Un tercio de los profesionales de enfermería de La Rioja ha tenido síntomas de Covid-19

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Aproximadamente un tercio de las enfermeras y enfermeros han tenido síntomas de la Covid-19 en La Rioja, según la encuesta difundida por el Sindicato de Enfermería SATSE, que concluye que estos profesionales ponen de nota un 4,7 sobre diez a la gestión de la Consejería a la hora de solucionar sus problemas durante la crisis sanitaria.

También dan de media un 5,3 sobre 10 a la cantidad y calidad del material de protección que han tenido a su disposición en los peores momentos de la pandemia, viéndose obligados siete de cada diez a reutilizar las mascarillas FPP-2 o FPP-3 para atender a pacientes y ciudadanos.

Estos resultados proceden del análisis que la empresa especializada en estudios online Sondea ha elaborado para el Sindicato de Enfermería, SATSE, tras realizar una encuesta a finales de mayo y principios de junio a un total de 8.218 enfermeras y enfermeros del conjunto del Estado sobre su situación y condiciones de trabajo en la actual crisis sanitaria de la Covid-19.

La “afectación de la enfermedad dentro del colectivo enfermero, la escasez de material y equipos de protección, y sobre todo las consecuencias que su lucha contra la enfermedad ha supuesto nivel personal y familiar” son algunas de las principales conclusiones del estudio y que, a juicio de SATSE, refrendan las “sucesivas y reiteradas peticiones que desde la organización sindical se han realizado tanto a nivel nacional como internacional”.

En lo que respecta a La Rioja, el estudio señala que nueve de cada diez profesionales de Enfermería encuestados han trabajado durante la crisis sanitaria (96,9%) y que nueve de cada diez han tenido contacto con pacientes diagnosticados o sospechosos de coronavirus (96,8%). De los enfermeros y enfermeras encuestados, un 32 por ciento aseguran haber tenido síntomas de la enfermedad.

En cuanto a las pruebas de detección de la enfermedad, fueron realizadas al 97,9 por ciento de las enfermeras y enfermeros de la comunidad autónoma. El análisis apunta que a un 97,8 por ciento les han hecho pruebas PCRs, a un 46,7 por ciento, test rápidos, y a un 71,7 por ciento le realizaron estudios serológicos.

En lo que respecta a la protección con la que han contado para realizar su trabajo, la cantidad y calidad del material disponible ha sido valorado por los profesionales durante las peores semanas de la pandemia con 5,3 puntos sobre 10, siendo muy mal puntuada (de 0 a 4) por el 35,1%. Ahora es percibida con una media de 6,8 sobre 10.

Asimismo, cinco de cada diez enfermeras y enfermeros consideran que necesitarían más información y formación sobre el manejo de los EPIs (53,2%), y un 16 por ciento declara no haber recibido ningún tipo de información y formación al respecto.

El material que más han tenido que reutilizar las enfermeras/os ha sido la mascarilla FPP-2 o FPP-3, en concreto, un 77,7% de los profesionales encuestados.

De otro lado, la encuesta pregunta a las enfermeras y enfermeros sobre la gestión de la Consejería a la hora de solucionar sus problemas durante la crisis sanitaria, y le dan una nota media de 4,7 sobre 10. En cuanto a la implicación del centro sanitario o sociosanitario en el que trabajan durante la crisis le dan una nota de 5,1 sobre 10, mientras que puntúan con un 6,7 sobre 10 a la implicación de su mando superior.

El estudio realizado también concluye que un 23,4% de las enfermeras/os de La Rioja ha realizado alguna denuncia, escrito de queja o similar respecto a las circunstancias de seguridad existentes en las semanas de crisis sanitaria.

Asimismo, la pandemia de la Covid-19 ha llevado a la reubicación del puesto de trabajo al 24,5 por ciento de las enfermeras y enfermeros encuestados, y un 8,5% de las enfermeras/os ha necesitado ayuda psicológica por la sobrecarga laboral y duras condiciones que han tenido que soportar (estrés, ansiedad, contacto permanente con el dolor y, en muchas ocasiones, la muerte…), según el estudio realizado por la empresa Sondea.

SATSE insiste en que “todos los problemas, errores y deficiencias constatadas no pueden volver a producirse en caso de nuevos rebrotes de la enfermedad, porque sería una falta de respeto a la dignidad de los ciudadanos y de los profesionales”.