Hay muchos villanos a los que acabamos cogiendo cariño, pese a sus maldades, porque nos conquista su carisma. En el caso de La Villana, sin embargo, estamos ante “la mala” con mejores intenciones y más cariño a sus espaldas. Este centro social de defensa de los derechos y la autooorganización lleva una década impulsando el tejido social en Vallecas. Ahora, ha dado un salto cualitativo marcado por un cambio de sede gracias a una campaña de crowdfunding.
Tomando su nombre de la comedia de enredo escrita por Tirso de Molina, La Villana de Vallecas ha obtenido hasta la fecha más de 57.000 euros en Goteo.org (puedes consultar y aportar a su iniciativa en este enlace). Esto supone rebasar el objetivo de 50.000 euros que marcaron como óptimo, y casi cuadruplicar los 15.000 que situaron como marca mínima para que su mudanza a una nueva ubicación más amplia y versátil fuese viable. Con esto, buscan reforzar el hogar y el alcance en general de una organización que aglutina colectivos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Vallekas, Pan y rosas, Grupo de Historia del Movimiento Obrero, Lobas Vallekas, Orgullo Vallekano LGTBIAQ+, Escuela de las Periferias o la Despensa Solidaria La Villana de Vallekas.
Así ha sido: La Villana se traslada desde un local con dificultades de accesibilidad y algo escondido en la calle Montseny a las inmediaciones del parque Amos Acero. La nueva sede conforma un recinto mucho más acogedor y visible donde se potencian ampliamente las posibilidades para revitalizar la vida social, cultural y vecinal de Puente de Vallecas o el sur de Madrid en general. Asimismo, cuentan con más facilidades para disfrutar del espacio exterior en los alrededores de un entorno con mucha vida.
Lo explica Javier, miembro de esta entidad sin ningún ánimo de lucro (hasta esta campaña se habían financiado exclusivamente a través de las cuotas de sus socias y socios): “Buscamos un salto cualitativo y espacial, en parte por el marco de ataques a servicios y derechos sociales, que nos afecta cada vez a más colectivos. También es una apuesta política por tener un espacio independiente de los vaivenes de la gentrificación, queremos plantar una semilla para contar con un bastión de resistencia a largo plazo. Queremos ser capaces de generar dinero que pueda ser puesto al servicio de fines políticos, siendo conscientes eso sí de que la precariedad nos ata”.
“Si además del crowdfunding sumamos donaciones que han venido a raíz de él pero fuera del portal, la respuesta ha superado todas nuestras expectativas. Estamos en el proceso final para solicitar el préstamo y en el diseño del nuevo local con las arquitectas”, avanza Javier, que habla del “salto de calidad” que supone incorporar en el proyecto futuro una taberna y una librería. Define ambos negocios como “dos empresas políticas” que generen recursos para la autogestión, además de servir para dar a conocer La Villana a personas no ligadas a los colectivos sociales.
Javier desgrana este concepto de “empresa política” con inusitada lucidez: “Llega un momento en el que, si queremos poner el cuerpo, el Estado responde a través de la represión o la precariedad. Disponer de empresas políticas que generen dinero al servicio del bien común nos permite pagar multas al instante sin que suponga tanto miedo para nosotras. Podemos, en definitiva, reforzar nuestras estructuras”. De hecho, detalla que la decisión de adquirir una nueva sede vino después de “los ataques que se están produciendo en espacios públicos recuperados, que están resultando fulminantes, como el de La Ingobernable”.
Si queremos poner el cuerpo, el Estado responde a través de la represión o la precariedad. Disponer de empresas políticas que generen dinero al servicio del bien común nos permite reforzar nuestras estructuras
Recuerda la importancia de los espacios públicos al señalar que las autoridades “nos quitan lo poquito que tenemos para que nos veamos obligados a apuntarnos al Basic Fit o donde sea”, en referencia a la reciente intervención policial durante una clase de zumba en el parque Tierno Galván de Madrid. Con La Villana intentan conformar “un espacio seguro donde podamos tener alternativas de ocio, conversación o cualquier formato, sin ningún peligro y con total libertad”.
Esta villana de buen corazón se refuerza para atender a personas sin recursos, migrantes, con problemas en el acceso a la vivienda o que simplemente deseen tejer redes de apoyo en su entorno. Se expande así “una comunidad que pueda plantar cara a los fondos buitre, las privatizaciones, las condiciones laborales abusivas...”. Lo que persiguen no es otra cosa que ser “un espacio más del barrio”, algo cada vez menos pedestre y más excepcional.