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El Gobierno de Ayuso eleva un 70% las listas de espera: llegan al millón pese a que sanitarios ven “trampas en las cifras”

Imagen de archivo de la entrada principal del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, en Madrid.

Guillermo Hormigo

Madrid —
22 de abril de 2024 00:22 h

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El Ministerio de Sanidad publicaba el pasado martes los datos que tratan de ilustrar la situación de las listas de espera médicas, tanto por número de personas afectadas como por tiempos de espera. La propia titular de la cartera, Mónica García, admitió que suponen “unas fotos fijas que muchas veces no concuerdan con la percepción de espera que tienen los ciudadanos”. Aún con este matiz, las cifras marcaron algunos hitos negativos. En la Comunidad de Madrid, el número de pacientes que aguarda una prueba médica, una consulta externa o una operación ha superado por primera vez el millón.

Para ser más exactos, la cantidad alcanza las 1.003.721 personas: 206.357 esperan por una prueba diagnóstica, 703.805 por una consulta externa y 93.559 por una intervención quirúrgica, según datos proporcionados por el propio Gobierno de Isabel Díaz Ayuso a Sanidad. El año en que la presidenta madrileña asumió al cargo, 2019, la cifra era de 590.517 pacientes.

Un significativo aumento del 70% en solo cinco años y que ha cogido velocidad desde 2021, cuando los estragos de la pandemia bloquearon miles de citas (de ahí el acusado descenso y el posterior crecimiento progresivo). La situación es significativamente delicada en lo que respecta a las consultas externas, que concentran la mayoría de las esperas y los mayores incrementos en los últimos años.

Los datos suponen “una bestialidad” para Javier Ortega, cirujano general y presidente de Atención Hospitalaria de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts). Y eso que en su opinión existen “trucos” con los que se lleva a cabo “un maquillaje de cifras”. Pese al millón alcanzado, en Madrid, la tasa de pacientes en lista de espera para una cirugía por cada 1.000 habitantes (10,4) es la segunda más baja del país, por detrás de Euskadi (9,5). El tiempo medio de espera es el más reducido (51 días).

Atribuye ese “maquillaje”, al menos en el caso de las operaciones, a lo que denomina “pacientes no programables”: “Son enfermos a los que yo como cirujano pongo en lista de espera, pero a quienes por cualquier causa médica o personal se les impide la intervención quirúrgica y quedan en una especie de limbo”. Una especie de “demora transitoria que queda fuera de la lista de espera estructural”.

“Cuando se disparan mucho las listas de espera, se intenta apartar enfermos con ciertas patologías graves y demorarlas pidiendo pruebas que se requieren para la intervención”, relata. Matiza que algunas de estas estrategias “son extensibles a la mayoría de comunidades autónomas”, aunque la Comunidad de Madrid tiene la particularidad de “una importantísima implantación de pólizas privadas [la mayor a nivel porcentual en toda España], a diferencia de regiones con peores datos, como Andalucía o Extremadura”.

Cuando esperar no significa estar en una lista de espera

Sergio Fernández, responsable de sanidad pública de Comisiones Obreras en Madrid, recuerda de entrada la “infrafinanciación” del Ejecutivo que lidera Isabel Díaz Ayuso, “a la cola en presupuesto dedicado por habitante y muy particularmente en la Atención Primaria”. Opina que todo ello desemboca en “demoras en las listas de espera quirúrgicas, diagnósticas y de primera consulta”, pese a lo que califica como “un sistema de manipulación de datos”.

Para Fernández, la clave está en que la Consejería de Sanidad no tiene en cuenta al aportar sus datos las diferentes etapas del proceso médico, algo especialmente significativo “en una región con necesidades tan acuciantes en las primeras fases de la atención sanitaria”. Lo resume así: “Desde que tienes una consulta con tu médico de Atención Primaria, este te deriva al especialista, el especialista a la prueba diagnóstica y la prueba diagnóstica una vez revisada da pie a que se plantee una posible operación transcurren menos de dos meses, según Madrid. Pero la realidad es otra: sabemos que ya solo la cita con el médico de cabecera, de acuerdo a los datos del Ministerio de Sanidad, se sitúa de media por encima de los ocho días”.

Está viviendo el proceso en sus propias carnes: en marzo solicitó cita con un especialista de traumatología, derivado por su médico de cabecera, y le ha sido otorgada “para febrero de 2025”. También lo experimenta en su faceta laboral. Trabaja en salud mental, una de las ramas que los seguimientos de Madrid y la mayoría de comunidades dejan fuera (lo mismo sucede con oncología). “La primera cita para psicología en un centro de salud de Vallecas se sitúa por encima de los seis meses en adultos. En infanto-juvenil llega a los ocho meses”, denuncia.

La primera cita para psicología en un centro de salud de Vallecas se sitúa por encima de los seis meses en adultos. En infanto-juvenil llega a los ocho meses

Sergio Fernández Responsable de sanidad pública de Comisiones Obreras en Madrid

En las cifras detalladas por la Consejería de Sanidad madrileña, la región ocupa sin embargo el cuarto puesto (sexto al incluir las ciudades autónomas) en cuanto a la celeridad con la que se obtiene una cita en consulta externa, con una media de 67 días. “O las matemáticas del Gobierno de Ayuso son diferentes a las del resto de la población o directamente están manipuladas con trucos que camuflan una realidad aún peor”, sentencia.

En cuanto a la lista de espera quirúrgica, Javier Ortega expone que efectivamente no arranca cuando un paciente solicita su cita en Atención Primaria (tampoco empieza ahí la de la consulta externa), ni siquiera cuando este le deriva al especialista (lo que sí inicia la lista de espera en consulta externa) ni cuando el especialista le atiende. “Es después de que se lleven a cabo los diagnósticos quirúrgicos y se indique la cirugía que el enfermo accede a una especie de prelista de espera”, remarca.

“El segundo paso es la firma del consentimiento y la entrega en admisión. Entonces le dan un documento al paciente, como un contrato, y gestionan el preoperatorio solicitado. Es en ese momento cuando admisión le incluye en lista de espera, no más de una semana después de la visita al especialista. Me gustaría concretar que ya se encuentran en lista de espera cuando aguardan la cita con el anestesista, aunque es cierto que justo para ello es donde se producen las mayores demoras”.

Frente a estos matices, el Gobierno de Ayuso saca pecho de “los mejores datos del Servicio Nacional de Salud”, como declaró este jueves en la Asamblea de Madrid la consejera de Sanidad, Fátima Matute. Se ampara en que, según “los fríos y tozudos datos publicados por el Ministerio de Sanidad” (aunque recopilados por las propias autonomías), Madrid es la región con menos tiempo se espera para una operación quirúrgica, 51 días, frente a los 128 días de media nacional.

“Mantenemos la tendencia iniciada en 2023 de descenso de la demora media en todas las listas de espera”, dijo Matute. Asimismo, recalcó que la Consejería está llevando a cabo “desde hace mucho tiempo” actuaciones para mejorar esas listas de espera, con un plan de listas de espera para el periodo 2022-2024 dotado con un presupuesto de 215 millones de euros. Tiene como finalidad que la asistencia programada no urgente para cirugías, primeras consultas y pruebas diagnósticas se sitúe en un tiempo inferior a 45 días de demora media.

La “trampa” de las derivaciones a centros privados

Ortega sitúa una “segunda trampa en las cifras”, además de esos “pacientes no programables”, en la derivación a centros privados. “Si un paciente rechaza una derivación a una clínica privada porque quiere operarse en la pública, los 180 días de límite para la intervención se reinician. Con ello se penaliza a la gente que por libre elección quiere ser operado por especialistas de la sanidad pública”. Defiende que estas derivaciones “deben fiscalizarse más pormenorizadamente” y critica la “selección natural” en estos procedimientos, donde “la privada suele asumir las operaciones más sencillas por las características del paciente y de su dolencia”.

Si un paciente rechaza una derivación a una clínica privada porque quiere operarse en la pública, los 180 días de límite para la intervención se reinician. Con ello se penaliza a la gente que por libre elección quiere ser operado por especialistas de la sanidad pública

Javier Ortega Cirujano general y presidente de Atención Hospitalaria de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts)

El cirujano, que admite que “el portal de transparencia donde la Comunidad de Madrid informa de sus listas es muy útil y práctico”, indica que precisamente con esta herramienta se observan “importantes fluctuaciones porque hay mucha variabilidad en la parametrización de los datos”. Considera que hubo “un drástico aumento de las listas de espera en los dos primeros años pospandemia, que por suerte se ha ido ralentizando”.

Para el presidente de Atención Hospitalaria de Amyts “es normal que aumenten las listas de espera con el personal que tenemos”. Para reducirlas, aboga por “aumentar la inversión y el personal e introducir turnos de tarde en los hospitales con esos refuerzos de la plantilla, ya que muchos centros prácticamente paralizan su actividad quirúrgica y determinadas consultas más allá de la mañana”. Lamenta que esto no sea posible porque “la Consejería de Sanidad no quiere gastar más”.

Sergio Fernández incide, además, en “la no utilización de todos los recursos ya disponibles en el ámbito público”. El pasado verano, la Comunidad de Madrid lideró porcentual y totalmente el cierre de camas hospitalarias en verano con un 19,38% (2.335 unidades), según informaba El Salto. Fernández reclama, en un sentido similar al de Ortega, que pruebas como “un TAC o una resonancia magnética puedan estar funcionando 24 horas al día los siete días de la semana, como hace la Fundación Jiménez Díaz, de gestión privada”. Concluye que “se expulsa de la pública a la privada a quienes tienen recursos para permitírselo, mientras el resto de los mortales seguimos sufriendo el deterioro de nuestra sanidad”.

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