Era uno de los Oscar más seguros de la noche y la suerte no le dio la espalda. Javier Bardem ha hecho historia al convertirse en el primer actor español en ganar un premio de la Academia de Hollywood. Bardem se llevó la estatuilla como mejor actor de reparto por su magistral interpretación del despiadado asesino Anton Chigurh en 'No es país para viejos', la cinta de los hermanos Coen, que se convirtieron en los grandes triunfadores de la noche al hacerse también con los premios a mejor película, mejor dirección y mejor guión adaptado.
Bardem dedicó el Oscar a los Coen, a todos sus compañeros de reparto, a toda España y, especialmente, a su madre y a su familia por engrandecer la profesión cuando “ser actor era una expresión de libertad y valentía”. Pero la alegría no fue completa para el cine español, ya que el compositor donostiarra Alberto Iglesias volvió a quedarse a las puertas de la gloria y no pudo conseguir el Oscar a la mejor banda sonora.
El tío Oscar cumplía ochenta años y Bardem fue uno de los invitados de honor en su fiesta. Haciendo buenos todos los pronósticos, el actor canario se alzó con el premio a la mejor interpretación de reparto. Un galardón que esperaba sentado en las primeras filas del patio de butacas del teatro Kodak de Los Angeles flanqueado por su madre, Pilar Bardem, y por el mítico Jack Nicholson, pertrechado tras sus sempiternas gafas de sol. Inmejorable compañía, que demuestra que en Hollywood nada se deja al azar.
La incertidumbre, si es que había alguna después de todos los premios y reconocimientos cosechados por el actor español, duró poco y a las 3.17 horas de la madrugada (hora española), Bardem pasó a formar parte del selecto grupo de los oscarizados. Fue Jennifer Hudson, que el año pasado se hizo con el Oscar a la mejor actriz de reparto por 'Dreamgirls', la que entregó la estatuilla a un exultante Bardem que comenzó su discurso agradeciendo el premio a los hermanos Coen, “por estar tan locos como para creen en mí y por hacerme el peor corte de pelo de la historia” y a todos sus compañeros de reparto.
“Y esto lo tengo que decir en español”, continuó Bardem, y ya en castellano, y mirando a su madre que lloraba desde la primera fila, proclamó mientras empuñaba en alto su estatuilla: “Mamá, esto es para ti, para tus abuelos, para tus padres, Rafael y Matilde, esto es por los cómicos de España que han traído como tú la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España y para todos vosotros”.
“COMO MOLA MI PISTOLA”
Ya más tranquilo en un hotel en el que tras la gala atendió a los medios españoles, señaló que “en el caso de que sucediese el milagro”, su intención con su discurso era, además de hacer llorar a su madre, “resaltar la importancia de la dinastía de los Bardem” cuando “ser actor era una expresión de libertad y valentía en el régimen de Franco” y ensalzar “la palabra cómico, una palabra que está siendo denostada y que entraña mucho orgullo”. El actor también se refirió a su ilustre compañía, y confesó que “cuando me han sentado al lado de Jack Nicholson he dicho: 'como mola mi pistola'” y aseguró que recibir un Oscar es, en última instancia, una cuestión de “azar”.
Bardem culminaba así su ascenso al Olimpo de las estrellas de Hollywood en un año en el que su interpretación del perturbado e inhumano asesino de 'No es país para viejos' le ha valido 16 premios, entre ellos el Globo de Oro y el BAFTA británico. El actor español, que ya estuvo nominado al mejor actor protagonista en 2001 por 'Antes que anochezca', se impuso a Hal Holbrook por 'Hacia rutas salvajes'; Casey Affleck por 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford'; Philip Seymour Hoffman por 'La guerra de Charlie Wilson'; y Tom Wilkinson por 'Michael Clayton'.
La de Bardem fue una de las cuatro estatuillas que se llevó 'No es país para viejos' que se hizo con la mitad de los ocho galardones a los que estaba nominada. El film de Joel y Ethan Coen se alzó con el premio al mejor guión adaptado, mejor dirección y mejor película imponiéndose a 'Michael Clayton', 'Juno', 'Pozos de ambición' y 'Expiación'. Los Coen se convirtieron así en los grandes triunfadores de una gala plana que, conducida de nuevo por el humorista Jon Stewart discurrió sin grandes sorpresas y con un ritmo algo encorsetado. Puede que el hecho de que el guión de la ceremonia se haya elaborado en apenas diez días, desde que los guionistas estadounidenses decidieron poner fin a la huelga, tuviera algo que ver.
HOLLYWOOD SE RINDE A EUROPA
Lo que sí tuvo la 80 edición de los premios de la Academia de Hollywood fue un intenso sabor internacional. De hecho, además del de Bardem, los otros tres premios en el apartado interpretativo fueron a parar a manos de actores europeos. Así, el otro gran favorito de la noche, Daniel Day-Lewis, se hizo con su segundo Oscar como mejor actor protagonista por su papel en el drama petrolífero 'Pozos de ambición'. “Esto es lo más cerca que voy a estar de la reina”, dijo el actor británico tras recoger el premio arrodillado cual caballero de Su Majestad de manos de Helen Mirren.
El premio a la mejor actriz fue para la francesa Marion Cotillard por su encarnación de la célebre cantante Edith Piaf en 'La vida en rosa', que entre lágrimas agradeció el premio “a la vida y al amor”, mientras que la británica Tilda Swinton se hizo con el Oscar a la mejor actriz de reparto por su papel de ejecutiva agresiva y sin escrúpulos en 'Michael Clayton'.
La ex stripper Diablo Cody se hizo con el Oscar al mejor guión original gracias a los incisivos diálogos de 'Juno' y no dejó pasar la oportunidad de dedicar el premio “a todos los escritores de Hollywood”. El premio para la mejor película de habla no inglesa, que entregó una espectacular Penélope Cruz, fue para la cinta austriaca 'Los falsificadores'. Y precisamente la cruz de la noche fue para Alberto Iglesias. En su segunda nominación al Oscar con la música de 'Cometas en el cielo' el compositor vasco volvió a irse de vacío y se quedó sin el premio a la mejor banda sonora que fue a parar a manos de Dario Marianelli por 'Expiación'.