El Rey destacó este jueves en la Real Academia Española (RAE), en un homenaje a Miguel Delibes, que el escritor fue “un hombre bueno, un castellano leal, un español cumplido, un literato cuya vida y obra pervivirán para siempre en nuestra memoria”. El Monarca dijo, además, que el autor vallisoletano nos legó “una gran lección de la libertad de espíritu”.
Don Juan Carlos y Doña Sofía presidieron en la sede de la RAE un sentido homenaje al escritor recientemente fallecido, con motivo del Día de la Fundación pro Real Academia, al que también asistieron, entre otros, los ministros de Educación y Cultura, Ángel Gabilondo y Ángeles González-Sinde, respectivamente; el director de RAE, Víctor García de la Concha; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; o el presidente del Congreso, José Bono; así como académicos y familiares de Delibes, quien ocupó el sillón 'e' de la corporación hasta su fallecimiento el pasado 12 de marzo.
El Rey se refirió a Delibes como “un hombre íntegro y completo, ejemplo de grandeza de espíritu, de sensibilidad y humildad, en el que la palabra de bellos y nítidos trazos, nunca se gasta inútilmente, nunca ha sido vana, pues refleja y sirve al hombre en toda su dimensión”.
Don Juan Carlos hizo hincapié en que Delibes “cultiva su mundo interior y, sin perderse en palabras vacías, busca servir con eficacia a los objetivos esenciales de lo humano”.
Tras destacar que a Delibes “le gustaba repetir que él no era hombre ni escritor de ideas, sino de personas y de hechos”, subrayó que fue un “castellano leal, porque leal ha sido, -en su compromiso de autenticidad- con sus gentes y la tierra en la que viven, sobre todo con Valladolid, pues hizo suyo el viejo adagio castellano 'villa por villa, Valladolid en Castilla'”.
EL CAMPO Y LA CIUDAD
Don Juan Carlos también quiso destacar “la lealtad que Miguel Delibes ha profesado a la lengua”. “En su variada literatura ha explorado la vida del campo y de la ciudad, la de los viejos labradores y la del mundo urbano, la de todas las edades, en fin, desde la niñez hasta la hoja roja y la vejez”, matizó sobre un escritor que condensó mucha vida “en miles de páginas escritas”.
La mejor manera para homenajear al escritor, según dijo Gabilondo, “de memorarlo y rememorarlo, es leerlo”. “Más aún leer. Y hacerlo desde el cuidado y el cultivo de la palabra, de las palabras. Perseguirlas tanto como ellas mismas nos buscan. Encontrarlas donde brotan, donde viven. Y eso siempre, para Delibes, se halla en el decir de los ciudadanos y ciudadanas, en el decir del pueblo, de su vivir”, dijo.
“Necesitamos más que nunca de palabras verdaderas, de discursos próximos, de ficciones, que no son fingimiento, sino historias, hechos y pasión”, enfatizó el ministro en su discurso, durante un acto al que también asistieron personalidades del mundo de la Cultura como Antonio Gala, Antonio Colinas, Nativel Preciado, Carmen Riera, José Luis Sampedro, Mario Vargas Llosa o Carolyn Richmond.
El director de la RAE, Víctor García de la Concha, por su parte, reconoció que ha querido con este acto “pagar una deuda contraída con Delibes”. Señaló que aunque llevaba años sin asistir a las sesiones de la RAE, “seguía muy de cerca la vida de la casa”. También recordó que le habían propuesto que un grupo de académicos fuera a Valladolid para celebrar un “Plenillo”. “Aceptó entusiasmado, pero se nos adelantó la muerte. Aquí estamos para dedicarle ese pleno prometido”, enfatizó.
La figura humana y literaria de Miguel Delibes fue glosada por el académico Luis Mateo Díez (sillón 'I'), quien recordó la pasión “heredada” de Delibes por la caza y su afición por la pesca de la trucha, evocando sus días de felicidad en la ribera del Esla, del Porma o del Órbigo.
Aseguró que los libros de Delibes que contienen estas aventuras “son tan sinceros como veraces y en absoluto ajenos a un sentido de la vida, tan propio de sus grandes novelas, donde el hombre y la Naturaleza miden sus posibilidades, considerando sus dones y sus bienes”.
Lusi Mateo Díez, quien destacó que Delibes mantuvo como centro de su ideología la atención al hombre y “la consideración del individuo por encima de la sociedad y en armonía con el medio natural”, dijo que su universo está lleno de “perdedores, seres humillados y ofendidos, pobres seres marginales que se debaten en un mundo irracional” y que constituyen las voces que generalmente “expresan la resignación desde el sufrimiento y la injusticia”.
Asimismo, recordó que “historia, paisaje, pasión y personajes” son los elementos con los que Delibes confesaba escribir sus novelas con un “don tan extremo de trasmutar lo coloquial a lo literario”. “Y en cada novela --prosiguió-- asume papeles diferentes para terminar convirtiéndose en un visionario esquizofrénico”.
“PALABRAS AMENAZADAS DE MUERTE”
En su discurso, el presidente de la Fundación pro Real Academia Española, Miguel Ángel Fernández Ordóñez subrayó la aportación de Delibes a la cultura lingüística “rescatando para la historia cientos de palabras amenazadas de muerte en el uso”. Asimismo destacó cómo en sus obras creó nuevos espacios de reflexión sobre los temas que abordaba. Igualmente resaltó la preocupación de Delibes en su obra por las contradicciones de civilización y progreso.
Por su parte, Gregorio Salvador (sillón 'q') recordó a Delibes no sólo en calidad de escritor o “maestro señero de la lengua”, sino también como “amigo seguro” y persona “entrañable” que ofrecía siempre su amistad.
Mientras que en el terreno lingüístico, Salvador destacó su prosa de “oro molido”, que en su conjunto es “excelente, precisa y fidedigna” y recordó que dio “autoridad literaria” a muchas veces olvidadas del viejo castellano.
“MAESTRO EN TODO”
“Ha sido un maestro en todo. Un maestro en el uso adecuado de la lengua, un maestro en la narración, un maestro en la creación de personajes a los que ha dejado hablar simplemente para que nos cuenten sus cosas, sus aciertos y desaciertos, sus alegres fantasías y sus ásperas realidades. Uno de los verdaderamente grandes, un clásico ya. Eso es lo que ha sido Miguel Delibes: grande y ejemplar”, dijo.
“Y nos ha dejado un pensamiento claro, inteligente, abierto y una constante invitación a la cordura y al sentido común, que buena falta nos hace”, concluyó.