Casos reales de consumidores riojanos

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En cuanto a telefonía, son muchos los consumidores que narran la misma historia: Una amable señorita de una operadora telefónica se pone en contacto, vía móvil o teléfono fijo, con un posible cliente. Tras anunciar su oferta rompedora intenta convencer a la persona de que cambie su contrato. Aunque no está interesado en nada de lo que se le está ofreciendo, en un momento de la conversación el posible cliente comete el error de decir 'sí'.Automáticamente, la señorita envía una grabación con la respuesta afirmativa del cliente a su actual compañía telefónica causando la baja en dicha compañía, y le da de alta en la nueva. Un mes después, el cliente es consciente de los cambios de contrato y compañía que se han efectuado, sin firmas y sin consentimiento.

Las inmobiliarias también cuentan con sus anécdotas, tanto con alquileres como con compras y ventas:

Una mujer acude a una inmobiliaria en busca de un piso para alquilar. Tras dejar como fianza para gastos y gestiones de la búsqueda de un piso adecuado a sus necesidades una cantidad de alrededor de 500 euros, la persona de la inmobiliaria la envía a un posible piso para alquilar. Al llegar allí, el dueño de la vivienda le pregunta, casualidades de la vida, por qué medio había visto el piso en alquiler y la mujer le contesta que a través de una inmobiliaria situada en una conocida calle de Logroño. El casero, sorprendido, asegura que no tiene el piso anunciado en ninguna inmobiliaria, sino que lo alquila a través de la bolsa de pisos del Ayuntamiento. La mujer vuelve a la inmobiliaria para reclamar su dinero, el cual había dejado a cambio de un servicio de gestión del alquiler y lo único que recibe es una llamada a la Policía por parte de la agente inmobiliaria para que la saque del local.

Una joven pareja acude a una inmobiliaria para ver un piso que les ha gustado. Tras visitarlo, descubren que la misma vivienda está ofertada en otra inmobiliaria con una considerable diferencia de precio. Animados a ahorrarse un dinero, deciden optar por la segunda agencia, que comienza las negociaciones con el promotor para conseguir a los clientes una mejor oferta. Tras ponerse en contacto con el promotor, el responsable de la primera inmobiliaria se entera de que la pareja ha ido al banco a consultar las condiciones del préstamo y, ni corto ni perezoso, les llama para comprobarlo. Al no obtener una respuesta convincente, otro miembro de la misma empresa llama a la pareja en nombre de la entidad bancaria, por un tema relacionado con la petición de un préstamo, los jóvenes, sorprendidos por la intrigante consulta, preguntan la razón exacta de la llamada, obteniendo como respuesta que les cuelguen el teléfono.

El promotor de una urbanización decide poner a la venta las viviendas que le sobran en una conocida inmobiliaria. Ésta, sin preguntar a nadie, lanza una oferta en la que se promocionan los pisos a un precio muy inferior al que el promotor ha decidido vender, colgando incluso un cartel en el escaparate de su local. Ajeno a lo que estaba ocurriendo, el promotor pasa un buen día por la agencia y descubre asombrado el precio por el que estaban intentando vender sus viviendas.