Arte Madrid
La alta cultura habita una antigua mercería de Valdeacederas: ¿gentrificación o descentralización?
Situado en el centro de la calzada de la calle de Montoya y mirando al norte, la vista se te va irremediablemente hacia el fuste de las Cinco Torres. Si uno es capaz de bajar la vista, vislumbra al fondo la Avenida de Asturias y, de camino, el centro cultural del barrio. Un paisaje ventillero, el de esta calle, que incluye también un taller de cristalería y una tienda inequívocamente de barrio. En el letrero, medio tapado por un toldo que el tiempo ha agrisado, pone Mercería López Droguería. Una de esas tiendas donde se podía comprar de todo
La tienda y la nave contigua están actualmente vacías, como otras del barrio. Durante años, Isabel y Ángel regerentron la droguería y, ya jubilados, siugen residiendo en un piso del mismo edificio, aunque pasan largas temporadas en el campo. Ludovica Bulciolu, Laura Castro y Emily Markert han convertido estos espacios cerrados en una galería efímera para enseñar los resultados de sus residencias como comisarias, seleccionadas por la prestigiosa Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid. La muestra se llama Si las palabras hablaran.
Aunque la galería abre de jueves a sábado y por las tardes, hemos quedado allí con Laura Castro. La encontramos poniendo a punto todo para la visita de los alumnos del cercano CEPA de Tetuán. Y nos unimos a la visita. Laura nos explica que las tres comisarias involucradas hablan idiomas distintos. Pensaron que, precisamente por ello, el lenguaje podría ser la manera de encontrar un nexo común para presentar sus propuestas curatoriales. “Todas las cosas hablan”, explica a los alumnos del centro de educación para personas adultas. El tema de la escucha está ligado al de las migraciones en la propuesta colectiva. Al final de la visita, Castro explicará satisfecha que tiene que cambiar el chip durante este tipo de exposiciones porque “está acostumbrada a hablar todo el día con gente del mundo del arte”.
Hay varias razones por las que un vecino que se asome curioso a la vieja tienda no la verá como algo completamente ajeno. Por un lado, está el papel pintado de flores en las paredes que, hecho jirones, sobrevive en la estancia principal. Es el mismo que se ve en una fotografía de los tiempos en los que la tienda aún estaba abierta, con Ángeles sonriendo detrás del mostrador. Por otro lado, está el propio contenido de las obras.
El escaparate conserva las marcas clásicas de las pequeñas droguerías –Coperlim o Titanlux– pero ahora contiene también palabras en árabe y castellano que cuentan la experiencia migrante de los personajes de una película en curso, rodada por el artista Adrian Schindler. Este jueves, él y el músico Hassan Lajhari harán una performance en el espacio y sus alrededores llamada Preludio a un cancionero anticolonial, en la que dará voz a gente migrante y unirá lugares como la Plaça de Tetuan de Barcelona, el barrio de Tetuán de las Victorias y el propio Tetuán marroquí, claro.
Siguiendo con la identificación de continente y contenido –en este caso, el propio barrio y las experiencias artísticas de la propuesta–, encontramos obras que nos hablan de la otredad que genera la inmigración, la violencia de los desahucios o la gentrificación.
Gentrificación. Una palabra muy presente en Si las palabras hablaran que se muestra a través de un gran mosaico de anuncios cutres –esas fotocopias con grafías rotuladas a mano– con los que los inversores ocultan sus corbatas amenazanes. Ya saben, “URGE COMPRAR PISO EN ESTA ZONA”. La obra, fruto de ocho años de recolección de papeles por parte del artista Ivan Cichetti, da paso a una pequeña nave industrial de techos altos que servía de trastienda a la mercería y hoy contiene distintas propuestas artísticas.
“Somos conscientes de estar participando de los procesos de gentrificación”, explica Laura. Su propuesta era salir del centro, las anteriores muestras de estas becas fueron en el Círculo de Bellas Artes y CentroCentro y quisieron salir de ese circuito, pero no sin dejar de problematizar la relación entre el mundo del arte y la posible expulsión de los vecinos. Por esto, entre otras cosas, se han incluido en el folleto de la muestra planos de la vivienda popular en ladrillo de Tetuán elaborados por el Grupo Patrimonio Tetuán.
Los papeles de Se compra en el interior de la galería efímera riman con otros de manufactura casera que aparecen, aquí y allá, en sus paredes: Se ofrece empleada del hogar, afirman. “Pertenecen a la acción que el otro día llevaron a cabo Las Caminantas del Teatro”, explica Laura Castro. De nuevo, reflejo de una realidad social muy presente en el barrio, ya que es el grupo de teatro de un grupo de trabajadoras del hogar relacionado con experiencias de sindicalismo social en el sector.
Además de la mercería y su trastienda, la exposición ocupa otra nave contigua, “una vieja fábrica de clavos, creo” –explica la comisaria–. Maravillosas baldosas hidráulicas desgastadas por el tiempo y mensajes laborales medio borrados en sus paredes juegan a ser un palimpsesto perfecto para enmarcar cualquier actividad que llegue con humildad a su interior, como es el caso. Hay un escenario, videocreaciones y, al fondo, una colección de instrumentos musicales del coleccionista Baron Ya Búk-lu, procedentes de distintas partes de África.
Este mundo de voces, muchas de las cuales han sabido dialogar con el entorno, solo habitarán los locales de la pequeña calle Montoya hasta el próximo 25 de junio. Después, comenzarán unas obras para unir las dos partes de la nave industrial. Y, luego, ¿quién sabe qué realidad se superpondrá a toda las que acumulan la vieja mercería y la fábrica de clavos?
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