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La Ciudad de los Poetas, contra Almeida: el futuro acceso a una finca privada amenaza los equipamientos del barrio

Vecinos de la Ciudad de los Poetas concentrados contra la construcción del vial.

Constanza Lambertucci

La Ciudad de los Poetas, un barrio del norte de Madrid, ha visto cómo esta semana se veía alterada la calma que normalmente impera en sus calles. En el bar y en la plaza, los vecinos se organizan para frenar la construcción de un vial que dará acceso a una parcela privada y atravesará un parque infantil y zonas comunes. El Ayuntamiento argumenta que “está obligado legalmente” a abrir la vía. Los vecinos permanecen en guardia para evitar que empiecen las obras porque temen que, tras la construcción de ese acceso, la empresa dueña del solar edifique una residencia privada de ancianos, que está proyectada desde hace 16 años y que ellos ya consiguieron frenar: “No queremos que nos rompan la tranquilidad que hemos tenido por más de 50 años”.

El Ayuntamiento de Madrid, que dirige José Luis Martínez-Almeida (PP), tiene previsto abrir ese vial que atraviese parte del barrio y dé acceso a un solar de más de 2.600 metros cuadrados que pertenece a la empresa privada Residencias Asistidas SA.  Las obras podrían durar unos tres meses. Según afirman fuentes del área de Obras y Equipamientos, el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997 obliga al consistorio a ello. Pero los vecinos de esta urbanización del distrito de Moncloa-Aravaca lo consideran un “atentado urbanístico”.

El barrio, de 45 hectáreas, se ideó en los años 60 a partir de “grandes manzanas sin coches de por medio”, según cuenta Norberto Spagnuolo, uno de los arquitectos que participó en las obras. El sistema de recorridos estaba pensado para que las personas pudieran transitar de un lado a otro sin tener que pasar por las calles. Es un laberinto de escaleras, pasillos y espacios comunes que conecta las viviendas del complejo. Un “barrio popular bien hecho” que les valió reconocimientos en todo el mundo, según asegura el arquitecto. Spagnuolo, que vive en la Ciudad de los Poetas, considera “terrible” que se abra la vía: “Con el nuevo Ayuntamiento han venido con todas las fuerzas para meterse como puedan”.

“No es justo que hagan el vial sin consultarnos porque este barrio no fue concebido así”, se queja Isabel Lorenzo, una vecina que teme por el “ruido” y el “tráfico” que podría generar la nueva calle. “Tengo seis nietos y venimos aquí muchísimo, pero cada vez hay menos espacio para niños, cada vez nos quitan más”, lamenta Cristina Fernández, que vive desde hace 45 años allí. 

Para frenarlo, este lunes, los vecinos quisieron adelantarse a los constructores y desde antes de que salga el sol hicieron sonar pitos y corearon consignas en la zona donde, supuestamente, se abrirá la vía. “Parque sí, carretera no”, reclamaron las más de 100 personas concentradas. Algunos pasaron antes de ir a trabajar o antes de ir al instituto; algunos desayunaron allí, churros en mano. Ese día los obreros no llegaron. Al día siguiente sí, para desmontar la zona de juegos, pero los vecinos se opusieron y consiguieron que no avanzaran. Por ahora, no han regresado.

Un problema que se remonta a 2001

Los residentes de la Ciudad de los Poetas permanecen atentos a cualquier movimiento, montan guardias y se avisan a través de WhatsApp. Llevan en alerta desde hace dos semanas, pero los temores vienen de lejos. 

En 2001, la empresa Residencias Asistidas S. A., propietaria de las residencias de mayores Los Nogales, adquirió el solar al que dará acceso el vial si se construye. Dos años después, la compañía planificó en la parcela, que no tiene salida a la calle, un geriátrico que se implantaba en medio de las viviendas. “Era una barbaridad, eso quedaba ahí encerrado entre las residencias de vecinos”, recuerda José Luis Muñoz, portavoz de los vecinos, que lleva 32 años en el barrio. “Los ruidos que se iban a generar, los equipos de aire acondicionado en las cubiertas, entrada y salida de vehículos día y noche... porque había proyectadas 153 plazas de garaje”, añade.

Los vecinos consiguieron frenarlo y no volvieron a saber nada de las obras hasta 2017, cuando la empresa, a la que la Fiscalía de Madrid investiga por presuntos maltratos a dos ancianas, reactivó la iniciativa para construir un centro. Ese año lograron paralizar las obras nuevamente porque el volumen del proyecto ocupaba una zona del terreno que los vecinos reclaman como propia y que durante años mantuvieron con su dinero.

Se trata de un pasillo con árboles y flores junto a la finca. Sin embargo, el área fue cedida a Residencias Asistidas S. A. en una junta de compensación, de la que los vecinos no supieron nada, según critican. “¡Nos ha costado el sudor de la frente! Y ahora vienen cuatro ladrones a quitárnoslo”, se indignaba este lunes frente a las cámaras de televisión Ramona Paniagua, una de las vecinas movilizadas. Desde hace casi un año, el solar está vallado y los árboles se están secando. 

Los habitantes de la zona temen que, si se abre el vial, se retomen los proyectos que frenaron años atrás. Aunque la licencia que tenía la empresa para construir la residencia ha caducado, según fuentes municipales, muchos vecinos temen que se construya y otros sospechan que el terreno podría venderse. “¿Si no para qué construyen el vial?”, se preguntan muchos. 

La empresa ha afirmado en un comunicado que “no tiene definida la posible obra a realizar en este emplazamiento” y que está dispuesta a “encontrar una solución que sea satisfactoria para todas las partes”. Para los vecinos la única solución es que el Ayuntamiento otorgue a la empresa otro terreno en las mismas condiciones a cambio del solar y que la parcela se destine a instalaciones de uso público, como una escuela o una biblioteca. Este viernes, los residentes se reunirán con la concejal de distrito, Loreto Sordo.

De los balcones y de los árboles aún cuelga pancartas con reclamos. “Largaos” o “la especulación nos quita jardines por intereses privados” son algunas de las consignas pintadas en aerosol. “Los ancianos vienen a pasear, los niños pequeños a jugar, disfrutamos todos de esto. Por eso vivimos aquí”, exclama Ana Carrión, de 53 años. “Si nos lo quitan, nos obligan a irnos o a defendernos y hemos optado por defendernos”. La Ciudad de los Poetas ha decidido levantarse.

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