“El puesto cierra desde hoy por falta de producto”. Así anunciaba la castañera de Haro, Pilar Larrea, el precipitado final de temporada de su puesto, el único del municipio. Es uno de los muchos que se están cerrando estos días por toda la geografía española y el primero de La Rioja. La sequía ha afectado tanto a este producto que la temporada será corta y escasa, tanto que para algunos no ha llegado ni a los dos meses.
“La sequía ha afectado muy especialmente a los frutos de otoño como la castaña”, explica Santiago Palacios, gerente de El Castañero, empresa mayorista que distribuye desde Alesón a diversos puntos de España, “no ha llovido nada este año pero, sobre todo, no ha llovido en otoño, y ese ha sido el mayor problema”.
Cada día, Palacios recibe llamadas de castañeros de toda España pidiéndole producto. “Están por todas partes igual, incluso el otro día me lo comentaba un compañero de Galicia, donde siempre ha habido muchísimas castañas, que ojalá se pudiera borrar esta temporada”.
Habitualmente los primeros puestos de castañas comienzan a cerrarse después del día de Reyes. Incluso algunos años hay puestos abiertos hasta finales de febrero o marzo. Pero este año, sin duda, la campaña no durará tanto.
El Castañero estima que la producción este año no ha llegado a un tercio de lo habitual y “además son castañas pequeñas, sanas pero muy pequeñas, por lo que las grandes se han vendido caras y, como los precios de venta al público se establecen al inicio de cada campaña, los beneficios también han sido menores”.
Haro se queda sin castañas
Asegura que nunca se había dado una situación así, que se trata de una sequía sin precedentes, al menos para el sector. Pilar Larrea está de acuerdo. Lleva cinco años con su puesto de castañas en Haro. Siempre lo mantenía abierto de mediados de octubre hasta mediados de enero pero este año no ha podido ser.
Las consecuencias para ella son nefastas ya que este es el único trabajo que tiene en todo el año pero tiene claro que ella no es la única perjudicada. “El cierre del puesto afecta también a mis clientes, no sólo porque ya no podrán comprar castañas sino porque se pierden muchas conversaciones en torno al fuego, una parte del paisaje urbano invernal, los abuelitos venían a saludarme cada tarde, a charlar, también los niños... Es un trabajo que me encanta, a pesar del frío, porque es muy agradecido”, señala.
En Logroño y otros municipios de La Rioja los puestos se mantienen pero todo parece indicar que no por mucho tiempo ya que el producto comienza a faltar. Sólo queda esperar que el año que viene el tiempo acompañe y la temporada sea mejor. “Eso seguro” dice Santiago Palacios, “porque peor que esta me parece imposible”.