Un homenaje de Oro

Casimiro Curbelo

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Esta semana que ahora acaba el Cabildo de La Gomera ha recibido la medalla de oro del Parlamento de Canarias. Un acto que desde la Isla Colombina hemos recibido como un sincero reconocimiento a lo que ha sido y significado esta institución en nuestra tierra durante los últimos 101 años de vida. Los cabildos nacieron con un área territorial muy acotada pero con unas competencias que han ido variando a lo largo del tiempo. Este reconocimiento, que se está haciendo extensivo a todos los cabildos de las islas, quiere resaltar la contribución que las instituciones han hecho en la mejora de la calidad de vida y a la convivencia de Canarias y de los canarios. La Mesa del Parlamento ha demostrado con la concesión de estos galardones que es un órgano cercano y comprometido con los problemas y apiraciones de las islas y sus habitantes. Y no podemos menos que agradecer esta actitud. Un siglo da para mucho. Por ello no es extraño que en este tiempo sobre esta figura institucional hayan sobrevolado un amplio número de teorías. Desde la que pretendían que sustituyeran al gobierno autónomo hasta las que abogan por su desaparición. Supongo que como toda cuestión administrativa es objeto de discusiones sin fin.

El hecho objetivo es que el Cabildo de La Gomera ha funcionado como un instrumento imprescindible a la hora de contribuir de forma notoria a transformar la realidad insular. Aunque por supuesto todavía queda mucho por hacer. Un reto es aumentar la capacidad de autogobierno y hacer más ágil, viable y eficaz la respuesta que demos a los ciudadanos. Los cabildos han demostrado ser una figura institucional capaz de resistir a todo tipo de vaivenes y teorías políticas. Nacieron en 1913 en medio de una crisis sin precedentes, han atravesado una república, varias dictaduras, se han consolidado en la democracia y las perspectivas apuntan a que con el tiempo se convertirán en una pieza clave en la configuración administrativa canaria. Todo ello implica que han sabido convivir con monarquías puras y monarquías parlamentarias, regímenes autoritarios, un atroz guerra civil, intentos para ser borrados del mapa y de presiones para suplantar al gobierno regional.

El Cabildo de La Gomera ha sido testigo de excepción de hechos históricos como la división provincial, la emigración de nuestro pueblo en la época de hambruna, la restricción de las libertades, la implantación de la autonomía, el pleito insular y la recuperación de su papel como auténtico gobierno de la Isla. Después de todo ello seguimos siendo en la actualidad administraciones cercanas y aceptadas por los ciudadanos. Entidades imprescindibles en el futuro mapa político y administrativo de Canarias. Instituciones que se han convertido en la más genuina expresión del acervo politico e institucional de nuestras islas. El galardón entregado el pasado jueves es interpretado por los gomeros como un reconocimiento al trabajo que hemos desarrollado durante el último siglo. Los cabildos y la legislación que los regula suponen un paso decisivo para afrontar las necesidades reales de cada isla en lo que tiene mucho que ver el habernos dotado de un sistema financiero propio.

Ahora nos enfrentamos a una nueva Ley de Cabildos que bajo mi punto de vista debe apostar por el fortalecimiento y alejarnos todo lo posible del centralismo que a veces aflora en alguna de las fuerzas parlamentarias. La nueva Ley sólo puede reflejar un hecho incuestionable y es que hoy por hoy no se puede entender Canarias sin sus cabildos. Otra modificación importante en la que debemos trabajar es conseguir que las instituciones insulares estén representadas de forma efectiva en el Parlamento. La actual comisión que lleva su nombre no tiene ningún sentido. Nuestro Estatuto debe otorgar una presencia directa a los cabildos. Disponemos de competencias propias como administraciones local y transferidas de la Comunidad autónoma, en un territorio que es una realidad geográfica incuestionable. Por lo tanto el papel de los cabildos en el Parlamento debe estar a la altura de esa realidad. No es descabellada la propuesta de que los presidentes sean diputados natos. Desde este puesto tendríamos una verdadera oportunidad para defender, por ejemplo, que bajo ningún concepto desaparezca la triple paridad. Instrumento básico para que las islas periféricas hayan podido sumarse al tren del desarrollo. Considero tan irrenunciable la triple paridad que incluso creo que debería aplicarse en un Parlamento con un número reducido de diputados.

Así que en este punto nos encontramos: Pasado el siglo de vida los cabildos siguen siendo un instrumento perfectamente válido para dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Ahora más que nunca debe prevalecer el compromiso de seguir trabajando como si fuera el primer día para hacerlos instituciones modernas y de proyección insular. Unas administraciones alejadas del pleito entre islas y comprometidas con los ciudadanos y sus problemas y más aún en un momento de crisis y de dificultades. Debemos también seguir recordando al gobierno central, que a veces tiene una memoria débil que en Canarias existe una administración cuyos límites naturales son el mar pero cuyas posibilidades administrativas resultan indudables. Que esa administración existe desde hace 101 años y que se llama cabildo.

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