Agentes de movilidad en el primer día del nuevo Madrid Central: “La gente no se entera, y nosotros tampoco”
La glorieta de Puerta de Toledo vuelve a ser, desde hoy, una de las fronteras de la almendra central de Madrid para los vehículos de los no residentes, una vez ha entrado en vigor la nueva ordenanza municipal de movilidad, muy similar a la que el PP se empeñó en hacer naufragar durante la legislatura anterior. Las cámaras de seguridad están funcionando, pero hasta dentro de dos meses no serán efectivas. Los agentes de movilidad sí podrían imponer multas desde ahora, pero de momento no han recibido orden, como explica una de un grupo de siete, reunidos bajo un semáforo de la rotonda, cerca de las 9:00. “La gente está un poco que no se entera, y nosotros tampoco”, señala.
El encuentro con los agentes llega después de una hora de paseo por el límite sur del distrito centro en el que no se encuentra rastro de controles. “No tengo ni idea”, indica un policía municipal que está retirando una cinta alrededor de unas plazas de aparcamiento en un lateral del parque de Atenas, junto a la calle Segovia, otra de las lindes de la zona restringida. Apenas se notan diferencias en el tráfico, dice Agustín, un empleado de gasolinera, unos metros más abajo. Elena, que para a repostar, viene de Villaviciosa y ni se había enterado de que los tribunales habían anulado Madrid Central y ahora su remedo ya está operativo. “Procuro no ir. Las multas son muy altas”, dice.
Siguiendo el recorrido hacia el este, la Ronda de Segovia es la última vía de circulación libre. El paseo Imperial, que desemboca aquí, está ya fuera de la zona limitada. Allí están los almacenes Herrero, con los trabajadores ante el portalón de entrada. El establecimiento echará el cierre definitivamente a final de mes y Juan José no está muy pendiente de la regulación del tráfico. Dice que ni se ha dado cuenta, pero avisa de que en el edificio contiguo están montando una cocina fantasma y ahí los vecinos sí que se están movilizando.
Nada parece haber cambiado respecto a la víspera, tampoco entre los sufridos usuarios del servicio municipal de bicicletas eléctricas BiciMAD, que sigue bajo mínimos. De tres estaciones que hay en un perímetro de cerca de un kilómetro, en ninguna hay una máquina que funcione. Las bicicletas son una buena alternativa al vehículo propio para circular por el centro porque están exentas de las restricciones, pero el deterioro del servicio desalienta su uso. “Tendré que ir andando”, resopla un hombre joven, tras cinco minutos comprobando que, efectivamente, las 10 bicicletas de la estación están estropeadas.
La presencia de los agentes de movilidad en Puerta de Toledo invita a pensar que por fin se ha dado con un control. Falsa alarma. Están allí porque se va a sustituir un semáforo, y tendrán que dirigir el tráfico durante el tiempo que dure la operación. Una de las agentes cavila: Tampoco cuando empezó Madrid Central se empezó a multar directamente […] Supongo que en unos días empezarán con la campaña, pero no hay ninguna orden de que empecemos a multar“, revela, y asegura que ella, por precaución, se ha comportado como si la ordenanza original no hubiese sido anulada por los tribunales. Recomienda seguir su ejemplo: ”Lo mejor es seguir haciendo las cosas bien“. Un compañero incide: ”Ya pasó el año pasado con los coches con pegatina C, a los que se siguió multando“.
En puridad, el único cambio aparente en la mañana de miércoles es la presencia en algunos de las calles limítrofes de dos señales avisando del comienzo de la zona regulada; la antigua, de Madrid Central, y la nueva, de Madrid 360, esta en panel luminoso con luces LED. Continuando por la franja limítrofe, que sube por las rondas de Toledo, Valencia y Atocha, prosigue por el Paseo del Prado hacia el norte y se desvía al oeste por Génova, se encuentra, a escasos metros de la sede del PP, un camión del que entran y salen dos operarios, que precisamente están cambiando las señales. “Hoy estamos poniendo las nuevas, las viejas las quitamos ayer”, explica uno de ellos.
Antes, en la glorieta de Embajadores, hay otra gasolinera. Allí para a echar combustible en su Audi TT de 1999 Álex, que vive justo en el exterior de la zona restringida. Está muy enfadado, porque su vehículo es uno de los que, una vez se agote el periodo transitorio, no va a poder circular no ya solo por el centro, sino dentro de la M-30. “Esto lo hacen para los que tengan pasta, para mí es una faena”. Álex ha oído que hasta noviembre las cámaras de seguridad solo emitirán avisos, y piensa apurar el plazo. Para el futuro, duda de si vender el coche. Protesta: “Me van a joder vivo”. Luego paga, arranca y se va.
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