“Comida increíble, paisajes alucinantes y vino extraordinario”. Son los tres atractivos que reúne La Rioja como destino turístico según la revista Harper's Bazaar, que en su edición internacional dedica un extenso reportaje a nuestra región, repasando sus principales atractivos naturales, culturales y, por supuesto, vitivinícolas y gastronómicos.
Eso sí, con algunos errores. El más repetido, una sospechosa identificación de La Rioja y País Vasco en lo referente a la oferta culinaria. Si bien es cierto que el reportaje se centra en Rioja como región vitivinícola, mantiene el 'desliz' en pasajes como el recorrido por la calle Laurel, donde “puedes probar todo lo que el País Vasco tiene que ofrecer”.
En su paseo por la Laurel, la autora del artículo, Laura Jung, deja otros gazapos: el pulpo de La Universidad es “una delicia catalana”. El 'bocatita' del Pata Negra pasa a llamarse 'boletita'. Y en el posterior paseo por las tiendas logroñesas, la firma de alpargatas artesanas Suyute se convierte en 'Sueyete'.
Jung pasa 72 horas en el territorio de la Denominación de Origen Calificada Rioja, “no tan conocido, pese a su extenso pasado, como Burdeos o Borgoña, pero no por ello menos increíble”. Jung destaca la paleta de colores que hace único el paisaje de viñedo riojano y también tiene palabras de elogio para la moderna arquitectura de las bodegas.
En cuanto a los caldos riojanos, indica que la característica más destacada es la presencia del roble, que otorga al vino un sabor que “inicialmente no me gustó, pero que aprendí a apreciar”. De hecho, Jung asegura que los vinos de Rioja destacan por su versatilidad y se puede encontrar un Rioja serio, pero también “divertido, ligero e, incluso me atrevería a decir, sexy”.
La reportera comienza su viaje en Briñas, donde recomienda el alojamiento en la Hospedería Señorío de Briñas o en el Palacio Tondón. Tras el obligado paseo por los viñedos, se dirige a Santo Domingo de la Calzada, donde tras disfrutar de la catedral y resaltar el papel de la localidad como centro de peregrinación, aprovecha para degustar el bacalao a la riojana en Los Caballeros. “El corazón de 'Rioja' está en Haro”, añade.
Su siguiente parada son los monasterios de Suso y Yuso, de los que destaca, además de su papel como cuna del castellano, su entorno natural. De ahí al restaurante La Vieja Bodega de Casalarreina para deleitarse con el pisto aderezado con bacalao y salsa de pimientos.
Posteriormente el viaje se adentra en la Rioja Alavesa, con visitas a Laguardia y Páganos (con nuevas experiencias gastronómicas en Amelibia, Héctor Oribe o Villa Lucía) antes de detenerse en el edificio de Bodegas Ysios que “deja sin aliento” al visitante.
De regreso a nuestra comunidad, Jung visita el Museo Dinastía Vivanco y la localidad “de cuento de hadas” de Briones, para probar, en el restaurante Los Nietos, la “mejor comida” de todo su viaje: verduras y carnes a la parrilla y tarta de queso y flan caseros.
En su última jornada en La Rioja, la reportera visita Logroño y no falta el habitual recorrido por la calle Laurel, entre cuyos pinchos destaca los “perfectos” 'champis' del Soriano, el pulpo de La Universidad, las bravas del Jubera, el bocatita del Pata Negra o la brocheta de gamba y piña del Juan y Pinchamé.
En su recorrido por la capital riojana no faltan las compras: sombreros, alpargatas “cuatro por lo que costaría un par” en un establecimiento de moda de Estados Unidos, pastas y botes de espárragos y aceitunas.
El viaje concluye en Elciego, con la visita a Marqués de Riscal y su hotel spa, y con una cena en El Claustro de los Agustinos de Haro.