Hortensia Laencina estrena 'Murcianik': un canto a las mujeres huertanas y “fuck el estilo”
“Nunca sé cómo clasificar mis espectáculos. Me cuesta etiquetar mi estilo. Está inspirado en mis estudios de danza contemporánea, española y flamenco. Y, en este caso, me he empapado del folclore murciano”, asegura Hortensia Laencina (Murcia, 1995) la mañana del estreno. Bailaora curtida en los tablaos de Polaris y media España, bailarina, performer y creadora, la joven Laencina es pura dinamita escénica.
Su último espectáculo de danza, 'Murcianik', se estrenó el pasado 18 de marzo en el Teatro Circo Murcia. El proyecto se ha gestado al amparo del programa de ayudas, Reactivos Culturales, puesto en marcha por el ayuntamiento de Murcia tras los devastadores efectos de la pandemia para las artes en vivo.
Todo lo que nace del flamenco, se entremezcla y permuta, sin más, atraviesa tierras raras ante la extrañeza del público ávido por saber qué está viendo. El último grito musical de Rosalía: “Fuck el estilo”, lo practican en la danza española dos grandes renovadores del flamenco, Israel Galván y Rocío Molina. Referentes para la joven artista murciana con los que ha tenido oportunidad de trabajar y formarse.
No solo el miedo se huele, la rabia también, fuente inagotable de energía escénica. Si hay algo que transmuta a la perfección Laencina es el vestuario, diseñado por África Hernández para la ocasión. La 'murcianik' aparece en escena con la tradicional falda huertana. Estática, desafiante, con un regazo que se extiende por las tablas del Teatro Circo y acoge el testimonio de ocho mujeres beniajanensas: Fina Pelegrín, Mari Flores, Lola Marín, Fina y Lolita Pellicer, Antonia Hernández, Julia Ruiz y Luz Cascales. Mujeres de un tiempo en que todo era pecado y trabajadoras en una tierra que ya no existe, al menos, como la recuerdan: la huerta de Murcia. Tras el 'Canto a Murcia' interpretado por la peña el Barracón de Alcantarilla, la falda cae y aparece Hortensia en bermudas, híbrida, andrógina, eléctrica, cuerpo expresivo al compás de Antonio Serrano, su fiel escudero a cargo de la música, ayudante de dirección y regiduría.
Coreografía en la era
Colaboran en la presentación de 'Murcianik' estudiantes del conservatorio de danza de Murcia -Clara Díaz, Víctor López, Agustín Pagán y Miriam Gallego-. Acompañan a Laencina con postizas, castañuelas, taconeos, bailes rotos y tránsitos. La coreografía de los cuatro jóvenes estudiantes con la falda al hombro, entorno a un montón de panochas, es catártica. La era, el ágora tradicional huertana, donde el trabajo, en ocasiones, se convertía en un evento lúdico aglutinaba a familiares y vecinos para realizar el esperfollo (quitar la envoltura de la mazorca de maíz). Recuerda Hortensia, abuela de Laencina, sentados alrededor del montón de panochas “hablábamos, reíamos y hasta bailábamos”. Evoca a una mujer sorda que bailaba malagueñas al ritmo de las bandurrias ante el asombro de todos. Inspirado en el testimonio de su abuela y la guitarra de Serrano, el baile sordo de Laencina es uno de los momentos más bellos de la pieza. En el programa de mano, le escribe: “Gracias por darle voz a mi baile y por contarme tu historia dándole sentido a la mía”.
La lucha en escena y por la danza de Hortensia Laencina va mucho más allá del feminismo y los dilemas identitarios de nuestro tiempo. A Liddell, a Artaud, le habría bastado uno solo de sus gestos aunque no entendieran nada. En 2018 ganó el Premio al Mejor Baile Libre en el concurso de Alegrías “La Perla de Cádiz”. La primera mujer que lo consiguió vestida de pantalón, un hecho que pasados los años, asegura, “no es algo que me enorgullezca, que deba recalcarse. Ocurrió en pleno siglo XXI. Ojalá se me recordara como Hortensia y no por ser la primera mujer en ganar llevando pantalón”. Durante la función la falda se convierte en capa y el fajín huertano en falda. Desnuda o con ropa, el simbolismo no es el fin. “Lo que importa es la danza y mi vida. El alma y no el cuerpo. Hoy me convierto en mi misma” concluye el manifiesto de 'Murcianik'.
Sintiéndola bailar, se echa en falta que el universo artístico de Hortensia, su rabia magnética, su fuerza arrolladora colisione con otras fuentes creativas y avance, de una vez por todas, hacia nuevos horizontes expresivos en esa búsqueda interminable, que nos interpela a todos, de ser uno mismo.
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