Mientras en otros barrios de Madrid la lista de negocios cerrados y locales disponibles se multiplica, en Ponzano solo hay un cartel de se alquila: el de un restaurante chino que cerró antes de la pandemia. El resto de bares y espacios de restauración resisten de momento a un año difícil. La calle de moda en la hostelería madrileña lo sigue siendo durante esta crisis sanitaria y la posibilidad de colocar terrazas en los aparcamientos –hay decenas desde el pasado verano– atrae a un nuevo público que antes no podía comer ni beber al aire libre en esta calle del distrito de Chamberí.
Al inicio de la vía, un cartel llama la atención entre los que anuncian la oferta gastronómica de un local y la obligatoriedad del uso de mascarillas. Reza “Ayuso somos todos. ¡Gracias por cuidarnos!” junto a una imagen de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Lo tienen colocado en Fide, un restaurante que lleva allí toda la vida. En la misma acera, a unos metros, también lo han puesto en el restaurante Lolamenta: “Ella nos ha ayudado y por eso se lo reconocemos”, explica a Somos Chamberí su encargada, Wineska.
“Los hosteleros de la calle hicimos una asamblea y se decidió que los que quisiéramos lo podríamos poner”, cuenta mientras atiende a los clientes de su terraza. Afirma que su local tuvo que cerrar cuatro meses al inicio de la pandemia y que el negocio ha bajando un 50%, cifra que podría ser mayor con medidas más estrictas. “Ayuso está alargando el horario de cierre. Cuanto más tarde acabamos, facturamos más”, asegura.
Las alabanzas a la actual presidenta y candidata del PP a las elecciones del 4 de mayo son explícitas en una decena de locales más de esta calle del barrio de Ríos Rosas. Otros han preferido no colocarlo y mantenerse al margen por respeto a las diferentes opciones políticas de sus clientes, aunque respalden la gestión de Díaz Ayuso. “La mayoría lo apoya”, confirman fuentes de la Asociación de Hosteleros de Ponzano a Somos Chamberí.
Las políticas aperturistas impulsadas por Díaz Ayuso han sido bien recibidas en uno de los sectores que más se han beneficiado de ellas en Madrid: mientras en otras comunidades la hostelería ha permanecido cerrada durante muchos periodos de tiempo, en esta región han permanecido abiertos desde junio de 2020, con mayor amplitud de horarios y en condiciones más ventajosas que en cualquier otra parte de España. La presidenta llegó incluso a pedir que los camareros se incluyeran en el grupo de primeros vacunados con AstraZeneca junto a profesores y cuerpos de seguridad del Estado.
El Gobierno de Ayuso ha sido también el único entre los autonómicos que no ha concedido ayudas directas al comercio y la hostelería. En el proyecto de presupuestos de la Comunidad había una partida de 235 millones de euros en ayudas a fondo perdido, pero la convocatoria electoral diluyó la posibilidad de concederla. En Ponzano parece que no importa demasiado: “Necesitamos que nos dejen trabajar, no que me den 2.000 euros en ayudas, eso es casi burlarse de nosotros, porque puedo tener pérdidas de 30.000 euros al mes si nos cierran”, cuenta José Nieto a las puertas de Vagalume, otro de los restaurantes que ha colocado el cartel.
Nieto, que da empleo a 30 personas en varios locales de esta zona de ocio, recalca que la iniciativa “es un reconocimiento personal a ella, no al PP ni a Casado. Gracias a esta chica podemos respirar. No he votado en los últimos 12 años pero esta vez sí que lo haré”, dice después de asegurar que está descreído de la política. Además, cree que la decisión de no cerrar la hostelería en la lucha contra el coronavirus fue acertada: “Otras comunidades que cerraron no están mejor que Madrid”, asegura.
Pese a las afirmaciones de algunos hosteleros, el dato de que Madrid es la región española con menos restricciones por la pandemia (mayor retraso en el toque de queda, más espacios comerciales abiertos) ha venido acompañado de otros menos optimistas a nivel sanitario, como el de que también es la que presenta mayor acumulación de contagios (600.000 casos, el 8,8% de la población ha dado positivo) y de fallecimientos (un 43% más de mortalidad) en la serie histórica. Las cifras macroeconómicas tampoco son buenas (el PIB cayó un 10,5% en 2020), pero gracias a la relajación en algunas medidas la hostelería está aguantando mejor el impacto de la pandemia que en otras regiones.
En el haber de Díaz Ayuso está el permitir abrir el interior de los bares incluso en lo más crudo de la tercera ola, cuando se registraron más contagios en toda la serie estadística. Lo hizo pese a las evidencias científicas de que el coronavirus se expande mucho más fácilmente en interiores, especialmente si las personas que los ocupan no llevan mascarilla. La orden de la Consejería de Sanidad es que los clientes de bares y restaurantes solo se la quiten en el momento de la ingesta de comida o bebida, pero un paseo por la calle Ponzano permite ver que algunos cumplen esta norma y otros muchos guardan su mascarilla en el momento en el que se sientan en su mesa y se la vuelven a poner solo cuando abandonan el local.
Las terrazas en la calzada, una medida de Ciudadanos
Pese a que la campaña de los hosteleros de Ponzano se centra en Díaz Ayuso, la medida con la que más caja están haciendo, la de las terrazas sobre aparcamientos, fue sacada adelante por Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid. La vicealcaldesa Begoña Villacís defendió esta solución para garantizar un ocio más seguro que en los interiores –el peligro de contagio al aire libre desciende notablemente– a la vez que permitía a los bares seguir haciendo negocio en pandemia. Los de Chamberí fueron los primeros en apuntarse a esta opción antes de que llegara el verano, en parte también gracias al esfuerzo del concejal de distrito, Javier Ramírez (PP) en tramitar los permisos. A finales de año, las mesas y sillas habían ocupado ya 370 estacionamientos en la calzada, con Ponzano a la cabeza de todo Madrid en número de licencias.
En el Vagalume son partidarios de hacer un reconocimiento similar al de Ayuso tanto para Villacís como para al alcalde, Martínez-Almeida, si concluyen que su apoyo también ha sido fundamental. “No lo hemos hablado, pero tal vez deberíamos hacerlo, estamos encantados de aplaudir a los que se preocupan por nosotros, también a PSOE o Podemos si lo hacen”, añade Nieto.
Los carteles de apoyo a políticos en lugares inusuales no son nuevos en Madrid, donde hace seis años el movimiento Madrid con Manuela reunió a un montón de ilustradores gráficos que crearon multitud de carteles en apoyo a Carmena, con imágenes que poblaron las ventanas de casas y también los comercios de determinadas zonas de Madrid. Entonces no era raro encontrarlos en tiendas y bares de Malasaña, por ejemplo. Algo parecido intentó en 2019 Más Madrid con las banderas en los balcones, que retrataban a la exalcaldesa y a Íñigo Errejón: miles de madrileños apostaron por hacer campaña desde sus casas, ampliando los espacios electorales que se conceden a las formaciones políticas.
Hoy, los hosteleros de Ponzano apoyan a la candidata del Partido Popular y, al mismo tiempo, en redes sociales se está moviendo un boicot contra ellos. A los locales que han colocado los carteles parece importarles poco: “Esa gente del boicot también se está beneficiando de la apertura de la hostelería cuando va a alguna terraza, si está en contra de venir a mi local también debería dejar de ir al resto, porque están abiertos gracias a Díaz Ayuso”, ironizan.