El estadounidense Richard Stallman, pionero y uno de los creadores del software libre, ha estado estos días por España explicando su forma de entender Internet y compartiendo su particular filosofía de vida. No tiene teléfono móvil y apenas utiliza tarjetas de crédito porque, según dice, no quiere perder su libertad y nos aconseja estar alerta y protegernos del 'Gran Hermano' que nos vigila.
Durante su participación en una conferencia en Madrid, Stallman explicó las cuatro libertades básicas en las que se sostiene el Software libre: poder ejecutar el programa como se quiera, poder estudiar y modificar el software, poder distribuir las copias del programa original sin restricciones y poder distribuir las modificaciones hechas por uno. “En el momento en el que falla alguna de estas libertades el sistema no es ético”, comenta.
Richard Stallman se esfuerza desde hace tiempo en luchar contra lo que él mismo acuñó como 'software privativo', que es el que realizan las empresas para “someter al usuario”. “Los programas con software privativo no están para servir al usuario, sino que se convierten en los guardias de la prisión”, asegura.
“El software privativo mantiene a los usuarios en estado de división e impotencia porque se les prohíbe compartir copias con los demás y no tienen el control total sobre lo que hace el programa”, explica.
Uno de los peligros del sistema de software privativo, según Stallman, es que se usa para conocer datos de los usuarios y controlarlos: “Los usuarios aceptan lo que debería ser un escándalo”.
Lo que mueve a Stallman en su lucha contra el software privativo es la libertad de los usuarios, que cada vez estamos más vigilados por los sistemas informáticos que nos rodean. Ordenadores, móviles, sistemas bancarios, sistemas de identificación, todos ellos almacenan información que hace que estemos continuamente controlados por “el Gran Hermano que nos vigila”, alerta Stallman.
LIBRE, PERO NO GRATIS
Stallman propone como alternativa utilizar el software libre, que reemplaza ese estado de división e impotencia por una situación de libertad y comunidad: los usuarios pueden formar las comunidades que quieran, pueden cooperar, pueden compartir y tienen el control de lo que hace el programa.
Lo ideal, según Stallman, sería la creación de una organización de usuarios de software libre que detectara las posibles mejoras necesarias y contratase a expertos para ejecutarlas. Los usuarios tendrían que pagar una cuota, aunque ganarían en libertad, según Stallman, quien puntualiza que “libre no significa gratis”.