'Los destellos' de Pilar Palomero llega a Logroño el 4 de octubre tras su celebrado estreno en el Festival de San Sebastián

Isabel Ribote

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Responsable de una cinematografía dotada de una sutileza tan silenciosa y delicada que se antoja comparable a la caricia que alguien te regala cuando no te encuentras en tu mejor momento. Al adentrarte en los universos creados por esta autora, dotada de un majestuoso talento para la emoción, descubres como se despiertan algunos músculos del alma que permanecían dormidos. 

Si algo queda patente en el trabajo de Palomero son dos premisas que suelen darse por hecho en su filmografía. Una es el profundo respecto con el que trata siempre a todos y cada uno de sus personajes y la otra es la dignidad con la que los arropa, sin espacio para la excepción.

Con Los destellos, su tercer largometraje, la cineasta vuelve a inocularnos un coctel de emociones como ya lo hiciera, hace dos años con La Maternal, que también competía por la Concha de oro. 

En esta ocasión vuelve a sellar un pacto secreto con el espectador en el que el silencio es idioma universal, pero también las miradas y esos primerísimos planos que consiguen situarnos al borde de los pensamientos de los protagonistas. 

Impera la quietud pero también la alegría serena. Si en las consultas médicas se recetaran películas esta resultaría imbatible como bálsamo contra la ansiedad. 

Quizás una de sus mayores bazas es la de saber situarse, sin esfuerzo, desde el punto más opuesto a cualquier artificio ni trampa sentimental, mientras nos habla a través de un naturalismo sin costuras, veraz y tangible, desde la sincera honestidad del que se sabe bueno y malo, mientras construye la proeza de mirarse al espejo sin detestarse y no juzga a otros, ni se autolesiona ni sumerge en la culpabilidad. 

Como hemos podido comprobar en la rueda de prensa posterior al primer pase de Los destellos, la comunión entre los intérpretes ha sido fundamental. Antes de rodar, conocerse y convivir es una de las premisas que la cineasta emplea con el objetivo de generar un ambiente seguro en el que los actores y actrices saltan sin red, gracias al respaldo de un coach extraordinario, Rubén Martínez, la mano derecha de la directora que le viene acompañando en todos sus rodajes, también como actor y que contribuye a crear la atmósfera adecuada para abrirle las compuertas a la magia.

Con un descomunal Antonio de la Torre que se pone en la piel de un enfermo terminal y la fuerza y humanidad de Patricia López Arnaiz que pone en alma en todos sus trabajos y esos ojos que siempre nos trasladan emociones infinitas, Los destellos se posiciona como la propuesta más sólida y bella para alzarse con la Concha de oro en esta 72 edición del festival, pero también sus actores y su fotografía. 

Y la mejor noticia es que el público riojano podrá acceder a ella a partir del 4 de octubre en nuestras salas. Y el recorrido que le espera a Pilar Palomero con este, su mejor trabajo hasta la fecha, y la confianza de que seguirá creando piezas tan magistrales y sensibles que contribuyan a que sigamos enamorados irremediablemente del séptimo arte. Gracias Pilar.