No es difícil encontrar chicles en el suelo en un paseo por cualquier calle de Logroño. Tirarlos a la vía pública se ha convertido en un gesto habitual entre los ciudadanos, lo que obliga al Ayuntamiento a reforzar esfuerzos para limpiar las calles. Y es que comprar un chicle cuesta cinco céntimos, pero quitarlo con una máquina especializada, siete veces más, 35 céntimos. Por ello, el Consistorio ha retomado la campaña de sensibilización sobre los problemas de arrojar chicles a la vía pública.
'No tires los chicles al suelo' es el lema de la campaña que se va a instalar en marquesinas de la ciudad estos días y que ha presentado el concejal de Medio Ambiente, Jesús Ruiz Tutor, quien ha detallado que cada año se limpian en Logroño tantos chicles como la superficie de un campo de fútbol, unos 200.000.
Y es que cada día se limpian, de media, unos 750 chicles, unos 17 por metro cuadrado, lo que supone una superficie diaria de 44 metros cuadrados. Esto supone destinar a un operario a estas labores, además de un vehículo especial que se ha modificado con respecto a otros años, dotándolo de un motor insonorizado y un productor de vapor moderno de menor consumo energético.
Este operario se dedica sólo a estas tareas de limpieza todos los días, en horario de mañana, lo que supone un coste de 58.000 euros al año. Hay zonas especialmente afectadas por esta “costumbre”, como El Espolón, las Cien Tiendas o las proximidades de tiendas de chucherías o heladerías.
De hecho, en mayo se llevó a cabo una limpieza exhaustiva en la calle Juan XXIII, entre Jorge Vigón y Doctores Castroviejo, donde en 16 jornadas de trabajo se actuó sobre una superficie efectiva de unos 600 metros cuadrados y se eliminaron en torno a 10.200 chicles. En esta experiencia se obtuvo una reducción del coste unitario de limpieza por la alta densidad de chicles por metro cuadrado y por el aumento de la habilidad de la operaria con un aumento de la productividad.
UNA CUESTIÓN DE LIMPIEZA
Ruiz Tutor ha explicado que “estamos ante un problema de limpieza, ya que las zonas afectadas vuelven a estar igual que como estaban antes de la limpieza en menos de seis meses”. Además, ha insistido en “el deterioro que suponen los chicles en el suelo para la imagen de la ciudad”. La ordenanza recoge sanciones leves de 12 a 300 euros para los que tiren chicles, pero el concejal reconoce que es difícil “pillar” a alguien en el momento de hacerlo.
Cada español consume una media de 3 kilos de este producto y de caramelos masticables al año. Si no se retiran, tardan en degradarse no menos de cinco años, con el consiguiente perjuicio para el medio ambiente, ya que acumulan, según estudios científicos, unos 50.000 gérmenes. Son, por tanto, un foco de infección, no sólo para los ciudadanos sino también para los animales que pasean por la calle.