La Organización de Países para el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) han valorado en un informe la situación actual del precio de los alimentos, para aseverar que se mantendrán al mismo nivel al menos durante la próxima década. El mal tiempo y la destrucción de las cosechas parecen estar detrás de esta escalada en los costes, aunque ambos organismos instan a las autoridades a replantearse los programas de producción de biodiésel.
El nuevo informe sobre perspectivas agrícolas anticipa un paisaje a tener en cuenta, ya que la actual crisis alimentaria a nivel global por el elevado precio de los productos básicos podría no se pasajera. No en vano, los precios de productos como el trigo o el maíz se duplicaron entre los años 2005 y 2007 y el texto augura que, “como resultado de la dinámica entre suministro y demanda, las perspectivas sugieren que los precios de las materias primas en términos nominales y a medio plazo se situarán sustancialmente por encima de los niveles que prevalecen durante los pasados diez años”.
Así, la media de los precios entre 2008 y 2017, en comparación con los niveles existentes entre 1998 y 2007, establece un incremento del 20% para la carne de vacuno y porcino, así como una subida del 30% en el caso del azúcar blanca, del 40% al 60% para trigo, maíz y leche en polvo, del 60% para mantequilla y productos oleaginosos y del 80% para aceites vegetales.
Estas subidas obedecen a un empeoramiento de las cosechas, los cambios en la dieta de los países emergentes, la especulación en los mercados de materias primas o los elevados precios del petróleo, que impulsan los gastos ya desde la producción, entre otros motivos. Sin embargo, el informe difundido insta a los Estados a replantearse los programas de producción de biodiésel tal y como están actualmente concebidos, especialmente por el daño que esta producción ejerce sobre la alimentación del ganado y el consumo en general. La FAO pregunta en este aspecto si no habrá llegado el momento de abrir la puerta definitivamente a los cultivos modificados genéticamente.
Uno de los autores del análisis, Merritt Cluff, subrayó que los “biocombustibles son la nueva y mayor fuente de demanda para la agricultura”, por lo que la FAO se encuentra “muy preocupada”, según informaciones de la BBC recogidas por otr/press. A su juicio, “los incentivos del Gobierno estadounidense para la producción de etanol están distorsionando el mercado”. La FAO y la OCDE recuerdan que la producción mundial de etanol se triplicó entre 2000 y 20076, se espera que se doble en la próxima década, hasta los 127.000 millones de litros anuales. La de biodiésel aumentará desde 11.000 millones de litros anuales en 2007 a cerca de 24.000 dentro de diez años.
La respuesta, según el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, pasa por la liberalización de la capacidad productiva de los agricultores. “Las restricciones comerciales tienen a menudo efectos indeseables e inesperados”, advirtió