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Historia de los árboles talados en Comillas, el parque por el que lucharon los vecinos de Carabanchel en los setenta

La viñeta que encabeza este artículo pertenece a Vida y Milagros en Carabanchel Bajo, un cómic de Blanca Nieto que recoge la memoria colectiva del barrio de Comillas, en Carabanchel Bajo, a través de la figura de Milagros García Fenoll La Comunista, militante histórica de la Asociación Vecinal del Parque de Comillas.

En sus páginas se dibuja el recorrido de la lucha por la ciudad –literalmente, por su conversión en algo digno de tal nombre– de los vecinos y vecinas de la barriada, y cómo el lugar que ocuparon las infraviviendas de Comillas son ahora el parque. Pero el parque, que costó también muchas luchas del movimiento asociativo, ya no es como en la viñeta porque acaba de ser deforestado por el Ayuntamiento de Madrid para acometer las obras de la ampliación de la línea 11 de metro, pese a la oposición de los vecinos.

Nieto, por cierto, acaba de recibir un premio del Club de Debates Urbanos por su compromiso individual, la visibilización de las mujeres y los problemas medioambientales a través de su obra gráfica. En la entrega de premios se mostró visiblemente consternada por la pérdida de los árboles del parque de Comillas, el capítulo trágico que continúa su obra. Mirar, como hoy miraremos, la lucha de un barrio por sus condiciones de vida y su parque ayuda a poner la lucha de los vecinos contra la tala en el verdadero lugar que le corresponde. Árboles que, por si esto fuera poco, son algo más que árboles.

Historia del barrio de Comillas y su parque

Como en otras zonas de Madrid, el crecimiento desbordante de la ciudad creó en el sur suburbios al otro lado del río Manzanares y en la salida hacia Toledo. Una urbanización incipiente y mísera que antecede a la creación definitiva de Comillas en terrenos que pertenecían a Carabanchel Bajo (entones un municipio separado de Madrid) después de la guerra. En la película documental Al otro lado del río, que trata precisamente sobre el barrio, se pueden ver imágenes del gran paraje yermo, preparado para un mitin de Manuel Azaña, que ayudan a situarnos mentalmente en el espacio extramuros de la ciudad.

El franquismo creo un barrio de barracones, con tejados de lata, sin agua corriente y baños compartidos para cada cuatro casas. Alojó a muchos perdedores de la guerra y a familias de pocos ingresos que llegaban a la ciudad desde el campo en la inmediata posguerra. El nombre, provenía de Antonio López (con calle), que hizo fortuna con el tráfico negrero en América y consiguió el título de Marqués de Comillas.

En el cómic de Blanca Nieto y en el documental mencionado sobre el barrio hay imágenes explícitas que ayudan a entender la dureza y la represión de este barrio –“campo de concentración”, dicen los viejos vecinos– construido por batallones de trabajos forzados, donde los falangistas controlaban desde su oficina al vecindario pistola en mano y con aceite de ricino.

Posteriormente, casas de mala calidad y cuarenta metros cuadrados sustituyeron a los iniciales barracones, densificándose el barrio y haciéndose distintas promociones a lo largo de los años. Viviendas peleadas por los vecinos, que empezaron a asociarse aún bajo la sombra del representante de Falange en el barrio y compartiendo caseta con los jardineros. Y las mujeres como actores fundamentales, alquilando el local de una vieja vaquería para reunirse y fundando el Grupo de Mujeres de Comillas.

Hasta 1971, el barrio pertenecía a Arganzuela-Villaverde, y es entonces cuando se integra definitivamente en Carabanchel. Y a mitad de década cuando definitivamente aparece el parque sobre el lugar donde habían estado las casas de los vecinos (también sobre parte del antiguo cementerio General del Sur, que fue demolido en 1942). Pero no llegaría sin tener que luchar también contra un proyecto de centro comercial.

La Coordinadora de Vecinos de Carabanchel inauguró su parque en abril de 1979 con un concurso infantil de pintura y sangriada popular. Un año antes, había nacido la Asociación Vecinal del Parque de Comillas, que cumpliría en 2018 cuatro décadas de batallas y celebraciones vecinales. Con motivo del cumpleaños se editó precisamente Vida y Milagros en Carabanchel Bajo.

Lo de empeñarse en salvar árboles, por cierto, tampoco es una novedad para los vecinos. En 1998 el paso de la tuneladora –animal mitológico que emergió mucho a la superficie a partir de aquella época– amenazaba el arbolado de las calles de O'Donnell y Antonio López. Aunque se hablaba de traslado forzoso (de dudosa viabilidad técnica) los vecinos denunciaron que ya se estaban produciendo las talas y se propusieron protestar. Sobre la reforma de las aceras de Antonio López estuvieron las asociaciones vecinales que, bajo el sello SOS Árboles de Antonio López, consiguieron salvar los 129 plátanos de sombra de 50 años de edad que, presuntamente, sobraban.

Entender lo que de memoria hay en el subsuelo del parque de Comillas y cómo sus árboles son parte de la construcción del barrio, luchada como una gran batalla colectiva, acrecienta la rabia ante la savia derramada en el parque de Comillas.