“Quiero que pongas mi nombre”. Dice Natividad Peña nada más levantar el teléfono para la entrevista. “Me ha costado muchos años decir 'a mi me pasó' y ocultar mi nombre ahora sería dar un paso atrás”. Natividad Peña sabe lo que es estar callada. Como tantas otras víctimas de violencia machista en los años 80.
“Tanto sufría desde el inicio que mi deseo era que nos matáramos, que tuviéramos un accidente de tráfico y allí se acabara todo. Con esto te doy una pista de mi historia”, suelta con seguridad Nati como de repente cuando empieza a contarla.
Había sufrido episodios de violencia en el noviazgo. “Tuve antecedentes y ahora me hubiera dado cuenta, sí, pero estaba en un estado de enamoramiento que no he sido consciente hasta después”, lamenta. Sin embargo, en aquel momento, “estabas acostumbrada a ver esos malos tratos a las mujeres, era un hechos que se daba regularmente y estaba muy normalizado”.
Y Nati calló y tragó. También se lo ocultó a su familia. “A mis padres les tuvo que avisar una vecina. Un día vino mi madre a verme y la vecina subió y le dijo ¿le ha contado su hija lo que está pasando? Mi madre se quedó de piedra”, cuenta esta superviviente que ha querido poner palabras y nombre a este 25N.
“No estoy en las estadísticas por suertem no porque no haya intentado matarme”
Mientras ella callaba por miedo, la violencia continuaba. “Yo no estoy en las estadísticas por una cuestión de suerte, pero no porque no haya intentado matarme”. Nati, que ha sufrido todos los tipos de violencia machista, puntualiza, “solo hay una, la que ejercen los hombres sobre la mujeres, todas sus formas son violencia”.
El tabú de no mirar a la violencia en los hogares llenó esta época de víctimas silenciosas de la violencia de género. Y es que aunque Nati no decía nada, todo el mundo lo sabía. Y pone un ejemplo tan claro como terrible: “Un hombre mató a su exnovia en el barrio y todos los vecinos llamaron a mis padres pensando que me habían matado a mí”. Y deja caer otro dato que describe el momento: “aquello se registró como asesinato pasional”.
“La sociedad me volvió la espalda, incluso después perdí a mis amigas, que no querían ir con una separada”. Pero reconoce, “sí que es cierto que alguna gente se implicó”. Recuerda que una vez salió corriendo de casa y se encontró a dos policías locales en la puerta que les había avisado una vecina de forma anónima u otra vez que un butanero amenazó al marido y le dijo “que sea la última vez que pegas a tu mujer”. ¿Pero tenía que haber una primera?
La violencia se volvió extrema tras la separación
Separarse en aquella época no era fácil, ni siquiera en ese momento te podías divorciar directamente. Todavía menos si, como ella, era víctima de violencia machista. Pero la situación se volvió insostenible y médicos, servicios sociales y abogados le urgían a separarse. “Estaba que no aguantaba más pero iba siempre al abogado, me desahogaba y no tenía valor de separarme. Un día me llamó y me hizo firmar unos papeles y me digo 'has firmado tu separación, ya no hay vuelta atrás”. Osea que decidió por mi porque yo no me atrevía“, recuerda.
¿Y así acabó la pesadilla? “No. La violencia se hizo más extrema”. No cumplía las órdenes de alejamiento y se saltaba todas las medidas: “intentó ahogarme y salieron de un bar a auxiliarme ante los gritos”, recuerda. Él fue muchas veces juzgado y condenado, pero entonces no existían las penas que hay ahora. Los recuerdos desgarradores salpican todo el discurso.
Nati es incapaz identificar el final de los episodios de violencia: “Él falleció, pero yo vuelvo a revivir todo y se me representa y me tienen que decir constantemente que está muerto. Pero para mí no está muerto, lo tengo ahí, tengo el miedo ahí”. Esta mujer sufre a sus 62 años estrés post traumático y sigue en terapia psicológica.
La violencia machista es más invisible en las zonas rurales
Sin embargo todavía tiene fuerza y la emplea en ayudar a mujeres en salir de situaciones de violencia machista, especialmente en los pueblos, donde lleva años llevando este mensaje a través de FADEMUR. “Empecé ir a charlas a los pueblos como hace treinta años y una vez en Ribafrecha un grupo de hombres empezó a mover el coche y lo querían tirar con nosotras dentro”.
Afortunadamente ve un cambio, especialmente por los servicios sociales o de salud atendidos por profesionales implicados. Pero pone el acento en la educación y advierte: “en generaciones posteriores hubo un momento que los hombres empezaron a colaborar, pero es que ahora los jóvenes están más involucionados y han retrocedido”.
“En un pueblo lo que yo hice en aquellos años era imposible, como se conocía todo, había que aguantar. Es una sociedad totalmente patriarcal, con mucha arraigo y con relaciones entre familias”, considera Nati, que aunque vivía en Logroño, procede de un pueblo. “Todavía estoy con algún familiar y le cuento qué es esto, el miedo que yo paso y los ataques de pánico que me dan. Pero no quieren saber nada”.
Pero no pierde la fuerza y quiere que su sufrimiento sirva para que tantas mujeres en las que se ve reflejada no pasen por lo mismo: “Hay que denunciar, hablar mucho, sobre todo con las mujeres que ya lo han sufrido, porque te vamos a entender. No hay que tener vergüenza, no eres una apestada, no eres menos por decirlo. Hay que condenarlo”. Le costó, pero ella dió el paso de decir a mi “me pasó” para dejar de estar invisibilizada y poner nombre y palabras a la violencia machista por todas las que vendrán.
Recursos contra la violencia machista:
- Teléfono de información de la mujer 900 71 10 10
-Las mujeres víctimas de violencia de género en La Rioja tienen a su disposición la aplicación AlertCops
-Red de alojamientos de mujeres
- Centro asesor de la mujer (CAM) 941 294550
- Oficinas de asistencia a la víctima del delito (OAV)
- Logroño: 941 296365
- Calahorra: 94114 53 48/6
- Haro: 94130 56 25/6
- 016 Servicio telefónico de información y de asesoramiento jurídico en materia de violencia de género
- Red Vecinal contra la violencia de género e intrafamiliar 941244902/ 636759083
- SOS Rioja 112
- Teléfono de emergencias de Logroño 900 101 555
- Instituto de medicina legal de La Rioja 061
- Policía Nacional 061
Servicio de atención a la familia. (SAF) 941 272 054 - 941 272 071
- Policía Local 092
Unidad de Prevención Asistencia y Protección (UPAP) 941 272 109
- Guardia Civil 062
- ERIE (Equipo de Respuesta Inmediata a Emergencias) a través del 112
- Punto de encuentro familiar: 941 291 695