar y la criminalidad. Las investigaciones sugieren que la exposición al plomo durante el embarazo puede aumentar el riesgo de que un niño desarrolle autismo.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) señalan que no existe un nivel de plomo seguro. El análisis de sangre de Amari mostró 29,6 µg/dL (microgramos por decilitro) de plomo. Tiene casi tres años y es un niño muy dulce, pero lucha por comunicarse y es emocionalmente volátil. Cuanto más alta y larga sea la exposición, peor será el alcance y la gravedad de los problemas.
El plomo se encuentra principalmente en las viejas tuberías de agua, en la tierra contaminada y en la vieja pintura descascarada; peligros que, según el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano, se esconden en unos 3,6 millones de hogares con niños pequeños en todo el país.
En Filadelfia, el 7,6% de los menores de siete años examinados en 2018, o 2.881 niños, tenían niveles de plomo en la sangre de 5µg/dL o más, según cifras publicadas recientemente. Es probable que la cifra real sea significativamente más elevada, ya que solo se ha examinado al 30% de los niños.
La carga de plomo está desigualmente distribuida: una investigación del Philadelphia Inquirer descubrió que cerca de uno de cada cinco niños entran en contacto con este veneno en los barrios más pobres de la ciudad, donde viven principalmente familias negras, latinas e inmigrantes. Alrededor de dos tercios viven en pisos de alquiler.
“El envenenamiento por plomo es completamente evitable, pero una vez que el daño está hecho, es irreparable. No puedo ofrecer ningún remedio, e irán surgiendo problemas con el tiempo”, explica George Dalembert, un pediatra del Hospital Infantil de Filadelfia.
La crisis del plomo en los Estados Unidos quedó expuesta en 2016 con el escándalo en Flint, Michigan. El 3% de los niños de esta población presentaban altos niveles de plomo en sangre debido a que las autoridades municipales habían optado por abastecerse con una fuente de agua más barata. En ese momento, Filadelfia estaba entre las 17 ciudades de Pensilvania donde entre el 10% y el 23% de los niños examinados presentaban envenenamiento por plomo en la sangre. Una investigación de las autoridades de Pensilvania, publicada el año pasado, encontró niveles peligrosos de plomo en los 67 condados del estado, siendo la pintura el culpable más común.
El gobierno federal prohibió la pintura con plomo en 1978, pero en Filadelfia, por ejemplo, cerca del 90% de las viviendas fueron construidas antes de que esta prohibición entrara en vigor.
En 2012, los legisladores de la ciudad aprobaron una norma que obliga a los propietarios de casas construidas antes de 1978 a proporcionar a los futuros inquilinos con niños menores de siete años un certificado que confirma que la propiedad es segura y no tiene pintura con plomo.
Sin embargo, los activistas de esta causa señalan que esta ley apenas se ha cumplido ya que el lobby de propietarios hizo mucha presión para que se suavizara, lo cual los ha beneficiado económicamente en detrimento de la seguridad de los inquilinos.
Tras el diagnostico de Amari, el departamento de salud le dio al propietario 30 días para sanear el apartamento, pero pasaron cuatro meses, hasta enero de 2020, antes de que la vivienda quedara completamente libre de plomo. El nivel de plomo en sangre de Amari está disminuyendo, pero sigue siendo alarmantemente alto, y se sitúa en 20 µg/dL.
“Me informaron sobre los beneficios de la lactancia materna y de una alimentación saludable, y cómo conseguir pañales gratis, pero ni una sola vez mencionaron los peligros del plomo”, explica Ball a The Guardian mientras Amari le pide una galleta usando el lenguaje de signos.
Los niveles bajos pueden causar daños irreversibles
La magnitud del problema del plomo en Estados Unidos es alarmante: según el CDC, en 2016, medio millón de niños menores de seis años presentaban niveles de plomo en sangre superiores a 5 µg/dL, a pesar de que en los últimos cuarenta años se ha producido una caída significativa de casos. Miles más probablemente tenían bajos niveles de envenenamiento por plomo. Son muchos los estudios que han demostrado que los niveles bajos también pueden causar daños irreversibles.
Sin embargo, las pruebas a nivel nacional siguen siendo incompletas y los datos, fragmentarios. En Pensilvania, en 2018 solo se examinó al 19% de los menores de edad, de los cuales 8.822 presentaban envenenamiento por plomo. En Filadelfia, solo la mitad de los niños nacidos en 2015 que reunían los requisitos para recibir tratamiento médico [gratuito] habían pasado por dos exámenes médicos en 2018, como exige la ley federal.
La exposición al plomo durante el embarazo puede causar abortos espontáneos y alteraciones del desarrollo neurológico, pero los exámenes prenatales no son obligatorios.
“Es increíble que en 2020 los niños sigan siendo el indicador que enciende todas las alarmas para saber si hay plomo en las casas”, lamenta Colleen McCauley, directora de políticas de salud de la organización Public Citizens for Children and Youth (PCCY), que hace campaña para que sea hagan pruebas más completas, se recopilen datos sobre este problema y se saneen todas las viviendas viejas.
“Es difícil convencer a los políticos de los beneficios de apostar por la prevención primaria, porque detectar el plomo es costoso y eliminarlo, también”, señala. Puntualiza que no apostar por la prevención es corto de miras ya que el coste de cuidar a los niños una vez se han envenenado es mucho más elevado.
Invertir en la lucha contra el plomo tiene sentido desde el punto de vista económico. Según una investigación de Pew Charitable Trusts, sanear las viviendas viejas donde viven niños nacidos en 2018 proporcionaría 3.500 millones de dólares en beneficios futuros, el equivalente a 1,39 dólares por cada dólar invertido. La inversión protegería a más de 311.000 niños de familias de bajos ingresos durante 10 años. Cambiar las tuberías de agua de plomo generaría otros 2.700 millones de dólares en beneficios futuros.
Obligatorio acreditar que una casa está libre de plomo
Finalmente, después de que los activistas de los derechos de los niños hayan batallado durante años, se ha modificado la ley que obliga a los propietarios a informar a los inquilinos sobre los niveles de plomo de una vivienda.
A partir de octubre de 2020, todos los alquileres de viviendas, privadas y públicas, deberán obtener un certificado de seguridad que acredite que la vivienda está libre de plomo, sin excepción, o de lo contrario podrían perder la licencia de alquiler. En Rochester, Nueva York, y Baltimore, Maryland, se han adoptado medidas similares, y han dado lugar a una drástica disminución de los casos de envenenamiento por plomo.
“Las leyes de seguridad pública deben contener cláusulas que castiguen en caso de incumplimiento. Si los propietarios no tienen miedo de las consecuencias del incumplimiento, estas leyes son papel mojado”, puntualiza Grace Osa-Edoh, una abogada de los Servicios Legales Comunitarios de Filadelfia que ayuda a los inquilinos de bajos ingresos a demandar a los propietarios negligentes.
Un portavoz del Departamento de Salud de Pensilvania ha indicado que el Gobierno estatal, liderado por el gobernador Tom Wolf, está “profundamente preocupado” por este problema de salud pública causado por el plomo y otras toxinas.
“La iniciativa Libre de Plomo de la Gobernadora de Pensilvania incluye una propuesta de invertir hasta mil millones de dólares en subvenciones para ayudar a sanear las escuelas para que estén libres de plomo, amianto y otros elementos tóxicos. El Estado también recibió recientemente una subvención de la EPA para analizar los niveles de plomo en el agua de más de 3.000 guarderías”.
Lo cierto es que para cientos de miles de niños, esta reforma legal y la toma de consciencia por parte de los políticos llega demasiado tarde.
Fatu Kante nunca olvidará la llamada de la consulta del pediatra de su hijo en marzo pasado, para informarla de que Aly, de dos años, presentaba altos niveles de plomo en la sangre. “Hasta ese momento, no sabía nada sobre el plomo, y de repente me informaron por teléfono de la posibilidad de que el cerebro de mi hijo estuviera dañado. Recuerdo que lloré y no podía dejar de temblar. No dormí durante 30 días”, explica.
El Departamento de Salud saneó su espacioso apartamento después de que el propietario se negara a eliminar la pintura descascarada que envenenaba a Aly. Los techos todavía tienen humedad y están hundidos, pero el polvo de plomo ha desaparecido.
El último análisis de sangre de Aly muestra que el nivel de plomo en su sangre ha bajado a 11 µg/dL, pero el niño sigue siendo hiperactivo y sufre de insomnio y repentinos ataques de agresividad. Su hermana, Cissy, de cuatro años, también presenta bajos niveles de envenenamiento de plomo en sangre. Kemo, de nueve, aún no ha sido examinado.
Kante afirma que, de haberlo sabido, se habrían mudado de casa y que “como es obvio” están asustados.
Traducido por Emma Reverter
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