Estudios realizados en el laboratorio experimental de la Cátedra del Dolor han demostrado que medicamentos de distintas familias (opioides, combinados con AINES y paracetamol en proporciones adecuadas), mejoran la analgesia y controlan los efectos adversos que pudieran aparecer.
La combinación de distintos analgésicos en dolor después de una intervención quirúrgica ha demostrado un mayor control del dolor y de los efectos indeseables que pueden provocar fármacos como los opioides. Así lo ha puesto de manifiesto Margarita Puig, directora del Master en Fisiopatología y Tratamiento del Dolor, la principal actividad docente de la Cátedra de Investigación y Docencia en Dolor UAB-IMAS-MENARINI, que ha reunido en Barcelona a expertos nacionales e internacionales en dolor.
“Estas asociaciones –puntualiza la profesora Puig- deben tener una base científica, porque de lo contrario se puede producir una combinación que sea perjudicial para el paciente si no se controla adecuadamente el tipo de fármaco y la dosis que se utiliza en la combinación”. Según la profesora, ya se han demostrado los efectos beneficiosos de la 'analgesia multimodal', nombre de esta terapia a base de combinaciones, en dolor postquirúrgico, pero aún no se han obtenido resultados definitivos en el dolor crónico.
PREVENIR EL DOLOR
Los opioides son los analgésicos más eficaces disponibles en la actualidad, son indispensables para suprimir el dolor tanto durante la cirugía (anestesia general), como en el periodo postoperatorio. Sin embargo, cuando se utilizan opioides durante la anestesia, pueden producir efectos adversos en el postoperatorio y es por ello que resulta tan importante reducir la dosis de opioides mediante la utilización de técnicas multimodales, que han demostrado beneficios importantes para el paciente.
Además de la combinación de distintos fármacos analgésicos, recientemente la Cátedra del Dolor ha iniciado estudios experimentales orientados a explorar la terapia génica en el tratamiento del dolor postperatorio. “Se trata de inyectar virus inocuos modificados genéticamente, que liberan opioides endógenos en el organismo. En estos estudios preclínicos hemos podido demostrar que los vectores son capaces de prevenir que aparezca dolor postoperatorio”, ha explicado la profesora Puig.
La genética y la biología molecular, están ayudando a los científicos que trabajan en el desarrollo de nuevos fármacos contra el dolor, y ha sido uno de los temas más relevantes en este módulo del Master en Fisiopatología y Tratamiento del Dolor. La profesora Ulrique Stamer, de la Universidad de Bonn, ha señalado que en un futuro, el tratamiento del dolor se realizará de forma totalmente individualizada, teniendo en cuenta la menor o mayor sensibilidad de cada persona a una terapia concreta, a través del estudio de su perfil genético.
Según Stamer, “hoy en día sabemos que dependiendo del lugar de procedencia de cada individuo, puede existir una mayor o menor sensibilidad a determinados fármacos. Sin embargo estos grandes rasgos no se dan en todas y cada una de las personas de una zona concreta, por tanto, si ajustamos una dosis basándonos en los datos de un colectivo y nuestro paciente presenta una mutación genética determinada, como por ejemplo ser metabolizador ultrarápido de esa sustancia, se pueden producir consecuencias fatales”.