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Dos de cada tres niños ucranianos han sido desplazados por la guerra, algo inédito desde la Segunda Guerra Mundial

Vika junto a su madre y su hermano pequeño en Cherkasy, donde llegaron tras huir de Avdiivka.

Javier Biosca Azcoiti

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La invasión de Ucrania cumple este viernes 100 días y UNICEF denuncia unas “consecuencias devastadoras” para los niños “a una escala y velocidad no vistas desde la Segunda Guerra Mundial”. Desde el 24 de febrero, han muerto en la guerra al menos 262 niños y 415 han resultado heridos.

La organización avisa que 5,2 millones de niños necesitan ayuda humanitaria –tres de ellos dentro de Ucrania y 2,2 en los países de acogida–. En total, casi dos de cada tres menores se han visto desplazados por los combates, asegura UNICEF.

Entre ellos está Vika, de ocho años, que es de Avdiivka, en la región de Donetsk, y no ha conocido la paz en su país. Situada muy cerca de la línea de contacto, el sonido de la guerra ha sido una constante en su vida desde 2014, cuando las fuerzas rebeldes prorrusas del este de Ucrania declararon la independencia. Por fin, en septiembre de 2021, con siete años, fue por primera vez a la escuela. Sin embargo, el estallido de una nueva guerra le obligó a dejar las clases en febrero.

Vika y su madre pasaron dos meses en el sótano. “Estábamos siempre en el sótano. No podíamos salir y la única opción era acercarse a la puerta un rato y respirar algo de aire. Todo explotaba. En cualquier momento nos podíamos ver bajo los escombros”, dice la niña en otras declaraciones recogidas por UNICEF.

Llegó la escasez y pronto se hizo imposible sobrevivir en Avdiivka, por lo que la familia decidió huir. Mientras esperaban al autobús de evacuación, se produjo un nuevo ataque. “Estábamos muy asustados y literalmente nos arrastramos alejándonos de las bombas”, recuerda su madre, Hanna. Ahora viven en un pequeño pueblo en la región de Cherkasy, en el centro del país. “Supongo que algunos de mis compañeros de clase en Avdiivka siguen escondidos en sótanos y que algunos han huido. Espero que mi colegio no haya sido destruido”, dice Vika.

Algunos niños y jóvenes han sido testigos de los ataques. Viacheslav, de 18 años, es uno de ellos. Vivía en Verkhnotoretske, un pueblo de Donetsk, y ahora vive en la parte occidental del país. Viacheslav vio morir a su madre. “Murió en mis brazos. La bomba cayó cerca de nosotros y cuando abrí los ojos vi a mi madre tirada en el suelo. Sus últimas palabras fueron 'estoy bien'”, recuerda entre lágrimas el joven en un testimonio recogido por UNICEF. “Cuando entré en casa, ellos lo entendieron todo”, añade en referencia a sus cuatro hermanos pequeños.

Ataque contra escuelas

Al menos 256 instalaciones de salud y una de cada seis 'escuelas seguras' apoyadas por UNICEF en el este del país están dañadas o destruidas. “Cientos de centros educativos en toda Ucrania también han resultado dañados”, denuncia la organización.

Hace dos semanas, las autoridades militares ucranianas publicaron imágenes de una escuela de Avdiivka destruida. “Fuerzas rusas bombardearon anoche la escuela con fósforo blanco”, denunció  Pavlo Kyrylenko, director de la administración militar regional de Donetsk.

“El 1 de junio es el Día Internacional para la Protección de los Niños en Ucrania y en toda la región”, afirma la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell. “En lugar de celebrar la ocasión, nos acercamos solemnemente al centésimo día de una guerra que ha destrozado la vida de millones de niños. Sin un alto el fuego urgente y una paz negociada, los menores seguirán sufriendo”.

Polina, de Mariúpol, tiene 11 años. El hospital en el que nació, la guardería a la que fue y el colegio en el que estudiaba han sido destruidos. Ahora, después de pasar un mes refugiada en un sótano, tiene miedo de quedarse sola en una habitación.

Polina, que huyó junto a su familia a la región de Vinnytsia, recuerda uno de aquellos días en el sótano: “Yo estaba abajo y mi madre y abuela estaban arriba. Hubo una explosión tan fuerte que me dejó sorda. Se cayó todo del techo y empecé a gritar. Las otras niñas también gritaban y lloraban y hubo una que no fue capaz de calmarse incluso cuando todo había pasado”.

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