Agustín Ibarrola y Fernando San Martín, delegado de la Asociación de Víctimas del terrorismo en la Rioja, AVT, han pasado muchas horas juntos. Desde que la obra del escultor vasco llegara a Logroño la semana pasada, ambos han compartido los preparativos para su inauguración. San Martín, asegura que intentará aguantar la emoción en el acto de esta tarde. “A la primera persona que recordaré será a mi padre, es a él al que veo reflejado en esta escultura” asegura este hijo de guardia civil, que murió asesinado por ETA en Getxo en 1992. La Asociación de Víctimas del Terrorismo en la Rioja confiaron a Ibarrola la escultura conscientes del compromiso del artista con las víctimas.
Agustin Ibarrola, nació en Bilbao en 1930 y ya desde su infancia en Basauri estuvo rodeado de artistas. No en vano compartió juegos con los hermanos Unamuno. Su infancia, al igual que su vida, estuvo marcada por los tiempos difíciles. “Aprendí a dibujar, antes que a leer” confiesa el autor vasco. “Los artistas de aquel tiempo teníamos que salir fuera de España para conocer las vanguardias”. De ahí su amistad con el también vasco Jorge Oteiza de quien aprendió los nuevos aires artísticos que trajo de Argentina.
Ibarrola marchó a París. Eran los años 50 y en la capital francesa vivía gran cantidad de artistas españoles. “Juntos formamos el Equipo 57. Fuimos la auténtica vanguardia artística española, era un equipo interdisciplinar que conjugaba pintura y escultura con otras variantes artisticas”. En aquel tiempo, Ibarrola conoce a los grandes. En su vuelta a España, su compromiso social y político le lleva a la cárcel. Allí nació su obra Desastres de la Guerra que se expuso en Londres y que le valió la comparación con el mismísimo Goya. “Goya siempre ha sido un pintor progresista y adelantado a su tiempo, si hubiera vivido en la época que me tocó vivir, también hubiera estado en la cárcel.”
Su militancia política y su compromiso con la democracia le ha dejado más de un sinsabor. Una vez superado el Franquismo, Agustín Ibarrola no puede vivir en libertad. Un escolta vela para impedir que la banda terrorista ETA, que ya ha destrozado parte de su obra El Bosque Encantado, en Tormes, Salamanca, atente contra su vida. “He luchado por la libertad, el respeto a la pluralidad, por eso me identifico con las víctimas, con lo que son y lo que quieren: que no haya más víctimas y que se respete al libertad, la democracia y a las personas.” Su obra homenaje pretende precisamente eso: “Es parte del sentimiento que tienen las víctimas de que se ha atentado contra ellas para reafirmar la misión totalitaria y autoritaria de los terroristas, de eliminar posibles enemigos.”