V de Vivienda, el primer eslabón del movimiento contra la crisis habitacional que irrumpió teñido de amarillo y negro
En 2006 aún no había saltado todo por los aires, la crisis inmobiliaria que trajo consigo la quiebra total está fechada en los libros de historia hacia 2008. Y, sin embargo, por entonces un grupo de jóvenes, que creció hasta convertirse en un movimiento social de masas, puso sobre la mesa la centralidad de la burbuja inmobiliaria con sus sentadas, sus manifestaciones, sus imaginativas acciones mediáticas y su No vamos a tener casa en la puta vida.
Han pasado algo menos de veinte años y, pese a ser un hito fundacional del actual movimiento de vivienda, ha quedado más su potente lema que su propia historia, más allá de algún trabajo difícil de encontrar en librerías o una línea en el currículum de la anterior regidora de la ciudad de Barcelona, Ada Colau.
Entre los libros, y para la experiencia madrileña, se puede indagar en ¿Qué pasa? Que aún no tenemos casa (Roberto Blanco Tomás, con fotos de Álvaro Minguito), basado en entrevistas a activistas de la Asamblea Contra la Precariedad y por una Vivienda Digna. Tiene el valor de trascender los hechos y dar a conocer los debates internos de la asamblea.
V de Vivienda fue un fenómeno que se reconocía en la nueva emergencia de las redes y su capacidad convocadora. Mucho se estaba escribiendo entonces sobre ello, acaso con un exceso de tecnoutopismo: antes, había sido el 13-M (el Pásalo) y, aunque nadie lo recuerde ya, después macrobotellones a través de internet para protestar por la prohibición de beber en la calle.
En abril de 2006 comenzó a moverse por la red un mensaje que invitaba a los jóvenes a movilizarse. El 14 de mayo –curioso que el antecedente lo sea hasta en la fecha– se dieron convocatorias en distintas plazas de toda España. Comenzaron así una serie de sentadas –aunque muy moviditas– periódicas y no comunicadas, que no tardaron en ser reprimidas policialmente. La del 14 de mayo sucedió en Madrid en la Puerta del Sol y reunió a unos pocos miles de personas, lo que en el momento fue un éxito sorprendente. El movimiento que acababa de nacer recogía experiencias anteriores, como la Plataforma por una Vivienda Digna, creada en 2003.
En marzo de este mismo año el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero había sacado una campaña de información destinada a los jóvenes con el nombre KeliFinder.com, nombre que fue, junto con la identidad gráfica de una zapatilla, el hazmerreír de la internet de la época. En realidad, la iniciativa de la ministra del ramo María Antonia Trujillo –que otros recordarán por el affaire de los mini pisos– consistía en un portal único con la información relacionada con vivienda de ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno. Es decir, un intento estéril que señalaba la existencia de un problema.
Fuera de lo risible del asunto Kelifinder, otras soluciones articuladas en la época remiten a debates que también reviven hoy: en 2008, ya con Carme Chacón como Ministra de Vivienda, se creó una renta de emancipación para jóvenes, con un ingreso de 210 euros durante dos años para hacer frente a parte del alquiler.
En relación a V de Vivienda todo ocurría muy deprisa y comenzando el mes de junio el movimiento comienza a tomar un cuerpo un poco más definido con una asamblea en la Facultad de Medicina de la Complutense. La coordinación asamblearia no hizo que se dejaran de lado las redes. Al revés, se crearon distintas listas de correos y foros que sirvieron para articularse.
Si leemos hoy la lista de reivindicaciones de la manifestación organizada el 2 de julio de 2006 en distintas ciudades españolas nos damos cuenta de que, como el teatro, la vivienda siempre estuvo en crisis. Y de que muchas de las reivindicaciones ciudadanas sobre la vivienda siguen siendo las mismas: apuesta por el alquiler social frente a la compra, rehabilitación de los barrios y sus viviendas frente a la extensión del ladrillo, función social de la vivienda, ocupación para fines sociales…
Durante dos años se sucedieron muchas manifestaciones y acciones activistas, como las semanas de lucha por la vivienda en los barrios. En Madrid se intentó sin éxito, incluso, crear un campamento en el Paseo del Prado en mayo de 2007, coincidiendo con la campaña de las elecciones al Ayuntamiento y Comunidad de Madrid y el primer aniversario del movimiento. Finalmente, tuvieron que poner las tiendas en Ciudad Universitaria.En Barcelona el movimiento alcanzó hitos llamativos como las protestas contra la Cumbre Europea de Ministros de Vivienda en octubre de 2006, que tuvo que ser suspendida ante la expectativa de las protestas.
El negro y el amarillo de V de Vivienda fueron entre 2006 y 2008 los colores de la reivindicación callejera del derecho a la vivienda digna. En 2009 nacería en Barcelona una (entonces) asociación llamada Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que vendría a teñirlo de verde, ya en medio de la profunda crisis financiera que desencadenó una epidemia de desahucios. Hoy, el movimiento por la vivienda vuelve a ser noticia, con una posible huelga de inquilinato en el horizonte y algunos de los cánticos que se gritan en las manifestaciones tienen, no es casualidad, casi veinte años.
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