El corredor murciano tenía claro que la llegada en la calle Hernando de Acuña, tras un repecho de setecientos metros, tenía que ser suya, que se tenía que marchar de la ronda castellano-leonesa con dos victorias a sus espaldas.
Su equipo se lo puso fácil, con José Joaquín Rojas escoltándole para que el camino hasta la meta fuese lo más plácido posible. No en vano, era una etapa golosa para varios ciclistas, como el vallisoletano Ricardo Serrano, quien quiso ser profeta en su tierra. Valverde no lo permitió y atravesó la meta con dos segundos de ventaja sobre Serrano.
La labor estaba hecha para el equipo Astana, que había trabajado de forma coordinada y voluntariosa durante las dos etapas de montaña para que la fulgurante contrarreloj del estadounidense Levi Lepheimer en Palencia le sirviese para coronarse como nuevo vencedor de la Vuelta a Castilla y León en la meta de Valladolid.
Como en días anteriores, el clima fue más que propicio, aunque un ligero viento nada más abandonar la salida ubicada en la localidad zamorana de Benavente motivó que el pelotón no fuese tan amontonado como en otras ocasiones. El trazado, llano y liviano.
En el kilómetro 43, cerca de Castronuevo, provincia de Zamora, saltaron dos corredores, el holandés Bauke Mollema, de Rabobank y Mikel Ilundai, de Orbea, aunque antes se produjeron un par de intentonas que rápidamente fueron anuladas por un pelotón estirado debido al leve viento de costado que soplaba desde la derecha.
Lepheimer estaba tranquilo, ya que el mejor colocado de los fugados, Mollema, estaba a una media hora del líder. No tenía nada que hacer a pesar de que la cadencia de la pedalada estaba siendo muy veloz. Una vez más, recorrieron los primeros cuarenta y ocho kilómetros en una hora.
La nota desagradable de la jornada la protagonizaron tres corredores que sufrieron una caída. Beñat Intxausti, del Fuji-Servetto, y Gustavo Domínguez y Alberto Fernández, ambos del Xacobeo Galicia, presentaban erosiones, mientras que dos de ellos una posible fractura de clavícula, según explicó a Efe el médico de la carrera, Alberto Gómez.
Una vez pasado Morales de Toro, y antes de pisar territorio vallisoletano, la diferencia de los escapados para con el pelotón se incrementó hasta los cuatro minutos y veinte segundos, aunque, veinte kilómetros más adelante, en el 107, se pudo comprobar que el grupo perseguidor, comandado por un batallador Caisse D'Epargne, con Alejandro Valverde a la cabeza, se estaba poniendo las pilas.
También el Burgos Monumental trabajó para echar al traste la fuga. El tiempo entre escapados y pelotón se vio reducido hasta el minuto y diez segundos a menos de veinte kilómetros para alcanzar la meta situada en el repecho final de la calle Hernando de Acuña de Valladolid.
Y es que resultaba obvio que la escapada, con tan sólo dos ciclistas implicados, moriría pronto. Así fue, y cuando restaban menos de quince kilómetros, hubo un reagrupamiento.
Pero esta situación duró poco, dado que, de inmediato, el granadino Francisco José Martínez ahondó en el desconcierto en las proximidades de Zaratán con un ataque solitario. Intentó aprovecharse de los pronunciados toboganes para tomar ventaja, pero Alejandro Valverde no dio tregua y anuló junto a su equipo la escapada. Todo se iba a decidir en la última subida.
Rojas ayudaba a un Valverde que, a pesar del ataque de Serrano, sacó todo lo que llevaba dentro para adjudicarse la última etapa de una Vuelta Ciclista Castilla y León que ganó el estadounidense Lepheimer merced a la infatigable labor del equipo Astana.