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“En España tenemos mucho miedo al ridículo y a equivocarnos”

Sergio Porlán, director del Centro Párraga / Diana Barbosa

José Antonio Fuentes

Murcia —

Este próximo viernes 18 enero se presenta la nueva programación del Centro Párraga. Un centro dedicado a las artes escénicas y el arte contemporáneo ubicado en el barrio de El Carmen de Murcia. En concreto, en uno de los pabellones de El Cuartel de Artillería compartido con el CENDEAC y la Factoría Cultural.

Sergio Porlán (1983) es director del Centro Párraga desde el año 2011. Gestor cultural y artista plástico nacido en Lorca, Porlán es afable, risueño y con una concepción del arte contemporáneo rigurosa. Algo que aprehendió muy pronto, en su infancia. De cerca destila una cierta timidez, una especie de reserva insondable que confiesa estar quitándose. Paralelamente al desempeño de cargos institucionales ha desarrollado una carrera artística donde el apoyo de la galería de arte murciana ARTNUEVE ha sido fundamental.

Llegó a la dirección del Centro Párraga en el peor momento, “sólo para abrir las puertas”. La crisis dejó la dotación presupuestaria en su mínimo histórico. A lo largo de estos años, con una gran capacidad de trabajo y voluntad, ha devuelto al espacio una vitalidad alejada de grandes nombres y grandes cachés. El Centro Párraga vuelve a ser un pequeño y valioso rincón del mundo donde contemplarnos y reflexionar a través del prisma de las artes escénicas y el arte contemporáneo.

¿En qué momento decidiste ser artista o siempre lo tuviste claro?

En mi familia no hay tradición artística. Mi padre es mecánico y mi madre ha trabajado en una fábrica textil. Sin embargo, de los ocho a los dieciocho años estudié en una escuela municipal de artes plásticas en Lorca muy singular. Juan Jiménez Asensio, una persona con un nivel de exigencia muy alto, ha sido el director hasta su reciente jubilación. Esta actividad, en la que el arte se tomaba de forma rigurosa y seria, ha sido fundamental para mí y otros compañeros como Nico Munuera, Sonia Navarro o Fod que posteriormente hemos desarrollado una carrera artística.

Y de ahí a estudiar Derecho

El arte formaba parte de mi cotidianeidad, pero consideraba que podía hacer otra cosa en el ámbito profesional. En aquel momento me interesaba el Derecho hasta que entendí que no era lo mío. Entonces comencé los estudios de Bellas Artes. Conecté enseguida con Pedro Alberto Cruz y Miguel Ángel Hernández, que en ese momento estaban montando el CENDEAC, y formamos un grupo de gente interesada en el arte contemporáneo.

Cuando cursaba el tercer año de carrera Pedro Alberto Cruz (entonces consejero de Cultura) me llamó para dirigir un proyecto nuevo, el LAB (Laboratorio de Arte Joven). En esa época era muy rebelde, me dejé la carrera y me dediqué por completo a la dirección del LAB. De ahí pasé a la gestión cultural muy joven, tenía 22 años. Tiempo después comprendí la importancia de la titulación académica y retomé los estudios de Bellas Artes.

Siendo tan joven, ¿te resultó duro aprender el lenguaje y quehacer del poder político de turno?

Los políticos han entendido siempre el Centro Párraga como un centro de libertad y nunca me han cuestionado ninguna programación. Las únicas discrepancias han sido en relación al presupuesto. Mi labor ha consistido, fundamentalmente, en transmitir cuáles son las necesidades de los artistas y explicar qué implica poner en pie una obra en el teatro.

Llegué al Centro Párraga en un momento de presupuesto mínimo, solamente para abrir las puertas. La crisis fue tan brutal que nos quedamos dos personas en la coordinación. No teníamos ni un técnico en el teatro; era como tener la cocina de El Bulli sin cocinero.

Antes de la crisis el Centro Párraga era un referente de las artes vivas en España. Actualmente contamos con un presupuesto de 160.000 euros repartido en partes iguales entre artes escénicas y contemporáneo, lo que representa el 20% del presupuesto destinado en 2007.

En julio de este año se cumplen ocho años en la dirección del Centro Párraga y unos meses antes hay elecciones autonómicas y municipales. ¿Estamos ante la última programación de Sergio Porlán?

Nunca me pregunto si es la última. Siempre pienso en desarrollar la programación que preparamos cada año y también en los proyectos y compromisos adquiridos a medio plazo. Pertenezco al ICA (Instituto de las Industrias Culturales y de las Artes) y puedo estar aquí o en cualquiera de las instituciones que gestionan.

¿No es un puesto político?

Ahora mismo, no. En sentido estricto soy coordinador. Un técnico cultural que se ha hecho cargo de la coordinación del Centro Párraga. Aunque, en la práctica, sí ejerzo la función de dirección.

Marta López Briones ha sido muy criticada por su gestión al frente del ICA por diversos agentes culturales vinculados a las artes escénicas y otros sectores de la Región de Murcia. ¿Cuál es tu punto de vista en este desencuentro?

La función del artista es apelar a la administración para que los recursos sean cada vez mayores. Me parece bien que el sector teatral de la Región esté organizado y demande a la administración lo que considera justo.

Pero la realidad es que como sector no puedes ser atendido desde una institución que no tiene recursos. El presupuesto del ICA es pequeñísimo y esto es un problema que trasciende la labor de dirección de Marta. Es un problema estructural, no exclusivo de la Región de Murcia. España no ha apostado por la cultura.

¿Cómo compaginas esta doble naturaleza de artista y gestor cultural?

Sigo en activo como artista e intento ser muy escrupuloso con las interferencias que puedan existir entre la gestión cultural pública y mis propios intereses como artista. En otros países esta figura del artista gestor cultural es muy común. Lo positivo, bajo mi punto de vista, es que como artista puedo entender mejor las dificultades del oficio y aplicar ese conocimiento a la gestión cultural.

En la evolución de tu obra plástica de base formalista, ¿ha influido el conocimiento adquirido estos años de las artes escénicas?

La obra es el depósito de experiencias de todo tipo. El contacto a lo largo de estos años con el mundo del teatro ha sido fundamental. Al final, no hay tantas diferencias entre las artes escénicas y el arte contemporáneo.

Por otro lado, he aprendido mucho del artista escénico a nivel personal. Hay que perder el sentido del ridículo y ser valiente. Un elemento a tener muy en cuenta para cualquier interesado en la producción cultural. En España tenemos mucho miedo al ridículo y a equivocarnos.

¿Te veremos algún día como performer?performer

Qué va… me cuesta mucho comunicar con el cuerpo.

Mucha gente del barrio de El Carmen, por no hablar de los pueblos, no sabe qué es o qué pasa allí dentro. ¿La programación del centro es elitista?

Algunas veces nos han tachado de elitistas, pero nosotros somos específicos. Es decir, tratamos contenidos específicos de la cultura contemporánea, esencialmente la investigación y la experimentación, centrada en dos ámbitos como son las artes vivas y el arte contemporáneo que conviven y tienen muchos puntos en común. Lo que se muestra en el Centro Párraga te puede gustar o no, comprender o no, pero es lo que están haciendo los artistas en este momento.

El barrio de El Carmen debería ser el primer usuario del Centro Párraga por pura proximidad. Estamos haciendo un trabajo en colaboración con el ayuntamiento de Murcia para darlo a conocer a través de las asociaciones presentes en el barrio.

¿Has entendido algo del comportamiento de eso tan codiciado que llamamos público?

Lo que he percibido es que cuando la propuesta no es comercial (sea por la presencia de un actor famoso o un personaje mediático) no hay un consumidor de cultura. Echo de menos un grupo amplio de personas que elija consumir cultura y no sea de forma accidental.

Hemos tenido experiencias muy buenas. La danza, por ejemplo, es minoritaria en público, pero cada vez que programamos algún espectáculo viene mucha gente. Las actividades relacionadas con el diseño o la moda también tienen mucho éxito. Parece que existe algo más comprensible para el público. Sin embargo, en las propuestas más específicas y experimentales todavía hay poco público, aunque en los últimos años se ha incrementado.

Los grandes cachés y grandes nombres no pasan, a día de hoy, por el Centro Párraga por falta de recursos. Pero sí se puede ver el panorama actual en el ámbito nacional de la creación escénica contemporánea y en el arte también. En este sentido, el Centro Párraga sigue siendo un referente. No es falsa modestia, no tenemos que estar acomplejados.

El festival TNT (referente en nuevas tendencias escénicas) tiene, desde hace unos años, una sección dedicada a los niños. ¿Han sido los grandes olvidados de las artes vivas?

Muchas veces vamos a lo urgente y lo importante se descuida. Es cierto que las prácticas contemporáneas no prestan la atención que debieran al público infantil. Nosotros hemos llevado a cabo acciones puntuales en artes escénicas y contemporáneo como “danza en familia” y cada vez que desarrollamos guías didácticas de las exposiciones hay un apartado para niños, pero sigue siendo una asignatura pendiente.

Planes de futuro más allá de la dirección del Centro Párraga

Soy poco planificador, la verdad. Con quince años nunca hubiese imaginado que iba a dirigir el LAB y después el Centro Párraga. Ni que estaría tan vinculado al mundo de las artes escénicas. Ahora tampoco imagino mi futuro.

Me gustaría desarrollar una carrera artística coherente y sincera conmigo mismo. En mi trayectoria artística ha sido fundamental la galería ARTNUEVE y en concreto, María Ángeles Sánchez, que fue una persona que confió en mí desde el principio.

Parece que la ultraderecha ha llegado al panorama político para quedarse, ¿preocupado?

Estamos viviendo una época complicada a nivel social. Tenemos necesidad de aferrarnos a algo y lo hacemos a algo engañoso como son las imágenes, la falsa moral y el rechazo al otro. Me preocupan los extremismos. Mi estructura es socialdemócrata, algo que Europa ha conseguido después de muchas dificultades y guerras.

Es un fenómeno mundial que tiene que ver más con la desesperación y el deseo de simbolizar un sujeto contemporáneo que está enfermo. Vuelve la propaganda, el miedo y la manipulación. Son lamentables todos los fenómenos radicales que se dan en la sociedad. Quizá puedo parecer conservador, pero todavía creo que en una sociedad democrática existen instrumentos para favorecer el diálogo y evitar la confrontación violenta o directa.

Y para finalizar, un sueño cumplido

Hay días en los que todo encaja y se da el milagro de la cultura, eso que es inasible. El público ha acudido, ha salido bien el teatro o la exposición es rotunda... Cada vez que la cultura comunica, habla y se produce ese flujo con el espectador es un sueño cumplido.

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