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Cartones para separar a los mayores y mascarillas de tela: los métodos para impedir contagios de una residencia

Aspecto de uno de los comedores / zonas comunes de la residencia Ensanche de Vallecas (Madrid).

Sofía Pérez Mendoza

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Cartones de cajas de pañales sujetas con un ladrillo como método de separación y mascarillas de tela. Son las medidas tomadas por una residencia de Madrid, Ensanche de Vallecas, para impedir contagios entre los residentes en la nueva normalidad, según unas fotografías a las que ha tenido acceso eldiario.es. Se trata de un geriátrico especialmente problemático, bajo la lupa de la administración: tiene un expediente abierto por la Comunidad de Madrid por “incumplimientos graves” que puede terminar en una rescisión del contrato y está gestionado por la empresa Aralia, vinculada al constructor José Luis Ulibarri, imputado en las tramas Gürtel, Púnica y Enredadera.

Las residencias, el mayor foco de mortalidad durante la epidemia con 7.000 fallecidos en la región, son las responsables de adoptar las medidas de seguridad marcadas por la Consejería de Políticas Sociales. Y las soluciones están siendo desiguales según el centro y la empresa. El protocolo enviado por la Comunidad de Madrid incluye una distancia social de al menos dos metros, hacer turnos entre los usuarios, el uso de mascarillas de manera continua por trabajadoras y residentes con posibles síntomas, el aprovisionamiento por parte de los centros de “mamparas de separación” y EPIS o la higiene de manos permanente (con rutinas para los usuarios).

“Aquí solo han puesto cuatro o cinco mamparas, el resto de las separaciones de las mesas del comedor las hicieron con un cartón amarrado con una ladrillo. Todo puesto sobre la mesa para separar a los usuarios a la hora de comer, porque no han hecho turnos –pese a que lo indica el protocolo– dado que preferían que comieran todos de una”, explica una trabajadora que prefiere no identificarse por miedo a represalias. Según su testimonio, estos cartones ya se han retirado tras una semana instalados y ahora “no hay nada” en las mesas que ponga una barrera física entre los residentes. “Podemos estar pendientes de ellos pero no constantemente detrás de cada uno para que no se junten”, asegura.

Aralia desmiente en un correo electrónico enviado a este medio que se hayan empleado cartones y asegura que las mascarillas repartidas a sus trabajadores, aunque son de tela, están “homologadas” y disponen de “certificados acreditativos”.

Las mascarillas de tela se llevan usando varios días en Vallecas. Algunas trabajadoras las recogieron y firmaron un documento que dejaba por escrito que no estaban conformes con el material de protección, según ha podido saber eldiario.es. Unas horas después, la dirección pidió que las devolvieran con sus iniciales puestas en rotulador para “lavarlas”. En una primera versión de esta noticia se afirmaba que nunca más se entregaron pero las trabajadoras aseguran que las han seguido usando tras lavarse en cada jornada. Los equipos de protección, en general, son escasos, de acuerdo con el testimonio de una empleada, que asegura que llevan “monos de papel”. Fuentes de Aralia también niegan que haya escasez en el material.

En la plantilla, la sensación es de “miedo continuo”. A que vuelva otro brote, a estar contagiando sin saberlo porque no hay medidas suficientes, a más muertes de golpe. Según datos recabados por los familiares, al menos un tercio de los residentes han fallecido en el centro desde marzo, en torno a 50 de 150. Los precedentes de otras residencias no son halagüeños: varias han tenido que volver a echar el cierre tras reabrir el pasado 8 de junio al detectarse nuevos casos y otras ni siquiera han podido reactivar las visitas. “No sé si llegaremos a agosto abiertos y sin contagios”, manifiesta la trabajadora de la residencia gestionada por Aralia.

El protocolo de la Consejería de Políticas Sociales advierte que los “centros residenciales son un espacio de alto riesgo de aparición de brotes con una población especialmente vulnerable” y “recomienda mantener, reforzar y sistematizar estrictas medidas de seguridad”. La asociación de familiares de residentes de otro centro gestionado por Aralia, Parque de Los Frailes (Leganés), lamenta que las directrices de la Comunidad de Madrid dejen en manos de las empresas la ejecución de las medidas. “Estamos en manos de esta gente a la que se le ocurre poner un cartón para separar”, afirma Carmen López, presidenta de la asociación.

Fuentes de la Consejería de Políticas Sociales aseguran que se están haciendo inspecciones para “verificar que los centros cumplen con lo establecido en el protocolo de desescalada”. La empresa gestiona otras tres residencias (Parque de Los Frailes, Peñuelas, Isabel La Católica-La Ventilla) en la Comunidad de Madrid con contratos con la administración regional que alcanzan los 15 millones de euros y asegura que ha sido felicitada por el consejero por la “gestión durante la pandemia”. “Se lo agradecemos, suponiendo un reconocimiento a los esfuerzos realizados por la empresa y por sus trabajadores desde que empezó la pandemia y que seguimos en la actualidad realizando”, apuntan fuentes de la compañía.

“En general faltan mascarillas. Los residentes las llevan también y algunos no las han cambiado desde hace semanas, están sucias, manchadas de comida porque se las bajan...”, relata una empleada de Ensanche de Vallecas. En el centro las trabajadoras han llegado a acudir al centro de salud más próximo para pedir material de protección, como batas. De momento las visitas siguen realizándose porque no hay contagios conocidos.

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