Completamente renovado, desde el chasis al diseño de cada pieza visible, el nuevo Mazda3 ha sido objeto del más completo programa de repensado de la marca en los últimos años. Además de inspirarse en el llamativo diseño escultural anticipado en el Concept Kai (con una carrocería inusualmente baja, sofisticada y desdoblada en siluetas hatchback y sedán de cuatro puertas), se ha transformado por completo la presentación de la información en busca de la menor “distracción cognitiva” posible. O, lo que es lo mismo, evitar que la atención del conductor se desvíe de la carretera cuando trata de interpretar lo que aparece en las pantallas o decide cómo accionar los mandos.
Este concepto, que es una de las mayores causas de inseguridad al volante, tiene en consideración todas las fuentes de información que rodean al conductor. Pero, si en el diseño KODO manda el menos es más, en lo referido a la instrumentación, su efectividad no es tanta por ser escasa, sino por estar correctamente ordenada, presentada y accesible. De esta forma es más sencillo conducir el coche de forma intuitiva, sin pérdidas de tiempo que se traducen en metros sin atención a la vía, y lo que es más importante: con tiempo para resolver incidencias.
Procesar la información de un solo vistazo
Comprender lo que es, cómo utilizarlo y su función de un solo vistazo. Esta fue la regla de oro empleada por la marca japonesa para diseñar la información que ofrecen los indicadores, la pantalla head up display y la pantalla central, así como los sonidos de las alertas sonoras.
Así, mientras que los guarnecidos superiores de las puertas en combinación con el diseño de los brazos del volante tienden a prolongar el campo visión del conductor incluso más allá de donde alcanzan la mirada, la distribución de las esferas tras el volante y la pantalla transparente head up display contribuye a que no haya que retirar jamás la vista de la carretera.
Justo en el plano de los ojos, se proyecta una selección de la información que tiene que ver con la vía: la velocidad actual, las limitaciones y las indicaciones del navegador. Bajo la capilla, tres relojes esféricos se colocan a lo ancho. El central alberga una pantalla de 7 pulgadas cuyo contenido cambia a demanda del conductor. Los laterales completan con información adicional y todo el conjunto se lee fácilmente a través del volante. Más a la derecha de ese eje horizontal, una gran pantalla central de 8,8 pulgadas presenta con la misma tipografía y colores los menús para el control de todos los sistemas de navegación, ajustes y entretenimiento.
Por cierto, que deja de ser táctil para manejarse exclusivamente desde el mando giratorio HMI Commander, colocado a continuación del reposabrazos central, con el mismo objetivo de mantener las manos y la atención sobre la conducción, permanentemente.
Otro factor que facilita la concentración en la carretera es que es posible deducir solo con el tacto la función de determinados mandos. Así, en lugar de tener que leer el pictograma de la tecla de luces de emergencia, su forma replica la de un triángulo.
La climatización con diales independientes al alcance de la mano complementa el nuevo interfaz hombre máquina (HMI), que se encaja sin llamar la atención en el interior. El resultado es un panel de instrumentos más atractivo y, sobre todo, más fácil de leer.
Esta es la experiencia que ofrece el Mazda3 al volante: control total sin el desgaste cognitivo de otros automóviles en los que hay que pensar dónde está cada cosa. Una vez más, el concepto japonés Jinba Ittai, que refleja la unidad entre el conductor y su vehículo, se pone de manifiesto en este aspecto, que contribuye a ofrecer el mayor placer de conducción posible con el mínimo riesgo.