Este miércoles, dos obreros despertaban a los vecinos de la plaza Juan Pujol a las 7.15 con el sonido de la sierra perforando las baldosas del suelo. El objetivo: sustituir el poste de la parada de autobús existente por uno nuevo. El problema de toda esta operación es que esta obra era del todo innecesaria: ni el poste estaba roto ni había cambiado su forma ni la información que mostraba en su interior. Los empleados de la concesionaria colocaron en el lugar otro de color azul en lugar del rojo que hasta ahora lucía.
Las obras se enmarcan dentro del nuevo contrato adjudicado por Ana Botella para cambiar todas las marquesinas de autobús de la ciudad de Madrid, que empezó en el verano y que se extendió durante varios meses, hasta que más de 4.000 de estas nuevas estructuras han sido instaladas en Madrid. Las obras han sido polémicas, tanto porque las marquesinas antiguas se encontraban en buen estado como porque las nuevas incluyen elementos de urbanismo defensivo contra los sinhogar.
La (pequeña) obra se produce con el gobierno de Botella ya en funciones y el Ayuntamiento esperando la más que probable entrada en Cibeles de Ahora Madrid. Bien es cierto que su color azul ahora hace juego con el de los autobuses municipales, pero mejor empleado hubiera estado el coste de esta obra en arreglar los numerosos problemas de asfaltado en la zona, como los enormes baches en calzada y suelo, que provocan caídas a los vecinos.