Niño de Elche: Reinvención y reivindicación del cante heterodoxo
Experimentador, provocador, Francisco Contreras Molina, el Niño de Elche, desplegó anoche en el Teatro Circo de Murcia su último disco, “Antología del cante flamenco heterodoxo”, en un esmerado espectáculo en que nada quedaba al azar. Tanto el álbum como el concierto sirvieron de reivindicación de los artistas que han nutrido el cante desde la heterodoxia: “El flamenco se ha enriquecido más gracias a los que estaban fuera que a los que decían estar dentro”, dijo en un momento de su actuación, que se encuadra en el ciclo “Momentos Alhambra en Flamenco” que organiza Cervezas Alhambra.
El público supo enseguida que, como cabía esperar, no iba a ser una velada convencional: El Niño de Elche apareció en escena vestido de sport, seguido de Raúl Cantizano (guitarras y percusión) y Susana Hernández (teclado y castañuelas). Los músicos le llevaban la ropa y le ayudaron a ponerse su habitual traje con camisa blanca y chaleco mientras él se desvestía sin prisa ante sus espectadores.
La noche arrancó con los temas más ortodoxos del heterodoxo repertorio: “La Farruca” y “Seguidiyas del silogismo”.
Cuando el oído se confiaba, irrumpió de pronto el sintetizador de Susana Hernández. La noche cobró tintes religiosos, casi místicos, con “El Prefacio a la Malagueña de El Mellizo” y la “Saeta del Mochuelo con la Mariana”. Todo quedó envuelto en una atmósfera como de Semana Santa, iluminación incluida. “Como Murcia es muy religiosa esta parte os habrá gustado”, bromeó el Niño de Elche.
El cantaor habló mucho al público. El espectáculo lo requería. Incluso bajó al patio de butacas a cantar con voz íntima el “Fandango cubista” de Pepe Marchena. Describió el flamenco como “una mentira fructífera” y se posicionó contra la idea de que éste sea “patrimonio de los andaluces” y “otros filtros políticos”. Se definió como “radicalmente flamenco, pero dependiendo del contexto me voy para un lado o para otro”. Lo demostró al acometer la lorquiana “Canción de cuna” de Crumb o el desgarrado “Deep song” de Tim Buckley (el padre de Jeff Buckley).
El tono festivo regresó con la zarzuelera “El tango de la Meregilda” que, explicó el cantaor, impresionó al mismísimo Nietzsche cuando lo escuchó en Turín en 1888. “El flamenco no es alta, baja, ni media cultura. Es una actitud”, reivindicó.
Llegó entonces para él, en sus propias palabras, el momento “cansautor”: Se colgó la guitarra y acometió con su banda los emocionantes “Fandangos y canciones del exilio”, con aires que aunaban lo latino y lo republicano.
“Qué gusto saber que aquí están los pocos izquierdistas de Murcia”, ironizó llegados a este punto. Burlándose de sí mismo añadió: “Siempre que salimos a actuar y veo las caras del público me pregunto: ¿Qué lleva a cada uno de estos seres a venir hoy aquí?”
Anoche entre el público se encontraba precisamente su propia familia. Sin perder el humor, dijo: “¿Lo ves, mamá? Hay gente mucho peor que yo: ¡Pagan por oírnos!”.
El recital culminó nada menos que con una rumba de Lola Flores, la Faraona: “Bomba gitana”, tema que sirvió para reivindicar al puertorriqueño Rafael Cortijo, cuya influencia quedó impresa en músicos como Peret o el Pescaílla.
El Niño de Elche, nacido en esta ciudad en 1985 es de origen granadino. Comenzó a cantar flamenco a temprana edad, pero pronto empezó a interesarse también por otros géneros y ámbitos artísticos.
El ciclo “Momentos Alhambra en Flamenco”, compuesto de ocho conciertos por toda España llegó a Murcia tras Málaga, Barcelona, Córdoba y Granada. Bandas como Los Planetas y músicos como Estrella Morente, Arcángel, Carmen Linares o Rocío Márquez han pasado por él.
La iniciativa ha unido en un mismo cartel “a varios de los artistas más importantes del flamenco tradicional con otros más heterodoxos y algunas miradas al cante jondo desde otros géneros”, afirman desde Cervezas Alhambra.
Nacida en Granada en 1925, esta empresa cervecera familiar lleva décadas elaborando cervezas de gama Premium “mediante meticulosos procesos de elaboración de carácter artesanal”.
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