La primera victoria del año

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El piloto español Fernando Alonso (Renault) se alzó vencedor y obró el milagro en el Gran Premio de Singapur, decimoquinta prueba del Mundial de Fórmula 1, tras imponerse en una accidentada carrera que le vuelve a llevar a la gloria después de sumar su primera victoria de la temporada por delante de Nico Rosberg (Williams-Toyota) y Lewis Hamilton (McLaren-Mercedes), segundo y tercero, respectivamente.

El español, bicampeón del mundo, se vio beneficiado por el accidente que sufrió su compañero Nelson Piquet, que posibilitó la entrada en pista del 'safety car' a falta de 47 vueltas para el final. Alonso, que voló sobre el circuito asiático, logró su podio número 50, una cifra que sólo han alcanzado 10 pilotos a lo largo de la historia.

Y es que era como un niño. El asturiano volvió a sonreir más de un año después. Los sinsabores de la última temporada en McLaren aún no se habían borrado de su cabeza, y el R28 le había llevado por el camino de la amargura. En Singapur, recuperó la luz, la fuerza que siempre ha tenido un piloto constante que ha pasado una temporada muy teñida de negro.

El español, que el sábado dijo que habría que obrar un milagro para estar entre los mejores, lo confirmó, lo hizo posible. Su desazón y mala suerte se convirtieron en alegría y felicidad, la misma que no vivía desde el Gran Premio de Monza de 2007, cuando ganó su última carrera -vestido con los colores de McLaren-.

Pero su victoria supuso algo más. Lo que se suponía un duelo vital por el campeonato entre Massa y Hamilton acabó siendo la fiesta del bicampeón mundial, una fiesta que merecía. Y la merecía con creces porque su forma de pilotar recordaron al mejor Alonso, si es que alguna vez el asturiano ha dejado de ser él mismo.

Hamilton le dio la mano al español, pero no le miró a la cara. Era en cierta parte, una pequeña y mínima revancha para Alonso, que se había sacado la espina de poder pisar el podio con el inglés dos escalones por debajo, y eso que apretó con fuerzas en el tramo final del Gran Premio.

SAFETY CAR

La carrera fue una auténtica locura. Después de una salida limpia a pesar del embudo que proporcionaba el circuito singapurés, todo corrió por los cauces previstos salvo la mala salida de Kimi Raikkonen (Ferrari), que vio cómo su compañero Felipe Massa salía como un tiro liderando la carrera.

Hamilton no perdía ojo del carioca porque sabía que el campeonato estaba en juego y Alonso, desde el decimoquinto puesto de la parrilla, adelantó tres posiciones de golpe. Las buenas salidas del asturiano volvieron a ser presente en Singapur, donde lo mejor estaría por llegar.

A falta de 47 vueltas para la conclusión, el brasileño de Renault Nelson Piquet golpeó con la parte delantera de su monoplaza con una pared del circuito y se desplazó de forma lateral hasta el lado contrario del trazado. En ese mismo instante salió el 'safety car' dando un vuelco radical a la carrera y permitiendo que Alonso, que había salido decimoquinto se ubicara en la sexta posición.

Esto daba un aire a la prueba bien distinto. Rosberg lideraba con Trulli y Fisichella por detrás, además de Kubica y Alonso. El español estaba tranquilo pues sabía que el primero y el cuarto debían ser penalizados por haber repostado cuando no podían.

El 'stop & go'

de ambos dejó a Alonso en tercer lugar, y ya había cargado su R-28 con suficiente gasolina como para tener que hacer una última parada en el tramo final. Así, con la entrada en 'boxes' de los dos italianos, Alonso lideraba una carrera esperpéntica en la que cada vez iba más rápido, como una bala.

Incrementando su distancia sobre Hamilton, que se colocó tercero -Massa tuvo problemas en un repostaje y acabó decimotercero- el español firmaba vueltas rápidas con una facilidad asombrosa, como si su coche estuviese pintado de rojo y enfiló las últimas diez vueltas con la tensión de poder regresar a la victoria.

Y así fue, Alonso ganó, pero antes tuvo que sufrir porque entró a pista de nuevo el coche de seguridad. Sutil se fue contra la barrera y eso provocó que Rosberg y Hamilton, segundo y tercero al final, dejaran en nada la ventaja que había ido guardando el ovetense. Al final, como en los viejos tiempos, Alonso ganó, y ganó demostrando que en Fórmula 1 todo es posible hasta que la bandera de cuadros comienza a ondearse.