El Ejecutivo nipón, muy criticado por su gestión de la catástrofe de Fukushima, ha explicado en un último parte que la radioactividad es “muy alta” en el entorno de la central nuclear y ha reconocido que le gustaría acelerar los trabajos en la planta debido a la alta peligrosidad que suponen los índices radioactivos detectados.
Esta difícil situación ha obligado al Ejecutivo japonés a modificar su política económica: el gasto que ha conllevado, y que aún se espera, la emergencia nuclear y humanitaria tras el terremoto, el tsunami y las evacuaciones derivadas del accidente de Fukushima va a retrasar una serie de reformas fiscales que quería emprender el gobierno de Kan.
Sin embargo, una de las medidas que serán tomadas con rapidez será la rebaja de impuestos corporativos para facilitar la financiación de la reconstrucción del país.
Además, en este mismo anuncio, Naoto Kan no descartaba subir los impuestos, una opción que “se baraja entre otras posibilidades” para hacer frente a los enormes costes que conlleva salir del atolladero en que se encuentra Japón desde el pasado 11 de marzo. Los gastos en conjunto para salir adelante podrían rondar los 177.000 millones de dólares.