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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Pensamiento, saber, conocimientos

Rioja2

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Los críticos del “Plan Bolonia” afirman que este plan es un primer paso hacia la privatización de la universidad. ¡Ojalá fuese así, y hubiera alguna intencionalidad! Incluso podría tener sentido. Pero todo parece indicar que se ha llegado a la formulación de este plan sin orientación política. De su redacción se han encargado los muy pulcros y burocráticos funcionarios de la UE, eficaces a la hora de “asentar formalmente” las instituciones, pero que no van, no pueden ir, más allá.

Así, el plan se ha orientado a la normalización de las titulaciones. Sólo interesa la homogenización de los conocimientos. Quedan al margen, las medidas de apoyo al desarrollo del pensamiento y del saber. El modelo resultante es débil y por tanto puede ser objeto de manipulaciones y estrategias de todo tipo, incluso las privatizadoras. A pesar de las normas, la situación universitaria está muy abierta y la postura del profesorado puede ser decisiva en el devenir de la Universidad.

El Plan Bolonia, nombre con el que se conoce el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ha sido definido en París, Bolonia y Praga en los años 1998, 1999 y 2001 respectivamente, ha puesto letra a la música que una parte importante de la sociedad viene tarareando desde hace ya muchas décadas: servirse de los títulos universitarios (y similares) para lograr el ascenso social.

Es la intención del Plan. La Web de Ministerio de Educación es explícita: “Los títulos del Plan Bolonia potencian las salidas profesionales de los universitarios. El Plan Bolonia tiene como un objetivo esencial mejorar la empleabilidad de los graduados universitarios, facilitando su adecuación a las demandas reales de los puestos de trabajo...... Gracias a ese enfoque, el mercado laboral contará, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, con un abanico de Grados.....”

El Plan plantea una mayor eficiencia de las titulaciones universitarias (ahora ya todo es universidad, incluso los estudios técnicos), a la hora de buscar trabajo en las empresas. Por supuesto las familias de la clase alta (profesiones liberales, empresarios de solera, altos directivos), tienen más medios, o en todo caso tienen la capacidad de instrumentalizar a su favor el Espacio Europeo de Educación Superior. No se sostiene la comparación del Espacio Europeo con el modelo americano de universidades. Eficiencia laboral (modelo europeo), frente a excelencia en el saber (modelo americano).

El modelo universitario americano es fuerte porque además de estar orientado al objetivo de la excelencia, resulta muy eficiente en la profesionalización de sus universitarios. El modelo “París–Bolonia–Praga”, será contestado. Las clases más favorecidas de la sociedad crearán sus propios Institutos y Centros de Formación (¿seguirán llamándoles Universidad?) para garantizar a sus propios hijos, la excelencia en los ámbitos intelectual, profesional y incluso artístico. Y atraerán hacia ellos a los mejores talentos de todos los estratos sociales. Extraídos mediante pruebas y criterios muy exigentes que garanticen la capacidad y el sometimiento agradecido de su voluntad.

Había la posibilidad de desarrollar en Europa, siguiendo las propuestas de los críticos, un modelo de universidad diferente y sobre todo, más libre, es decir más estable, aunque probablemente más lento que el muy reglamentista Plan Bolonia: dejar fluir y fomentar las relaciones entre las propias universidades, reforzando, facilitando y por supuesto financiando la actividad de los grupos de catedráticos que, por encima de camarillas y ambiciones de poder, están enfocando el trabajo de sus cátedras hacia la excelencia.