El muro en el que los vecinos de Tetuán conversan con pintura
Hará un par de años, alguien pintó una flor de colores –discreta, modesta– en la esquina de las calles de Hierbabuena y María Zayas (en el barrio de Berruguete). La pintura permanece a una serie botánica que, aquí y allá, convirtió distintos rincones de las calles aledañas en un jardín de pigmento.
Hace poco, alguien pintó una silueta, simple pero estilosa (acaso pariente del conocido El seis y el cuatro) en la misma pared amarilla en cuya esquinita está la flor, que sigue brillando entre los tonos oscurecidos por los orines de perro. El gigante silueteado parece extender su mano derecha hacia el ¿tulipán?
Poco tiempo después, alguien firmó junto a nuestro vecino, al que también se ha visto personarse en otras paredes del barrio. Los tags, aparecen envueltos en un globo irregular, podría ser un bocadillo que sale del propio personaje o de la ventana del bajo.
A la vez, la primavera le invadió. Le nacieron mariquitas en sus enormes pies y más flores en el cuerpo.
¿Arte? ¿Vandalismo? ¿Aburrimiento? Lo que es seguro es que se ha producido un diálogo sobre la pared amarilla de la calle Hierbabuena. Como quien se para a hablar cada día en la misma esquina.
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