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La Justicia asesta el primer varapalo al Gobierno de Almeida y obliga a reactivar Madrid Central

Almeida, Villacís y Madrid Central.

Constanza Lambertucci

La suspensión de Madrid Central se le había atragantado al nuevo Ayuntamiento y este viernes ha llegado la Justicia a darle la puntilla. El Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 24 ha dejado sin efecto la suspensión de las multas que acordaron PP, Ciudadanos y Vox. La medida estrella de las tres derechas en la capital ha durado una semana en la que ha habido protestas en la calle, atascos, problemas con el transporte público y quejas del sector turístico.

En la tarde del viernes un juez ha atendido al recurso presentado por Ecologistas en Acción y ha ordenado que vuelvan las multas hasta que se pronuncie de manera definitiva sobre Madrid Central. El juzgado da tres días al Ayuntamiento para que alegue lo que estime procedente, pero en su auto argumenta que las corporaciones locales deben adoptar “las medidas necesarias y suficientes” para disminuir la contaminación y promover el “derecho a un Medio Ambiente adecuado”, lo que protege también otros valores “como son el derecho a la salud”.

Es más, la resolución recuerda a las tres derechas –que hicieron del rechazo a Madrid Central el eje de su campaña– que “en la defensa del Medio Ambiente está implicada una auténtica función pública, que se base en el modelo del Estado social, y que ha llevado al Tribunal Constitucional a mantener que la protección del Medio Ambiente se constituya como límite legítimo a la actividad económica”.

Sin embargo, horas más tarde se ha conocido otro auto, del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 4 de Madrid, que en respuesta a un recurso del PSOE ha decidido lo contrario: denegar la vuelta de las multas por entrar en Madrid Central porque entiende que hay escuchar previamente al Ayuntamiento de Madrid.

Fuentes jurídicas explican a eldiario.es que se impone la decisión del juzgado que ha ordenado que se vuelva a multar, al tratarse de una medida cautelarísima. Los dos recursos continuarán su cauce y solo si los jueces resuelven de manera contradictoria, entrará a resolver el fondo del asunto el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. En una nota de prensa, el Ayuntamiento ya ha anunciado que volverá a multar “cuanto antes” a los dueños de los vehículos no autorizados que accedan al área de bajas emisiones.

El Ayuntamiento de Madrid ha dicho este sábado que reactivará las sanciones en Madrid Central el próximo lunes. Argumentan que lo harán así por los cortes de tráfico que afectan “mayoritariamente” al área de Madrid Central por el Orgullo y debido a que el auto se comunicó ayer viernes después de las tres de la tarde, así que los “efectos de plazo del recurso es como si se hubiera comunicado el lunes”.

Protestas y críticas en la prensa internacional

Las decisiones de los dos juzgados llegan tras una semana en la que las protestas se han hecho escuchar en toda la ciudad, que ha vivido la primera gran manifestación contra el nuevo Ayuntamiento el pasado sábado, y las críticas han llegado hasta la prensa internacional: el New York Times, La Stampa, Reuters o la BBC se han hecho eco de la marcha atrás al protocolo anticontaminación. Estaba en los programas electorales de las tres derechas antes del 26M y el nuevo Gobierno ha querido hacer bandera de esa marcha atrás.

El alcalde, José Luis Martínez-Almeida (PP) y la vicealcaldesa, Begoña Villacís (Ciudadanos), trataron de escurrir el bulto comparando parámetros diferentes para intentar hacer ver que la contaminación no ha disminuido con una reducción de tráfico del 30% en los últimos meses del Gobierno de Manuela Carmena.

La medida se le ha atragantado desde el comienzo al Gobierno municipal, que insiste en que no se había desmontado Madrid Central, a pesar de que la falta de sanciones volvió a llenar el centro de vehículos y permitió transitar por calles vedadas al tráfico desde principios de los 90, porque la moratoria afecta también a las áreas de prioridad residencial impulsadas en tiempos de Alberto Ruiz Gallardón y de Ana Botella.

Buses, taxis y coches particulares han quedado atrapados esta semana en atascos en diferentes zonas de la capital. Lo que normalmente recorrería en 20 minutos, a Eduardo Jorganes, taxista de 53 años, le está llevando más del doble de tiempo a las dos de la tarde: “Es insufrible”. “Es un infierno”, se quejaba el miércoles Susana Merino, una conductora que bordeaba con su coche la Puerta del Sol. “Llevo 15 minutos en esta calle”. Unos metros más allá, sobre la acera, un grupo de personas se apiñaba debajo de la parada del bus para protegerse del sol a 32 grados centígrados. El bus que esperan, el número 3, llegaba en 17 minutos. “Son las obras [de Canalejas]”, justificaba una señora; “en verano es normal”, añadía otra.

Pero la circulación sí aumentó, según los datos del Centro de Control de Tráfico, que mostraron el lunes que la tendencia de reducción de coches respecto al año pasado –que sí son homogéneas y comparan variables semejantes– se había roto con un aumento del 8,1% del uso del coche. El Ayuntamiento, sin embargo, ofreció una cifra diferente, que comparaba el primer día de la reversión de Madrid Central –que coincidió con el comienzo de las vacaciones– con el lunes anterior. Según el Consistorio, el tráfico había disminuido un 0,7% dentro de la M30. Pero ese lunes era el primero de julio y el inicio de las vacaciones para muchos, cuando el tráfico decae.

El impacto de la medida, que lleva menos de una semana en marcha, también se ha hecho notar en la regularidad de los buses, que este miércoles cayó un 2,88% pese al refuerzo de 10 autobuses en líneas que pasan por Madrid Central, según datos de la EMT.

José Luis Moreno López, conductor de autobús de la línea 2 que tiene horario de tarde, ha sufrido el cambio. “Esta distancia”, dice y señala el trayecto entre el edificio de Metrópolis y Cibeles, “la hacía de una vez y ahora tengo que parar en dos semáforos”. El recorrido entero de la línea, que completaba en 50 minutos, ahora lo hace en una hora y cinco minutos. El cuarto de hora de retraso se lo debe a los vehículos privados que antes no entraban y ahora, sin sanciones, han vuelto a acceder al centro.

Las protestas de la plataforma en defensa de la medida sonaron desde antes de que entrara en vigor la moratoria. El sábado, más de 10.000 personas, según la Delegación de Gobierno (60.000, según los organizadores), salieron a la calle. De su reclamo se hizo eco la prensa internacional: “Madrid podría convertirse en la primera ciudad europea en eliminar la zona de bajas emisiones”, criticaba el diario británico The Guardian el domingo; “Mientras las ciudades limitan la contaminación generada por el tráfico, Madrid echa atrás las restricciones a los coches”, titulaba el periódico estadounidense The New York Times un día después. La patronal hotelera, Hosteltur, expresó su preocupación y criticó en Twitter que “la repercusión internacional” de la movilización “podría afectar a la imagen de la ciudad”.

Las manifestaciones continuaron y Almeida las vinculó con la izquierda, que según él, “pretende ganar en la calle lo que no consiguieron ganar en las urnas” y de la que envidia “su tiempo libre”. La plataforma, sin embargo, agrupa a diferentes asociaciones vecinales y organizaciones –este jueves, la Federación del Taxi ha sido la última en sumarse– que defienden que la iniciativa es “necesaria y eficaz” para combatir la contaminación. 

Las quejas también llegaron por la vía administrativa: el Ayuntamiento recibió en los primeros cuatro días de esta semana 22.000 reclamaciones de ciudadanos –normalmente, no superan las 300– para pedir que vuelvan las multas a los vehículos contaminantes que circulen por la zona de bajas emisiones. Y el PSOE presentó este jueves un recurso para pedir medidas cautelares “porque está en juego la salud y la sostenibilidad de Madrid”. Ecologistas en Acción hizo lo mismo y es la respuesta a ese escrito la que obliga al Ayuntamiento a recuperar las multas.

Martínez-Almeida ha tratado de defender que las emisiones de dióxido de nitrógeno subieron debido a la medida implementada por la anterior alcaldesa en noviembre. Según los datos del Consistorio, la polución aumentó en 19 de las 24 estaciones desde que arrancó la medida, aunque ese análisis omite que desde enero a mayo de 2018 se encadenaron meses con mucha lluvia y que, en cambio, el primer trimestre de 2019 no ha contado con la ayuda de unas condiciones atmosféricas favorables. Mayo, en efecto, fue el mes con el aire más limpio en Madrid desde que hay registros.

La vicealcaldesa, Begoña Villacís, insistió en ese argumento, aunque después hizo llamadas a evitar el vehículo privado. La dirigente de Ciudadanos defiende que “no es bueno” ir “al centro en coche” y animó a “usar el transporte público”. Villacís hizo hincapié en que “Madrid Central sigue en vigor” aunque hayan desaparecido las multas –de momento hasta septiembre– y atribuyó la moratoria a problemas con el sistema.

“Esto no es una batalla política ni ideológica”, apuntaba el jueves Jordi Gordon, representante de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos de Madrid Centro, tras reunirse con Martínez-Almeida, Villacís y el delegado de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante. El próximo 15 de julio está previsto que se volvieran a encontrar en una mesa técnica, en la que también hay invitados representantes de la Plataforma de Afectados por Madrid Central, para buscar “entre todos” un “marco alternativo” al área de bajas emisiones. “Algo es evidente”, ha apuntado Gordon, “más tráfico es más contaminación, no menos”.

Eduardo Jorganes, el taxista que circulaba a las dos de la tarde por la calle Mayor, prefiere detenerse en la parada antes que seguir en el atasco sin coger clientes. Detrás de él, se ha formado una fila de taxis con la luz verde encendida. “Los clientes no se montan porque lo hacen más rápido andando. Y así seguimos funcionando, andando y gastando”. Delante de él, la masa de coches particulares, motos, bicicletas, buses de línea y gigantes turísticos de dos pisos sigue intentando avanzar. La decisión judicial de este viernes parece volver a despejarle el camino.

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