Operación urbanística de altura en uno de los iconos de Madrid. Las Torres Blancas de Sáenz de Oiza van a ampliar su número de viviendas (de 101 a 109) gracias a la reforma de su penúltima planta, la 22, que en su día acogió un famoso restaurante y que en los últimos años se dedicó a espacio para oficinas.
El Ayuntamiento de Madrid acaba de publicar los detalles de la reforma, que aprobó inicialmente a finales de julio y ahora sale a información pública. En ellos se observa el alcance de una propuesta que tiene la luz verde de la comunidad de propietarios del edificio y que apuesta por compartimentar los 1.034 m² de superficie en su piso 22 en ocho pisos de entre 76 y 172 m², con unas vistas inmejorables.
Todas las viviendas serán exteriores y algunas se abrirán dentro de las características carpinterías de color marrón con los que se corona el edificio, situado en la zona de Avenida de América. “La planta 22 se encuentra en un estado de conservación deficiente” por la “falta de conservación y mantenimiento, así como la implantación de falsos techos y falsos suelos”, explica la memoria del proyecto para justificar la intervención, a la que ha tenido acceso Somos Madrid.
El proyecto –aseguran sus promotores– persigue poner en valor los valores intrínsecos del edificio según el diseño original de Sáenz de Oiza, para lo que se van a desmontar varios elementos añadidos durante las diferentes reformas de adaptación que ha sufrido este espacio. El objetivo es recuperar las vistas de la estructura de hormigón armado tan característico del edificio. También devolverán las carpinterías a su estado original.
La distribución interior de los pisos quizás es la parte más interesante de esta reforma, con el reto de adaptar mobiliarios y conceptos de decoración pensados para interiores de ángulos rectos en unas habitaciones mayoritariamente circulares. Algunos de estos espacios se dividen en salones y dormitorios a través de tabiques, con todos los baños de forma redondeada.
La reforma se ha presupuestado en 1,3 millones y corre a cargo de City Realty Centro, la empresa impulsora de estos cambios. En su memoria económica, destaca que “más del 50% del coste total del proyecto se corresponde con obras de consolidación y tratamiento de elementos estructurales, fachadas o cubiertas u obras conexas a las de rehabilitación del edificio”.
Un “núcleo social” que derivó en restaurante
La planta que ahora se reforma fue ideada por Francisco Javier Sáenz de Oiza como un “núcleo social” que sirviera de esparcimiento y punto de contacto entre los residentes del edificio. Fue ideado en 1961 y construido entre los años 1964 y 1969 con su disposición actual de 23 plantas y dos sótanos.
Los planes originales del arquitecto fueron sustituidos por otros centrados en la hostelería: la planta 22 se convirtió en el restaurante Ruperto de Nola, un futurista negocio de gastronomía que incluso podía servir a los residentes en sus casas a través de un pequeño ascensor. Abrió en 1971 y el negocio se extendió hasta 1985. Después este espacio fue transformado en oficinas.
La apertura del restaurante primero y las oficinas después causó problemas entre los residentes del edificio, puesto que el trasiego de clientes hacía más complicada la disponibilidad de ascensores para subir a los distintos pisos de Torres Blancas, explica la memoria del proyecto de reforma para justificar el nuevo uso residencial autorizado por el Ayuntamiento de Madrid.
La aparición de estos ocho nuevos pisos elevará a 109 el número de viviendas en un edificio que originalmente contaba con 88. Pero la división posterior en apartamentos dejó este espacio en su número actual de 101 y tres locales a nivel de calle.
Se desconoce el precio que tendrán estas nuevas viviendas en el mercado, aunque un vistazo a las ofertas de venta de otros pisos más grandes (pero más antiguos y con menor altura) de este lugar rondan o superan el millón de euros. Es lo que sucede, por ejemplo, en esta propiedad de 235 metros cuadrados situada en el mismo edificio. Al valor adicional de residir en uno de los iconos de la arquitectura madrileña, que aparece en películas de José Luis Cuerda o en vídeos de C. Tangana, se le unen servicios como la terraza y piscina circular de su azotea.