“Chueca An>Dante>>”, un aparcamiento de diseño con mucho mensaje

Allá por el año 2005 la italiana Teresa Sapey nos sorprendía con un particular proyecto en el que el diseño tenía un papel protagonista. Se trataba de la reforma del aparcamiento público subterráneo de la Plaza de Vázquez de Mella, que además de suponer un antes y un después para este tipo de edificaciones públicas encierra un mensaje de compromiso de la ciudad en la lucha contra el VIH-Sida, que se anuncia ya en la misma entrada, donde se levanta un enorme lazo rojo que nos recuerda la necesidad de seguir utilizando protección y prevenir nuevos casos de contagio.

El proyecto del aparcamiento de Vázquez de Mella supuso en su día una inversión cercana al millón de euros y se planteó como un paso más en la remodelación de la plaza impulsada por la Comunidad de Madrid en el año 1999, que consistió en sustituir el antiguo aparcamiento de los años 50. Para ello se destinaron más de cuatro millones de euros, que sirvieron para crear de una zona peatonal de más de 3.300 m² (más que mejorable) y remozar más de 2.800 m² de aceras (a las que no les vendría nada mal una puesta a punto a día de hoy).

Las obras incluyeron mejoras en la funcionalidad y seguridad del aparcamiento, como el cambio de sentido de circulación de los vehículos, la reserva de la segunda planta para uso exclusivo de los residentes, la instalación de un sistema de identificación de conductores y vehículos mediante fotografía, y un sistema que ilumina con una luz verde las plazas que estén libres y con una luz roja las ocupadas, de tal manera que se pueda saber desde la distancia dónde se puede estacionar el vehículo.

Tras las obras no sólo se produjo una metamorfosis interna en la que se conjuga funcionalidad y estética, sino que también se dotó a este aparcamiento se un nuevo nombre: “Chueca An>Dante>>”Chueca An>Dante>> –juego de palabras que explica su relación con pasajes de la Divina Comedia, del escritor Dante Alighieri–. Todos estos elementos lo alejan de la sensación de frialdad, humedad, suciedad y oscuridad tan características de cualquier garaje en cualquier punto del planeta. Como su diseñadora y el barrio en el que se encuentra, es transgresor, atrevido y no deja a nadie que indiferente.

Una transgresora y perspicaz diseñadora

Teresa Sapey es una de esas personas visionarias capaces de sacar petróleo de debajo de las piedras. Cuando en el año 2003 la cadena hotelera Silken proyectó la construcción del madrileño Hotel Puerta América ella vio allí la mejor oportunidad de lanzar su carrera profesional, colaborando junto a otros reputados arquitectos como Norman Foster, Pawson, Zaha Hadid o Jean Nouvel. Como a esas alturas ya todas las plantas tenían asignado un diseñador, ella le planteó al consejero delegado encargarse del diseño del aparcamiento.

Una propuesta nada convencional que le sirvió para encontrar un nicho de mercado en el saturado mundo de la arquitectura y que le ayudó a firmar otros parkings de autor en otras ciudades españolas debido al éxito que tuvo su proyecto para el aparcamiento del Hotel Puerta América. El entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, buscaba una propuesta transgresora y vanguardista para renovar el aparcamiento de Vázquez de Mella y encontró en ella a la horma de su zapato. Sacó a concurso las obras y el estudio de Sapey se llevó el gato al agua pero, al no supervisar directamente el proyecto, la idea inicial sufrió numerosas modificaciones.

Por ejemplo, la propuesta original planteaba colocar un terceto de la Divina Comedia recorriendo perimetralmente el techo del aparcamiento con neones hechos a medida con una tipografía especial y el lazo que se alza en la entrada del aparcamiento nada tiene que ver con los esquemas en 3D que ganaron el concurso, donde enlazaba con la salida de peatones.

Del cielo al Infierno

La localización del espacio en pleno corazón de Chueca, una zona con una intensa actividad nocturna, le llevó a Sapey a pensar en construir un infierno «cachondo y habitable». La propia diseñadora explicaba en la presentación del proyecto que para ella entrar a ese aparcamiento es como «bajar a las vísceras de la tierra pero volver arriba purificado, con algo más de cultura».

De hecho, uno de sus principales objetivos fue darle color a la oscuridad mediante una paleta cromática con clara predominancia del color rojo, tanto en sus paredes y suelos como en brillantes luces de neón: «Amor que amar obliga al que es amado, me ata a tus brazos, con placer tan fuerte, que, como ves, ni a un muerto me abandona», reza uno de ellos, haciendo suyos los versos del Canto V Del Infierno. Además, todo el garaje está plagado de ilustraciones y fotografías en blanco y negro que representan el amor y la igualdad (en todas sus vertientes) y que pretenden servir de inspiración a sus usuarios, que descienden al Infierno para regresar de nuevo a la tierra.

Uno de los elementos más llamativos es el acceso de vehículos y su gran lazo rojo, realizado en cincha metálica de alrededor de 5 centímetros de grueso, que se abre al vacío sobre la entrada, apoyado en pilotes de hormigón y soportes metálicos. También destaca el acceso peatonal, donde se levanta una pérgola transparente con neones de color rojo y que alberga una escalera que lleva el “infierno” a la superficie, mientras que el interior se resuelve con chapa corrugada, que permite un mejor agarre a la pisada aunque el suelo esté húmedo por el agua y le da una textura rugosa a la superficie.

En el primer descansillo de la escalera encontramos, sobre las paredes de enfoscado de cemento, el cartel de Chueca an>dante>>. Un elemento que hace clara referencia a la intención de personalizar cada rincón del aparcamiento, por insignificante que parezca a simple vista. Las puertas lacadas rojas, las señaléticas especiales creadas para el proyecto (que adquiere la relevancia de una obra de arte), nos conducen a una escalera un poco surrealista, con un muñeco ascendiendo y otro descendiendo por el interior de la escalera. Una señalética que se repite en el suelo, pintado con pintura vinílica para aparcamientos, que se transforma en todo un lienzo sin restar un ápice de practicidad.

Hasta los aseos toman en este espacio un papel poco usual. Generalmente relegados al olvido y ocultos de miradas indiscretas, en este aparcamientos la zona del lavamanos está proyectada como los baños de una discoteca, con sofisticados elementos de diseño con materiales metálicos, fáciles de mantener y sencillos en su composición.