Toca esperar. La salvación matemática del Logroñés no es definitiva. Es virtual y muy mal se tendría que dar para que los rojiblancos cayeran al pozo de la promoción por el descenso, único lastre con que podrían acabar la temporada una vez eludido el descenso directo. Es el castigo que tiene el no saber hacerle un gol a Osasuna B, un equipo que se está jugando la vida y que en punta tiene menos peligro que un canibal desdentado. Una ocasión en 90 minutos lo dice todo.
Hace años que Osasuna jugara en Logroño era toda una fiesta. Las aficiones, deshermanadas casi, casi por obligación (en esto de fútbol es tan importante tener amigos como enemigos) se mofaban mutuamente de las penas ajenas. Ahora todo ha cambiado y Las Gaunas se conforma con un pseudo 'derbi' cuyo único rastro fue la pareja de policías nacionales que custodiaron el autobús del Promesas.
Dentro del césped la rivalidad no fue tal. Las obligaciones primaban sobre cualquier efecto secundario del triunfo y como Osasuna era quien más se jugaba, fue quien más propuso. Al menos en el arranque. El conjunto navarro, lejos de afrontar el partido desde la condición de víctima, se limitó a ejecutar el papel que se le asigna a cualquier filial: jugar (o intentarlo) al fútbol.
Con más órden y criterio que el Logroñés, los navarros movieron el balón con soltura, esperaron la presión de los riojanos para progresar y confiaron sus opciones de gol a la velocidad de Angel y el remate de Valiente. Funcionó todo menos lo último. Además, con el paso de los minutos, el Logroñés se hizo con el balón y comenzó, con menos criterio pero con más peligro, a acercarse al gol. Sobre todo en las jugadas por banda y a balón parado. Campos por la derecha y Omar por la zurda, buscaron el remate de Galiano, Jose e incluso Ubis, aunque cuando llegó fue lo suficientemente impreciso como para no asustar a Andrés, portero del Promesas.
Así se fue construyendo una primera parte en la que Omar, a los 31 minutos y tras centro de Ubis, y Candelas, a los 38 tras asistencia de Campos y de cabeza, tuvieron las dos ocasiones más claras del choque. Osasuna, sin cambiar su argumentario, tuvo el gol al borde del descanso, pero el remate forzado de Vega tras asistencia de Ángel acabó en las manos de Stef en su única intervención de entidad de la primera parte.
La segunda parte comenzó con un más que claro penalti por mano de Samuel en el interior del área que el árbitro no vio y que desató las protestas de jugadores y grada. Pasado el enfado Osasuna B asumió el mando del partido. Marcaron el ritmo de juego aunque con las mismas carencias que en la primera parte: falta de pegada. Todo lo más que construyó Osasuna fue una internada de Ángel que disparó desde el ángulo del área pequeña y que rechazó Stef eludiendo también el intento de remate de Ibai.
Controlado el partido y sólo sufriendo en esporádicas llegadas del Logroñés que buscaban la velocidad de Ubis, el pase de Tomi y la pegada lejana de Candelas. Nada de nada. Osasuna tocaba y tocaba, pero en horizontal. La verticalidad, algo esencial para ganar un partido, acababa cuando los navarros encontraban la frontal del área.
Así fueron cayendo los minutos y lo mejor llegó en el 90. Con el reloj marcando la hora del adiós Apareció Campos, Tomi remató y el escorzo de Andrés a punto estuvo de confabularse con los pies de Ubis, que pasaba por allí. Se rozó la carambola imposible. Pero fue imposible. El 0-0 provisional era ya definitivo.
FICHA TÉCNICA:0 - Logroñés:
Stef, Galiano, Machote, Negredo, Raúl García, Candelas, Campos, Jaume, Ubis, José (Tomi, m. 76) y Omar (Zeki, m. 88).
0 - Osasuna B: Andrés, Samuel, Etxaide, Jonathan, Ione, Oier, Jokin, Gascón, Vega (Guille, m. 64), Ángel (Lizoain, m. 85) y Valiente (Ibai, m. 57).
Árbitro: Julen García, del colegio vasco. Amonestó a los locales Omar , Candelas y Machote y al visitante Etxaide.