El ministro de Finanzas portugués y, sobre todo, el primer ministro luso, Passos Coelho, desmentían a Moody's a la que criticaban por no tener en consideración las medidas aplicadas por el nuevo Ejecutivo conservador. De hecho, el primer ministro recién elegido anunció un plan de ajuste a añadir a las consignas marcadas por la UE y el FMI en el transcurro del rescate luso.
No sólo Portugal se opuso a la calificación de Moody's, sino que junto a sus banqueros, empresarios y restos de partidos de la oposición, la UE rechazó ese recorte de la nota obtenido por la agencia. Passos Coelho tildó la declaración de Moody's como “ ”un puñetazo en el estómago“ para el país. Mientras, la deuda portuguesa se desbocaba y elevaba los intereses que penalizan las obligaciones lusas a diez años en el mercado secundario hasta alcanzar el 13, 06%.
El diferencial entre su bono y el alemán se situó también por encima de los mil puntos con la salida de la agencia Moody's, que ciertamente, como criticó Passos Coelho en su declaración del miércoles, no tuvo en cuenta la ampliación de los recortes y ajustes pactados con las instituciones internacionales a cambio del rescate.
Por su parte, el presidente de la Confederación de Industria Portuguesa (CIP), António Saraiva, se ha mostrado muy crítico con las entidades calificadoras de riesgo y tachó los informes de las agencias de “subjetivos, penalizadores y hasta cierto punto especulativos”. En su opinión, la decisión no tiene una explicación lógica debido a las “valientes medidas” adoptadas por el Gobierno portugués para cumplir con sus compromisos con Bruselas y el Fondo Monetario Internacional como contrapartida por su ayuda financiera, valorada en 78.000 millones de euros. “¿Qué más quieren las agencias de calificación? ¿Que, permítanme la expresión, hagamos el pino?”, llegaba a preguntarse irónicamente Saraiva.
Desde el sector financiero, el más perjudicado en la Bolsa de Lisboa con caídas incluso superiores al 5 %, el presidente del Banco Espirito Santo (BES), Ricardo Salgado, tachaba la acción de la agencia estadounidense de “terrorista”, “precipitada” e “injusta”, y la inscribía en el contexto “de la guerra del dólar contra el euro”.
Por su parte, el presidente de la eléctrica Energías De Portugal (EDP), Antonio Mexía, defendía , al igual que diversas personalidades lusas, por la creación de una agencia europea de calificación tras poner en tela de juicio la actuación de Moody's.
En la Asamblea de la República también se escucharon reproches hacia esta agencia de “rating”, entre ellos los del líder parlamentario del gobernante Partido Social Demócrata (PSD), Luís Montenegro, quien calificaba su recorte de “muy discutible”. Según el diputado del PSD, la agencia obviaba “las medidas de corrección y ajuste” anticipadas por el Ejecutivo “para que se pueda facilitar el cumplimiento de las metas y los objetivos” exigidos por las entidades internacionales.
Berlín y Bruselas han sido las más críticas, que llegaron a asegurar que romperan el oligopolio de Moody's, Fitch y SP, que volvían a dudar de España colocando al país a solo dos puntos por encima de la zona de peligro a expensas de la nota que reciba Bankia. Por otro lado, Moody's expresaba también sus dudas sobre Irlanda y Portugal, países de cuyo rescate fallido llegaba a dudar, así como del sistema financiero europeo. Durao Barroso declaró que “no aporta claridad, sino que añade otro elemento de especulación” a la crisis, mientras que defendía las revisiones estrictas y trimestrales del programa de rescate portugués.
Por otro lado, Olli Rehn, comisario de Asuntos Económicos, advirtió de que no se han tenido en cuenta las ampliaciones de las reformas comprometidas por el nuevo Ejecutivo luso, en la línea también de lo que defendía Passos Coelho. Pero, quizás, el más duro fue el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que amenaza con romper el “oligopolio” de las agencias de calificación americanas, algo a lo que Merkel restaba importancia días atrás.
Y Grecia, harta de caer en la duda de la bancarrota y de nuevos planes de ajustes, descalificó a la agencia asegurando que “esta rebaja no se basa en el hecho de que Lisboa no haya hecho su trabajo de reformas, sino en la hipótesis de que el país va a necesitar una nueva ayuda”. “Esa es la locura de esta profecía autocumplida”.