Pues eso, esta vez han tocado burritos en I love Burritos. Advertencia: este establecimiento solo abre jueves, viernes y sábados de 21.30 a 5.00, de ahí el título, y es de comida para llevar, no para comer in situ.
Para acompañar nuestro viaje tex-mex, os dejo una canción más mex que tex, cuya letra siempre me ha gustado.
https://youtu.be/s3OQXqFZJNw
Bueno, en primer lugar aclaraciones: la cocina tex-mex es aquella que han introducido los mexicanos en Texas y han adaptado un poco al gusto de la zona (haciéndola una comida algo más contundente). Dicha cocina se ha expandido también hacia el norte de México pero no se puede decir que sea cocina tradicional mexicana. Los burritos forman parte, en cierto modo, luego os lo aclaro, de la gastronomía tex-mex. ¿Y qué son los burritos? Son tortillas de harina de trigo rellenas de frijoles, carne guisada, arroz, tomate… con variaciones según gustos. ¿Y por qué se llaman burritos? Pues no se sabe de manera fehaciente, dicen que porque su forma se parece a las alforjas que llevaban los burros por la zona (os pongo en situación: música de Ennio Morricone, Clint Eastwood, el desierto; seguro que ya se os ha venido la imagen a la cabeza) o, tal vez, porque se parecen a las orejas de un burro. También cuentan que los burritos los inventó, en el estado mexicano de Chihuahua, un señor que tenía un pequeño negocio de venta de tacos y que, para mantenerlos calientes más tiempo, decidió enrollarlos en lugar de doblarlos; esta nueva forma gustó mucho al público y se dio a conocer también en EE. UU., puesto que Chihuahua hace frontera con este país. Así que el señor que creó los tacos enrollados, empezó a venderlos también al otro lado del Río Bravo y, para llevarlos, los transportaba en un burrito… ¡y de ahí el nombre! Como podéis ver, con la etimología de “burrito”, como con la etimología en general de tantas palabras o como con la propia arqueología, el creer en una explicación u otra es un acto de fe; si tenéis fe podéis dedicarla a la explicación que más os guste. En resumen, posiblemente su origen es mexicano pero ha tenido más éxito en EE. UU. que en México, donde solo se come en la zona Norte por influencia del país vecino, es decir, no se podría decir que es realmente cocina tradicional mexicana.
Bueno, vamos allá, el local de I love Burritos, es colorido, alegre, bien aprovechado y tiene un aire de franquicia, pero no… No es una franquicia. El propietario nos advierte que no tiene frijoles, el distribuidor no se los ha traído, así que todo va sin este ingrediente, aunque normalmente debería incluirse entre los condimentos de los burritos. Hablamos con él y nos comenta que tiene otra tienda en la zona de Argüelles pero de dulces y que no sabe si la va a mantener. Entre tanto va a abrir un bar al lado del I love Burritos. Habla de su vida loca de autónomo (jueves, viernes y sábado de 21.30 a 5.00 aquí y de 9.00 aprox. a 20.00, con descanso a mediodía, en la otra tienda), le entendemos...
De primero elegimos una quesadilla (3 €), tortilla doblada sobre sí misma y rellena con tomate fresco, pollo, cebolla, creo que pimiento y queso que amalgama el contenido creando un todo cremoso y suave.
Luego, continuamos probando el burrito de cochinita pibil (4 €). Como podéis ver, la presentación que hacen es modo “burrito empaquetado”, es decir, cerrado, no simplemente enrollado, algo diferente del modelo de burrito más conocido. Está relleno de cochinita pibil (que es cerdo desmenuzado y adobado con axiote, una especie entre azafrán y pimentón, en este caso sabía más a este último) y con varios condimentos, maíz, arroz, tomate… Sabrosón y con un punto picante muy agradable.
Posteriormente es el turno de un burrito de pollo (4 €), pollo condimentado con maíz, arroz, tomate, cebolla frita, mayonesa... Como el anterior, sabroso, pero este sin punto picante. Es más delicado.
Y, para finalizar, un burrito mixto, cochinita pibil y pollo (4 €), una mezcolanza contundente y con mucho sabor, condimentada como los anteriores platos. Pensamos pedir unos nachos pero al final nos parece un exceso.
Para llevar todo, nos da una caja de cartón sobre la cual, como podéis ver, estaban los Humberts. Humbert II asentía vehementemente a Humbert I que le decía que las relaciones tienen que avanzar. Le pregunto: “¿para ti qué es avanzar?” “Pues, lo normal, llegar a más cercanía, más confianza, cumplir con una serie de metas,” responde Humbert I. “¿Crees que una mayor confianza es algo mejor en una relación, es algo que uno debe buscar, es un avance?”, le vuelvo a preguntar. “¡Claro, uno es más libre junto a la otra persona, puede decir lo que piensa, actuar sin máscara, ser tal como es!”, responde Humbert I emocionado con su propia respuesta, casi eufórico. “Ahora que todo el mundo falsea su vida por todas las vías (véase retoques físicos, retoques virtuales, venta de uno mismo con características no propias) resulta que lo bonito es lo contrario, ¿es así?”, le pregunto de nuevo. “Sí, lo bonito es la naturalidad, la libertad para expresarse tal como uno es y a eso solo se llega a través de la confianza”, responde Humbert I. Yo, cansada de preguntar, le comento: “Yo creo que uno debe ser natural y libre hasta el punto que su naturalidad y libertad no resulte desagradable al otro. Yo prefiero no llegar a un grado de confianza muy alto con la gente cercana, ya que se puede pasar a un punto de exceso de confianza. Hay una delgada línea que separa ambos estados y que normalmente se franquea cuando se llega a demasiada cercanía. Puedo prescindir perfectamente de esa pasión (amistosa o amorosa), vinculada a la mayor confianza, en favor de un mayor respeto, sin duda. Y sobre las metas, me imagino que te refieres a las metas sociales de mayor profundización de las relaciones (véase casarse, tener hijos, un hogar en común para las parejas o un confiar secretos ocultos o aspiraciones varias entre amigos), pues he de decirte que todo eso me da repelús y me parece dañino para la relación y para uno mismo.” “Precioso”, dice Humbert I y continúa “estás como una cabra”. “Tal vez, pero tú como una oveja y eso, me temo, es peor”, le respondo harta. Se va con los pelos de punta.
Y, de postre, el propietario nos regala 2 gominolas en modo chile picante. Yo pruebo una, tiene un punto picante original, pero no soy dada a las gominolas así que M. se hace cargo de ambas.
Los nocturnos y alevosos tienen aquí su sitio perfecto para llenar su barriga con una comida diferente, sabrosa, barata y ¡disponible hasta altas horas de la mañana (los papeles de envolver los burritos, por favor, por muy perjudicados que estéis, tiradlos a las papeleras)! También es una opción cómoda y rica para una cenita en casa en plan informal un día de esos que no sabes qué cocinar.
- I love Burritos. Calle San Vicente Ferrer 27. Horario: jueves, viernes y sábados de 21:30 a 5:00. Facebook: https://www.facebook.com/I-LOVE-BURRITOS-129542640518335/