La central de Fukushima sigue bajo un control in extremis mientras las autoridades deciden cómo solventar la crisis nuclear y, por ende, energética que le espera a Japón en los próximos meses.
De los seis reactores, el tercero era el más problemático hasta las últimas horas. A él se suma de nuevo el segundo reactor, del que emanan altos niveles de radioactividad. El jefe de Gabinete nipón, Yukio Edano, cree que puede deberse a una fusión parcial de sus barras de combustible. En todo caso no descartan que sea un problema temporal por lo que el Gobierno japonés ha llamado a la calma.
Por seguridad, Edano mantiene el perímetro de 20-30 kilómetros inhabitables en torno a la central nuclear, que incluso fue ampliado la semana pasada en uno de los momentos más críticos del reactor-3.
Además desde el Gobierno nipón consideran intolerable la alarma que se creó la semana pasada cuando la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) erró en sus datos y advirtió de una radioactividad diez millones superior cuando resultaba ser de diez mil veces. Es precisamente este motivo el que está retrasando los trabajos en los tres primers reactores donde no se ha podido aún restablecer el sistema de refrigeración.