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Análisis The Order: 1886, una apuesta por la narrativa y el poderío visual

The Order: 1886

Daniel Moreno

Desde su mismísima presentación con un impresionante primer tráiler en el E3 de 2013, este primer título de Ready at Dawn desarrollado para una consola de sobremesa tras sus notables producciones para PSP se convirtió en uno de los juegos exclusivos más esperados de entre los que están por llegar a lo largo de este año a Playstation 4. Motivos desde luego no faltaron, empezando por esa sobrecogedora atmósfera victoriana, por la llamativa mezcla de fantasía y realidad con tintes steampunk y monstruosas criaturas, y por encima de todo, por el hecho de contar con un apartado visual sencillamente arrollador, destinado a ser todo un referente para la nueva generación de consolas.

Sin embargo, según se fueron desvelando más y más detalles de este The Order: 1886, fueron surgiendo no pocas y demoledoras críticas. Que si su jugabilidad será demasiado conservadora, que si es un error no ofrecer un modo multijugador en los tiempos que corren, que si va a resultar demasiado corto, que si sus responsables han llevado a cabo un downgrade gráfico… Tales acusaciones duelen, tal y como hemos podido comprobar durante los últimos días al echar un vistazo a las declaraciones de los más altos cargos del estudio.

Ahora por fin, ya con el juego en las manos y tras haberlo disfrutado de arriba abajo, tenemos los argumentos necesarios para confirmar si dichas críticas son o no infundadas, para poder decir si realmente estamos ante un auténtico bombazo llamado a crear escuela o sencillamente ante una de esas propuestas que, pese a apuntar muy alto, podría haber dado mucho más de sí.

Sacrificando jugabilidad en pro de la narrativa.

Ru Weerasuriya, máximo responsable de Ready at Dawn, ya lo advirtió en su día: The Order: 1886 es un videojuego de acción en tercera persona que apostará fuertemente por la narrativa, dejando a un lado cualquier tipo de distracción como modos multijugador o mecánicas jugables que puedan entorpecer la progresión de la historia y el ritmo que tanto esfuerzo les ha costado conseguir. En dicho sentido, al menos hay que decir que quien avisa no es traidor, y todo aquel que espere cualquier otra cosa de The Order se llevará un auténtico chasco.

La historia nos sitúa en la piel de Sir Galahad, un caballero de, ataos los cinturones, la legendaria Mesa Redonda del Rey Arturo. Todos aquellos que hayan visto ‘Indiana Jones y la última cruzada’ recordarán la historia del Santo Grial y la vida eterna. Pues bien, ahora sólo queda imaginar que dicha leyenda es cierta y que desde los tiempos artúricos una orden de caballeros ha estado velando por el equilibrio entre la humanidad y unas criaturas de pesadilla, los licántropos.

Estamos en el año 1886, en plena Revolución Industrial, con mentes brillantes como la de Nikola Tesla inventando artilugios revolucionarios. Pero como ya podéis imaginar The Order no busca ofrecer una lección de historia, si no que presenta una realidad alternativa donde la tecnología está mucho más desarrollada que entonces, permitiendo que existan aparatejos como comunicadores de radio tamaño bolsillo y armas capaces de hacer que los rifles actuales parezcan escopetas de feria.

Para evitar cualquier tipo de espoiler, no profundizaremos demasiado en la trama, tan sólo diremos que, en opinión de un servidor, cumple perfectamente con su cometido. No falta el misterio, la traición, los giros de guion, el afloramiento de los miedos y temores de los personajes ofreciendo una evolución palpable, y tantos otros detalles que hacen que una historia sea buena, sirviendo por sí misma como reclamo para que nos animemos a echarle el guante al juego. Eso sí, también es cierto que ciertos personajes podrían haber tenido una mayor presencia, aunque ese sentimiento quizás se deba a las expectativas que teníamos.

Para que esta historia tenga el peso que merece, desde Ready at Dawn han apostado por tomar más de una decisión a nivel de diseño que sin lugar a dudas levantará ampollas. La narrativa es buena, sin lugar a dudas contando con ritmo apropiado capaz de generar tensión, y es sencillamente espectacular cómo han conseguido insertar las cinemáticas de forma tan orgánica, haciéndonos sentir que nos encontramos ante una auténtica superproducción de Hollywood. Pero es innegable que la jugabilidad se ha visto resentida, al quedar atada, encorsetada, por la narrativa.

Ya sabíamos que The Order: 1886 sería un juego de acción en tercera persona lineal, siguiendo el esquema central de grandes clásicos de la pasada generación como Gears of War. Pero en los tiempos que corren, no creemos que sea necesario cerrar tanto las opciones jugables para que la historia no sufra. Títulos actuales así lo han demostrado, empezando por un The Last of Us que nos permite disfrutar de la aventura una y diez veces sin salirnos de un escenario cerrado, cierto, pero sin tener la sensación de que siempre hacemos lo mismo.

No hay prácticamente puzle alguno, las secciones de plataformas son reducidas y están insertadas en el juego con escuadra y cartabón, y lo peor de todo, no hay más de una forma de afrontar las situaciones que se nos plantean. Si toca tiroteo, toca tiroteo, y lo máximo que podremos hacer será disparar, cubrirnos, ejecutar cuerpo a cuerpo a un par de enemigos y poco más. Si toca sigilo, toca sigilo, y aquí el esquema es tan cerrado que resulta frustrante. Un paso en falso y nos descubrirán, teniendo que empezar de nuevo, y a diferencia de tantísimas propuestas actuales, no podemos distraer a los guardias, esconder cadáveres o usar cualquier tipo de gadget o arma más allá de un cuchillo y, como mucho, una ballesta. Este hecho hace que dichas fases pierdan por completo el interés, resultando monótonas y demostrando una inquietante inmovilidad por parte de sus responsables a la hora de no querer salirse ni por un momento de un esquema completamente cerrado.

Eso sí, es innegable que los tiroteos funcionan muy bien, resultando sencillamente espectaculares. Para los fans de los juegos de acción en tercera persona, serán una delicia, sobre todo por la pirotecnia visual que desprenden. Sin embargo, también echamos en falta mayor diversidad de armas, dado que las más impactantes del juego, una especie de fusil de rayos y el genial rifle termita (muy, muy divertido de usar) aparecen de forma anecdótica, mientras que los gadgets disponibles se limitan a granadas y granadas de humo. ¿No se suponía que Tesla nos iba a brindar una variedad de armas e inventos con los que dar un toque de distinción al juego?

Siendo sinceros, duele pensar todo lo que The Order: 1886 podría haber llegado a ofrecer de llevar un paso más allá su jugabilidad. Sin lugar a dudas, estaríamos hablando de uno de los mejores videojuegos de los últimos años, tan sólo con apostar por un abanico de posibilidades más abierto, por una mayor libertad de acción. No hablamos ya de insertar un modo cooperativo, algo que le habría sentado de lujo, o de la posibilidad de enfocar los combates hacia una vertiente más táctica al poder dar pequeñas órdenes rápidas a nuestros camaradas, si no tan sólo de ofrecer la posibilidad de rodar cuando nos apetece (tan sólo podemos hacerlo cuando aparece un QTE en pantalla, para esquivar una granada), andar agachados cuando nos venga en gana (otra cosa que no podemos hacer), tumbarnos en el suelo (ídem), recorrer pequeños caminos alternativos o utilizar el sigilo de forma libre para superar ciertas áreas. ¡Y ni hablemos siquiera de lo que podría haber dado de sí ofreciendo un esquema sencillo de progresión de personaje! Amigos, nada de todo esto último lo encontraréis en The Order.

La cerrazón llega a extremos en el que, después de enseñarnos que podemos usar la X para sortear ciertos obstáculos en las fases de tiroteo, tengamos que dar un rodeo de varios metros para coger una llave que está ahí al lado, que podríamos alcanzar con tan sólo saltar un muro que no nos llega ni por la cintura. Es lo ya dicho, si toca sigilo toca sigilo, y no puedes saltar un obstáculo o hacer cualquier cosa que pueda romper la supuesta tensión que quieren ofrecer sus responsables. De igual modo sabremos cuándo toca un tiroteo porque Galahad sacará su arma y por fin podremos apuntar y disparar. No nos permiten hacer el gamba, no vaya a ser que por ello no seamos capaces de captar la esencia de la historia narrada, y eso hace que nos sintamos tan frustrados como un niño al que no le dejan divertirse.

Los enemigos de los tan denostados QTE tampoco estarán nada contentos con The Order. Bien es cierto que el juego no abusa tanto como muchos otros, reduciendo su uso a situaciones dramáticas con la intención de que las diferentes escenas sean interactivas, de que el jugador pueda ser más partícipe de lo que ocurre; pero eso no quita que muchos acaben acusando su uso, más aún cuando se dan casos en el que, con fallar al pulsar un botón, tienes que volver a empezar de cero. Pero donde resultan más dañinos es en los enfrentamientos con los licántropos, dado que nuevamente nos impiden jugar como a nosotros nos gustaría, libremente, reduciendo la acción a pulsar determinado botón cuando ataquen y atacar nosotros a la mínima oportunidad. Con todo esto, muchos dirán aquello tan viejo de ¡cuánto daño a hecho Heavy Rain!, y desde luego no les faltará parte de razón.

Por otro lado, la lucha contra estas criaturas queda reducida a situaciones anecdóticas. Hay dos tipos de lucha, contra licántropos ‘puros’ mucho más poderosos que requerirán de un combate cuerpo a cuerpo mediante QTE; y enfrentamientos contra licántropos convertidos que podremos ejecutar libremente a base de plomo. El problema de estos últimos es que siempre suceden en los mismos entornos, almacenes o similares, contando con un esquema de ‘dispara, esquiva (con QTE), dispara y remata’. No hay más tu tía, y en dicho sentido hemos echado en falta situaciones que realmente esperábamos, y que creemos podrían haber ofrecido grandes momentos de tensión, como persecuciones en catacumbas en las que nos sintamos impotentes, con casi la única opción de correr y esconderos, o asaltos inesperados. Seamos claros, la ambientación sobrenatural es una de las grandes bazas de The Order, y en dicho sentido creemos que queda desaprovechada al venir restringida, casi exclusivamente, a la narrativa.

Hablemos ahora de otro de los temas más cuestionados, su duración. ¿Es The Order: 1886 un juego objetivamente corto? No lo creemos. Su campaña para un solo jugador puede superar tranquilamente las 10-12 horas si lo disfrutamos en el modo de dificultad medio, que es lo mínimo aconsejable. Sin embargo, hay un gran problema, el hecho de que una vez acabado no ofrece nada más. Como sabéis no hay multijugador online, no hay cooperativo, ni se desbloquean fases extra. Y sinceramente, sus responsables prometieron un buen número de secretos y coleccionables que nos han sabido a nada, más aún cuando nos topamos con que muchos de esos coleccionables son meros recortes de periódico sin traducir al castellano, mientras que otros tantos son archivos de audio que no podemos escuchar mientras jugamos.

Una auténtica bestia gráfica.

Vale, llegamos al punto en el que nos toca quitarnos el sombrero. Sinceramente, uno casi se va encendiendo al pensar en todo lo que podría haber dado de sí The Order en materia jugable, pero si pensamos en su apartado visual y en su curradísima ambientación, nos vemos asaltados por un cambio de ánimo de 180º. Cómo decirlo, este juego es una auténtica maravilla, una joya que sólo debería ser expuesta en televisores de 40 o más pulgadas, con las persianas echadas y ningún tipo de distracción en mente. Cualquier gameplay que veáis en internet a través de vuestro teléfono móvil, tablet o el monitor de vuestro ordenador resultará ser una afrenta.

Hablamos sin lugar a dudas de un referente en materia gráfica, de unos de esos pocos juegos que hoy por hoy tienen derecho a considerarse a sí mismos de nueva generación, demostrando ser un importante salto hacia adelante que nos permite contemplar el futuro con optimismo, con ansias por ver de lo que serán capaces sus responsables en una más que previsible secuela. Absolutamente todo, desde el modelado de los personajes hasta la decoración de los escenarios, roza un nivel de detalle casi obsceno. El uso de la luz, de las partículas, las físicas… quedan a un nivel inalcanzable para prácticamente el 99% de las propuestas actuales, tanto de consola como de PC. ¿Queréis que le saquemos alguna pega? Bueno, pues no entendemos que nuestro protagonista no se refleje en los espejos (¿será por aquello de beber ‘agua negra’ del Santo Grial o es que en Ready at Dawn se olvidaron de este nimio detalle?).

A todo esto se le une un apartado sonoro de órdago, con melodías muy bien elaboradas que acompañan a la perfección y un doblaje al castellano soberbio dirigido por el cineasta Alex de la Iglesia.

Una balanza desequilibrada.

En conclusión, The Order: 1886 supondrá todo un jarro de agua fría para todos aquellos jugadores que lleven esperándolo con ansias desde su mismísimo anuncio, sobre todo para aquellos que deseaban algo más que un shooter en tercera persona muy clásico. Por un lado tenemos una narrativa cuidada, con una historia absorbente, una ambientación sobrecogedora y un apartado visual y técnico sencillamente alucinante. Pero por el otro nos encontramos con una jugabilidad encorsetada, fuertemente debilitada por decisiones de diseño un tanto incomprensibles, aunque a todas luces destinadas a tratar de dar a la historia y la narrativa un peso quizás excesivo a estas alturas.

Infinidad de propuestas actuales están demostrando que se puede contar con una muy buena trama y una narrativa cercana al cine sin tener que echar por tierra la libertad del jugador, que a fin de cuentas debería ser lo más sagrado de cualquier videojuego. Seamos claros, para ver una película de época no es necesario tener que superar ciertas fases de tiroteos con un mando entre las manos, y en dicho sentido no nos cabe la menor duda de que desde Ready at Dawn han querido que The Order vuele demasiado cerca del séptimo arte, para desgracia de una jugabilidad que se ha visto envuelta en llamas cual Ícaro.

Una vez más, duele pensar en todo lo que podría haber dado de sí esta superproducción de haber contado con un esquema abierto, de haber permitido que sea el jugador el que pueda elegir su camino, su forma de actuar y sus propios errores y aciertos, que es básicamente por lo que debe velar cualquier videojuego. Por todo esto, no nos queda más que realizar una comparación odiosa: The Order: 1886 es el Ryse: Son of Rome de Playstation 4.

Lo mejor:

  • Cuenta con un apartado audiovisual de vértigo, siendo todo un referente para los juegos que están por venir en los próximos años y una esperanzadora muestra de lo que puede dar de sí Playstation 4.
  • La historia es cautivadora, contando con todos los elementos propios de un buen guion, mientras que la narrativa consigue mantenerte enganchado.

Lo peor:

  • Se acerca tanto a las fórmulas de cualquier película que la jugabilidad se resiente. Existen decisiones de diseño incomprensibles, que degeneran en frustración si tratamos de salirnos por un segundo del esquema establecido.
  • Los inventos de Tesla, bastante desaprovechados y hasta anecdóticos, podrían haber dado para muchísimo más, al igual que la presencia de las criaturas sobrenaturales.
  • Siendo justos su campaña no es corta, pero una vez acabada ¿qué hacemos? No invita a la rejugabilidad, ni a la exploración ni a descubrir nuevos secretos. Es una película que ves, disfrutas, y vuelves a guardar en la estantería hasta que un día recuerdas que la tienes ahí, cogiendo polvo.
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