“Madrid es la ciudad en la que hay que estar para hacer algo en la música”, dice con su amplia sonrisa Eneko Díaz (Peralta, Navarra, 1995) mientras se abriga para soportar la rasca de una mañana de enero. Habla sentado en una terraza de la plaza de Callao, donde tantas veces ha actuado para un público anónimo, que se lo encontraba con su guitarra en la calle y se paraba a escuchar su voz.
Hasta hace poco, Eneko era uno de los 500 músicos que cuentan con permiso municipal para tocar en las calles y plazas del distrito Centro de Madrid. Allí se ha pasado los tres últimos años de su vida: “Decidí tirarme a la calle a cantar y ver qué pasaba. Es el mayor escenario, donde más gente te puede ver y allí la energía del público es brutal”, cuenta mientras recuerda aquella época cercana que acaba de aparcar, de momento. Su nueva vida llegó gracias a que le descubrió una directiva de la editorial Edelvives, con la que consiguió una primera gira por varias ciudades, dentro de un proyecto educativo.
En el último concierto de su gira conoció al director de la discográfica con la que acabaría firmando su primer contrato, Pitch Music, q lanzó su primera canción el pasado diciembre, Monedita a mis pies. Un tema autobiográfico, en el que cuenta sus sensaciones al actuar al raso, bajo el cielo de Madrid. Para su sorpresa, el vídeo se convirtió en viral y hace pocos días superó el millón de visitas en Youtube.
“Tocar en la calle por primera vez es jodido, es una experiencia aterradora”, admite sin tapujos. “Te plantas con tu micrófono, con la guitarra, montas tu escenario y ves pasar a la gente sin saber el momento en el que empezar”, dice al recordar ese instante de hace tres años, cuando se plantó frente al Teatro Real y rasgó su primer acorde. A partir de ahí todo comenzó a fluir: “La gente se empezó a parar, a sentarse para escucharme, yo interactuaba con el público porque me gusta hablar, algunos se emocionaban hasta con lágrimas en los ojos...” así que aquel trago se convirtió en algo “precioso” que no dudó en repetir cientos de veces más.
A la primera actuación acudió Eneko con un repertorio de 26 canciones, algunas propias y la mayoría versiones, casi todas en español. Pero pronto empezó a aumentarlo: porque le gustaba renovarse y porque mucha gente le pedía temas que no esperaba, de Sabina, de Serrat, que luego se preparaba en casa y soltaba en cuanto tenía ocasión. Ahora puede tocar al vuelo más de 200 composiciones de los clásicos y también de Aitana, Zoilo o Pablo Alborán, que le pedía la gente más joven.
Todas esas vivencias están plasmadas en Monedita a mis pies, un tema que surgió porque una chica le preguntó, mientras actuaba, si había escrito algo en lo que contara lo vivido en la calle. “Esa canción no existía, así que un día me senté en el sofá de casa y la compuse desde el corazón”. En ella se dejó muchas vivencias personales y pocas metáforas. “Podría haber durado diez minutos”, bromea al pensar en todo lo que descartó para la letra.
La canción fue producida por Juan Ewan, exguitarrista de El sueño de Morfeo, y el vídeo se grabó en varias localizaciones del centro. Eneko dice estar “emocionadísimo” con una carrera profesional que acaba de empezar y que no sabe qué le deparará en los próximos meses. “Vengo de cantar en la calle y sueñas con esto”, admite. “Antes me ponía contento cuando llegaba a mi casa y veía tres mensajes de personas a las que había hecho felices cantando al raso. Ahora, con todo lo que estoy viviendo, llegando a más gente, imagínate”, suelta al recordar el millón de visitas de su primer vídeo.
Para componer, Díaz dice fijarse en la música que hacían grupos de los ochenta como Los Secretos o Mikel Erentxun, o posteriores como La Oreja de Van Gogh. También le gustan “cantantes con letras de autor con melodías más pop” como Dani Fernández, Nil Moliner o Sofía Ellar, explica este profesor de primaria -estudió magisterio entre Navarra y Madrid- que ha aparcado las aulas para convertir en realidad la afición que tenía de niño, cuando jugaba a ser cantante cogiendo el mando de la tele como si fuera un micrófono, imaginando un escenario con público en su cuarto.
Luego llegaron las clases de canto, las de aprender a tocar la guitarra y lanzarse a actuar en público, primero en orquestas y después en solitario. “La calle me ha dado todo lo que soy ahora”, explica en referencia a las propuestas que le llegaron allí para tocar en cafeterías, bares o restaurantes de gente que le descubría paseando por Madrid.
Ahora, Eneko Díaz apuesta ahora por ir “canción a canción”, confiando en “que mis temas sean cada vez menos míos y más de todos” y poder llegar a publicar un disco. La siguiente, de carácter más pop, llegará en los próximos días. De los conciertos todavía no quiere hablar, porque los ve lejanos.
¿Volverá Eneko a tocar en la calle? De momento no, pero sí que se plantea regresar alguna vez. Para poder tendría que cambiar la normativa recién aprobada por el Ayuntamiento de Madrid. Ahora están prohibidos los altavoces, por las quejas vecinales. “Para alguien como yo, tocar sin altavoz en la Gran Vía es imposible, no te escucharía nadie porque hay muchísimo ruido. Te dejarías la voz en la segunda canción”. Eso sí, recomienda a cualquiera que quiera empezar con la música que pruebe a tocar ante el público callejero: “Después de haberla vivido, se lo aconsejaría a todo el mundo. La calle te da momentos brutales”.