La Meseta es un nuevo blog en el que Castilla y León se abre a la red, sin cortapisas, sin presiones y con un único objetivo: informar, contar, relatar. Informar lo que ocurre esta Comunidad Autónoma sin que nadie imponga sus criterios. Contar lo que habitualmente no se encuentra ni en la Red ni en papel. Relatar opiniones de los que tengan algo de qué opinar. Todo ello pensado para una tierra mesetaria, en la que apenas hay sobresaltos, y con la pretensión de aportar un grano de arena para el avance intelectual y material de esta región.
El voto
Ninguna representación política que salga de unas urnas será una representación democrática perfecta. No dejará de ser una adaptación al orden democrático capitalista. Es en un sistema socio-económico capitalista en el que se llevan a cabo las elecciones. Por tanto, éstas y sus resultados responden a tal contingencia.
Vivimos en una sociedad inmersa en la lucha de clases. La estamos perdiendo las clases más desfavorecidas. En el programa El Intermedio y en Las mañanas de la 4, en sendas entrevistas callejeras, ante diferentes preguntas, dos mujeres: una trabaja en servicios de limpieza casera ganando apenas 600 euros al mes; la otra, actualmente, vive de los alimentos que le da Cruz Roja, y paga luz, agua y otros servicios con la ayuda de Cáritas –quizás fuera al revés. Ambas, en sus manifestaciones, se consideraban de clase media alta. ¿Quiénes serán para ellas clase baja, pobres, olvidados? Los pobres que vivan a su alrededor, ¿los ven tan alejados de su estatus económico como para considerarse ellas mismas clase media alta? Muestran una formación ideológica que significa el camino hacia nuestra derrota en esta guerra de clases.
Se nos convoca a unas elecciones europeas. Parte del juego en esta lucha de clases. En mi modesta opinión, unas primarias más a favor o en contra del sistema económico neoliberal en el que vivimos. L@s diferentes candidat@s representan solidariamente opciones económicas diversas. Los votantes seremos solidariamente corresponsables de las diferentes opciones económicas al votar a un@s candidat@s u otr@s. Nuestro voto o nuestra abstención contribuirán a dar el triunfo al neoliberalismo que nos ha gobernado y nos gobierna. O contribuirá a darnos una posibilidad en la construcción de nuestro futuro.
Nuestra participación en las elecciones nos ubica dentro del sistema socio-económico en el que vivimos. No debiera hacer falta manifestarlo, defiendo la libertad de voto y la de no votar. Pero toda acción tiene sus consecuencias. El próximo domingo existen dos acciones elementales posibles: votar o abstenerse.
La abstención, acción que, según las encuestas, parece ser la más escogida para el próximo domingo. Cuando hablas con los abstencionistas sus razones son diversas. Fundamentalmente: no quiero colaborar con este sistema, lema ancestral de los diversos anarquistas, al que se suman muchas personas desencantadas y, muchas más, resignadas en el no sirve para nada.
Tras las últimas masivas manifestaciones, tanto el presidente del gobierno –sí, en minúsculas- como su segunda la vicepresidenta Saenz, manifestaban el fracaso de las mismas. O, si lo prefieren, se arrogaban el triunfo diciendo que la mayoría sensata del país había permanecido en sus casas. Por tanto, estaban de acuerdo con el gobierno. A este carro se sumaban todos los medios de comunicación y tertulianos del Tintorro Party.
¿Qué creen que dirán el presidente y su vicepresidenta –sí, con minúsculas- y sus tertulianos del Tintorro Party, ante la abstención masiva que se espera? Todos ellos son inmejorables representantes del sistema que nos gobierna, que nos reprime. ¿Crees que interpretarán que los estás rechazando? Puede ser. Pero es lo que quieren. Que te desentiendas de la posibilidad de ejercer los escasos derechos que te permiten ejercer.
Para el anarquismo el poder del Estado corrompe. Prefieren sentirse al margen del mismo no votando. Pero, ¿acaso, lo quieran o no, no participan del Estado de muy diversas maneras? Entre otras, al integrarse en la marginalidad, aunque sea activa, facilitan la permanencia en el poder a aquellos que lo ejercen hoy.
Porque te quedes en tu casa llamándonos ignorantes y estúpidos a los que intentamos otra manera de darle un puñetazo al capitalismo, no haces sino reforzar a los partidos de gobierno, representantes del neoliberalismo que nos gobierna, nos reprime. El neoliberalismo es la manifestación de poder de personas muy concretas –ese 1% que gobierna el mundo.
La abstención sólo sería eficaz si nadie, absolutamente nadie, salvo los políticos, fuera a votar. ¿Creéis eso posible? Siempre estarán sus afiliados, familiares y amiguetes colocados, para depositar el voto. Les estaríamos cediendo nuestra decisión.
El voto: Cualquier otra opción de voto, sí es válida. Un voto en blanco sí les dice: estoy dispuesto a votar; pero ninguno me interesáis.
Cualquier partido menor, aunque sea de derechas, es un golpe al sistema instituido del bipartidismo que nos ha traído hasta esta ruinosa sociedad. Un voto, un golpecito, Todos juntos, una pequeña grieta en este neoliberal capitalismo.
Naturalmente, por lo anteriormente escrito, podréis deducir que votaré a un partido de izquierdas. Es mi opción. Creo que valdrá para decirle al poder: sí, estoy frente a ti, desde esta posición.
No recuerdo que ninguna revolución se haya producido en algún lugar del mundo como consecuencia de unas elecciones. Lo más parecido a una rebelión fueron las elecciones que trajeron la II República en España. Como consecuencia de unas elecciones municipales, el rey –en minúscula- se marchó y nació la República. Esto es algo que no debieran olvidar tantos abstencionistas.
Ninguna representación política que salga de unas urnas será una representación democrática perfecta. No dejará de ser una adaptación al orden democrático capitalista. Es en un sistema socio-económico capitalista en el que se llevan a cabo las elecciones. Por tanto, éstas y sus resultados responden a tal contingencia.
Vivimos en una sociedad inmersa en la lucha de clases. La estamos perdiendo las clases más desfavorecidas. En el programa El Intermedio y en Las mañanas de la 4, en sendas entrevistas callejeras, ante diferentes preguntas, dos mujeres: una trabaja en servicios de limpieza casera ganando apenas 600 euros al mes; la otra, actualmente, vive de los alimentos que le da Cruz Roja, y paga luz, agua y otros servicios con la ayuda de Cáritas –quizás fuera al revés. Ambas, en sus manifestaciones, se consideraban de clase media alta. ¿Quiénes serán para ellas clase baja, pobres, olvidados? Los pobres que vivan a su alrededor, ¿los ven tan alejados de su estatus económico como para considerarse ellas mismas clase media alta? Muestran una formación ideológica que significa el camino hacia nuestra derrota en esta guerra de clases.