El pasado mes de marzo, durante su visita a Camerún, el papa se dirigió a los medios hablando del sida como “una tragedia que no puede superarse únicamente con dinero, ni distribuyendo preservativos, que pueden incluso agravar el problema”. Es la primera vez que el Papa ha hablado directamente contra el empleo de preservativos. Si bien se conoce la posición de la Iglesia más conservadora en contra del empleo de anticonceptivos, el predecesor de Benedicto XVI, Juan Pablo II, nunca habló en público contra los preservativos como método para evitar el contagio del VIH.
“No hay pruebas científicas que sugieran que los preservativos puedan incrementar la transmisión del VIH, más bien lo contrario”, afirma Montaner en un comunicado. Los preservativos en sus versiones femenina y masculina, empleados correctamente y constantemente, pueden reducir el riesgo de transmisión del virus entre un 80 y un 90 por ciento, añadía.
El director ejecutivo de IAS, Craig McClure, fue aún más duro en su condena de las declaraciones del líder religioso: “Es su primer viaje a África, un continente asolado por el sida. Según el Vaticano, más del 17 por ciento de la población del continente practica el catolicismo, y son más cada año. Los católicos africanos confían en el Papa. Sugerir que los preservativos contribuyen al sida no sólo va en contra de las pruebas científicas y el consenso mundial, contribuye a extender la infección y sus consecuencias: enfermedad y muerte. Tales comentarios son inapropiados en boca del máximo responsable de la jerarquía católica”.